El comercio exterior en crisis
Mg. en Dirección de Finanzas y Control
Desde la implementación del régimen SIRA la situación general de las importaciones en nuestro país han ingresado en una espiral de trabas e incertidumbre. Mientras que desde los organismos oficiales insisten que en el último tiempo han detectado una serie de maniobras fraudulentas, esto no justifica que paguen justos por pecadores.
Trabas y complicaciones
Desde que el sistema se implementó en el último trimestre de 2022 se han vivido una serie de cambios constantes. No sólo en lo operativo sino también en la normativa cambiaria. La Comunicación A 7622 ha sufrido innumerables modificaciones, algunas incorporando excepciones, y otras para imponer nuevas restricciones.
El mayor problema que hemos mencionado desde que arrancó este nuevo régimen es la imposibilidad de realizar pago anticipado, algo que en comercio exterior es más que necesario. Pero la normativa había establecido que, en determinadas condiciones, y para determinadas mercaderías se podía llevar adelante.
“si el pago no está, los bienes tampoco”
Sin embargo, en el último tiempo, las complicaciones han escalado: importadores cuya mercadería que podían acceder a mejores condiciones de pago hoy se encuentran que si el plazo inicial no es igual a cero, pierden acceso al beneficio.
Esta problemática afecta a los bienes de capital, que podían cancelarse hasta un 80% vista o sin registro aduanero pendiente, y hoy dado que las SIRA son aprobadas con plazos de 365 días, no pueden ni siquiera pagar vista. ¿Cómo comprar una maquinaria, un brazo robótico o un equipo para ampliar una línea de producción en estas condiciones? ¿Qué proveedor internacional nos enviaría algo de un valor tan importante sin contar con el pago? Más cuando no es ningún secreto que nuestro país está sin dólares. Y las posibilidades de hacerse de ingresos frescos está cada día más complicada.
La lucha por conseguir las aprobaciones para importar es diaria y en todos los sectores. Hay quienes tienen suerte, obtienen la aprobación, pero lamentablemente no la pueden usar porque la misma tiene fecha inicial de pago 60-90 días y estás no son condiciones que el proveedor acepte. ¿Qué pasa con el beneficio de los USD 50.000 anuales para el pago anticipado? Habrá empresas que ya lo han usado y otras que, dado que no poseen antigüedad como importadores, las entidades financieras prefieren no cursar la operación hasta que la mercadería haya arribado. Lo cual es imposible: si el pago no está, los bienes tampoco.
En los últimos meses se pueden recopilar una cantidad de situaciones y de inconvenientes, de todo tipo y magnitud. Empresas que consiguieron préstamos para poder pagar la compra de equipamiento, pero no la aprobación de la SIRA. Otras que tienen problema con la Capacidad Económica Financiera: ¿Alguna vez la AFIP explicará cómo se calcula? ¿Qué criterio se utiliza?
Y como si no tuviéramos suficiente con todas las cuestiones propias de la operativa de la importación y el pago, se sumó el tema de los fletes.
La problemática de los fletes
Cuando esperábamos que quizás hubiera algún tipo de alivio o reconsideración se decidió la eliminación del código S02. Ahora los dos códigos nuevos el S30 y el S31 piden la tramitación de este requisito previo. Pareciera que las operaciones de S31 (fletes vinculados a las exportaciones) tienen un tratamiento más rápido. Sin embargo, se necesita que ambas patas del sistema funcionen.
"Si no se pueden pagar los fletes de importación el impacto sobre la disponibilidad para la exportación llegará igual, porque los buques no van a venir vacíos a buscar carga al puerto de Buenos Aires"
Si no se pueden pagar los fletes de importación el impacto sobre la disponibilidad para la exportación llegará igual, porque los buques no van a venir vacíos a buscar carga al puerto de Buenos Aires. El otro problema que muchos tienen es que habían pedido SIRASE para S02 deben volver a pedirla para alguno de los códigos nuevos, lo mismo sucede con el código S04 – de ahora en adelante tienen que aclararse si es para pagar gastos en origen o en destino -, y las SIRASE no pueden anularse. Como la SIRA, éstas ocupan Capacidad Económica Financiera (CEF) y si no pueden darse de baja, pueden afectar la posibilidad de las empresas de tramitar nuevos pedidos, por lo menos hasta que estás sean anuladas por el sistema. Recién a finales de mes de junio algunas empresas observaron que de oficio comenzaron a anularse las SIRASE correspondientes al código S02.
Desde el lado del gobierno, hacen énfasis que los fletes internacionales en nuestro país no mostraban signos de contracción en sus precios como en otras partes luego de la pandemia. Insisten en que había casos de sobrefacturación del servicio como mecanismo para poder sacar dólares del país. Por ello, han solicitado al sector privado una matriz de costo para evaluar la razonabilidad de los pedidos. De aquí surgen dos dudas: ¿Cómo consideraron que había maniobras de sobrefacturación si no se había hecho previamente un análisis de la matriz de costos? ¿Si sabían de casos particulares porque no ir con todo el peso del Régimen Penal Cambiario sobre estos en lugar de castigar a todos y poner en jaque no solo el comercio exterior sino también la industria nacional?
El lado B: el golpe a las exportaciones
Con todos los inconvenientes y dificultades con las que luchan a diario aquellos que deciden intentar vender al exterior, ahora ¿van a tener que pensar una logística internacional más compleja? ¿Van a tener que llevar sus cargas de manera terrestre a países vecinos para que luego sean exportadas?
Los problemas para importar golpean la capacidad de producción y, por lo tanto, las posibilidades de exportar. Si no hay insumos, o hay pocos y caros, ¿cómo podrán competir las empresas locales?
Todas estas problemáticas no sólo golpean a las manufacturas de origen industrial, también golpean a la producción agropecuaria, muy afectada por la cuestión climática. Faltan fertilizantes, insumos, inclusive combustible para los aviones que se utilizan para trabajar en el campo. Y lo poco que hay, se encuentra a un valor muy alto debido a miles de complicaciones que existen para que ingresen al país y la incertidumbre sobre cuál será el valor del dólar cuando finalmente se puedan pagar.
¿Cómo consideraron que había maniobras de sobrefacturación si no se había hecho previamente un análisis de la matriz de costos?
La sequía, la falta de un tipo de cambio competitivo y ahora las dificultades que se plantean en cuanto a la logística internacional, hacen que los productos argentinos pierdan posiciones que con mucho esfuerzo se habían logrado conseguir.
Más que nunca necesitamos que ingresen dólares por lo que habría que buscar la manera de ayudar a los sectores productores a poder internacionalizarse. Porque es la única manera de obtener dólares genuinos que generan trabajo, y a la vez mejoran las condiciones de vida de miles de argentinos, en particular aquellos que dependen de economías regionales.
Pensando en el futuro será vital relevar a nivel regional, las diferentes actividades económicas en cuanto a los procesos de transformación que se están llevando a cabo, cuál es la capacidad disponible, las posibilidades de expansión y las condiciones necesarias para promover la inversión. En otras palabras: qué trabas e inconvenientes hoy, impiden el crecimiento y la internacionalización para que mediante políticas públicas sector privado crecer y alcanzar su potencial.
Los exportadores nos pueden mencionar como acciones destinadas a mejorar las posibilidades de los productos argentinos: la quita de las retenciones, el acceso a los insumos y a financiamiento; pero hay mucho más por hacerse. Mejorar las condiciones de acceso a los puntos de salida, poner operativos depósitos fiscales en diferentes partes del país para agilizar los trámites aduaneros, y facilitar los procesos burocráticos son algunos de los elementos que pueden incrementar la competitividad además de lo antes mencionado.
La falta de dólares y los abusos, la explicación más repetida
Uno de los argumentos que se citó al implementar el nuevo régimen SIRA, fue los abusos cometidos con las SIMI. Recordemos que la aprobación de éstas dependía de la Secretaría de Comercio y que, por lo tanto, si hubo casos donde se importaron “telas para varios años” alguien lo autorizó. Los abusos pueden haber estado, pero no por ello había que castigar a todos los operadores.
Por ejemplo, la cuestión de los cobros, ingresos y liquidación de las exportaciones: se detectaron casos de empresas que no han cumplido con los plazos establecidos por la normativa cambiaria. Sin embargo, no se aplicó una medida para castigar a todos los exportadores. Habrá quienes deberán cumplir con el requerimiento y también casos donde se produjeron errores o hubo problemas, y por falta del asesoramiento adecuado, no realizaron los trámites adecuados para no ser denunciados por incumplimiento.
El otro argumento más repetido es que ante la sequía, y la falta de dólares, no hay otra opción más que “administrar” la escasez y determinar que es prioritario. Algo que podrá ser visto como justo por algunos, pero que por muchos otros puede significar la ruina. Para cada fabrica, empresa o emprendimiento lo que trae es vital y prioritario. La imposibilidad de hacerse de ese bien o insumo puede implicar el cierre del negocio. Y detrás hay familias, empresas que proveen servicios. Obviamente, los alimentos y los insumos médicos son vitales para la sociedad, pero en muchos casos ni siquiera estos reciben el tratamiento de prioritario que deberían recibir. La normativa cambiaria y sus últimos cambios lo han demostrado.
Las importaciones pagarán el costo de una devaluación encubierta
Al cierre de este artículo aún no se conocían los detalles de la renegociación del acuerdo con el FMI. Lo que si sabía que desde hace semanas se rumorea que se podría aplicar un arancel o un tipo de cambio diferenciado a las importaciones. En un principio, se habló de que podrían ser sólo a las importaciones de servicios, pero luego se dejó trascender que se extendería a los bienes.
No queda claro si será directamente un tipo de cambio diferenciado o si se aplicará como un impuesto sobre el tipo de cambio. ¿Cuál sería la alícuota que se estaba manejando? Un 30%.
Claramente, el gobierno no quiere llevar adelante una devaluación del tipo de cambio oficial por cuestiones obvias: el golpe al bolsillo justo antes de las elecciones sería durísimo en términos electorales. Y la inflación, que desde el gobierno insisten en que en junio mostrará nuevamente un valor menor, se dispararía. Pero esta medida provocará un golpea al bolsillo del consumidor, quizás tarde un poco más en llegar que una devaluación directa, pero llegará.
Casi todas las cadenas productivas del país tienen insumos o servicios dentro de sus procesos productivos que son importados y, por lo tanto, este aumento en el costo de la operación se trasladará a toda la cadena. Incluso afectaría la competitividad de los productos destinados a la exportación.
Quizás se podría creer que el impacto podría ser menor si este recargo cae sobre la importación de servicios. Pero ¿sobre cuáles servicios? Porque podrá haber algunos que tengan una menor repercusión que otros. Sin embargo, si la modificación alcanza a los fletes internacionales el daño será muy alto. Con todos los problemas que hoy hay para poder operar, sería el golpe de gracia.
En este contexto: ¿Qué nos queda? ¿Esperar lo que viene? ¿Qué pasará a medida que las reservas sigan complicas y no haya nuevos ingresos? Estamos atrapados en circulo vicioso.
Tristemente, ante la cantidad de recursos naturales que posee nuestro país y que nos permiten obtener productos de calidad no podemos aprovechar nuestro potencial y se socava las oportunidades de crecimiento que se poseen. Lo único que nos permite mantener la esperanza es pensar en que los argentinos contamos con algo que nos hace especiales y es una enorme resiliencia, que cual Quijote, nos permite seguir luchando contra los molinos de vientos.
Fuente: www.Netnews.com.ar
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