Se reactiva el comercio internacional: ¿se unirá la Argentina a la tendencia?
En el primer cuatrimestre de 2021 las exportaciones argentinas aumentaron un 21,8% con respecto a igual período del año anterior y las importaciones lo hicieron en un 37,4%. Una posible lectura de esos resultados sería que las exportaciones se vienen recuperando por...
En el primer cuatrimestre de 2021 las exportaciones argentinas aumentaron un 21,8% con respecto a igual período del año anterior y las importaciones lo hicieron en un 37,4%. Una posible lectura de esos resultados sería que las exportaciones se vienen recuperando por una mayor actividad comercial internacional, luego del impacto de la Pandemia que se inició en marzo de 2020. A su vez, las importaciones se estarían normalizando de la mano de una incipiente mayor actividad económica interna.
Sin embargo, esas observaciones podrían ser apresuradas. En efecto, desde 2019 ha sido difícil juzgar la tendencia del comercio exterior de la Argentina. Por el lado importador, los volúmenes han estado afectados por las trabas burocráticas de sistemas de información (Sistema Integrado de Monitoreo de Importaciones-SIMI) licencias automáticas y no automáticas y por la disponibilidad de divisas. Del lado exportador, los volúmenes han evolucionado en un clima de incertidumbre frente a potenciales intervenciones regulatorias, sobre todo en el caso de los productos agroindustriales.
En 2020, por los efectos de la Pandemia, pero también por las dificultades locales en el clima de negocios (mayor presión tributaria e inestabilidad regulatoria), las exportaciones tocaron un mínimo para los últimos 13 años, de USD 54884 millones y las importaciones, uno de USD 42356 millones. Entre 2015 y 2019, con un clima de negocios local más favorable a la inserción internacional, las exportaciones se habían ido recuperando hasta los USD 65115 millones, luego de una pronunciada caída que siguió al boom de las commodities del 2006-2012 (ver Gráfico1). Las importaciones, en cambio, cesaron su recuperación en 2018 luego de una década de oscilaciones y, en 2019 mostraron una fuerte contracción hasta los USD 49125 millones, respondiendo a la crisis macroeconómica en desarrollo en ese momento (con todo, ese valor de importaciones fue superior al del 2020).
Cuadro 1
Fuente: elaboración propia en base a datos INDEC
Nuestros principales socios comerciales son Brasil, China y los Estados Unidos, por el valor de exportaciones e importaciones. Chile, India y Vietnam, por su parte, son destinos muy importantes de nuestras ventas externas (Gráfico 2). Argentina sigue siendo un global trader. Esa condición se explica, básicamente, por la venta de nuestros productos agroindustriales a casi un centenar de países en el mundo, lo que se tradujo en una participación del 69% de la agroindustria en el total exportado en estos primeros cuatro meses del año (el 32% de lo exportado corresponde a la soja y sus productos).
Cuadro 2
Fuente: elaboración propia en base a datos INDEC
Dentro del sector manufacturero fueron los productos químicos y el material de transporte los que lideraron las exportaciones, manteniendo su tradicional primacía. En cambio, los metales comunes y sus manufacturas, otra exportación manufacturera muy importante de la Argentina no ha despegado aún. Por último, pese a las expectativas puestas en los productos de la energía y al aumento de sus precios internacionales, los valores exportados este primer cuatrimestre han sido menores que los de 2020. Del lado importador, las compras se concentran como habitualmente, en los bienes intermedios y los bienes de capital y sus repuestos (ambos suman el 77% del total importado). Es decir, para crecer, consumir y exportar nuestro país requiere de importaciones de insumos para las cadenas productivas y de maquinaria y equipos para la inversión. Esas compras están financiadas por las exportaciones que, por lo tanto, se vuelven esenciales para el proceso de crecimiento local.
La novedad con respecto a 2020 es el significativo aumento de los términos del intercambio para nuestro país (precio de las exportaciones/precio de las importaciones). Si bien las exportaciones sólo aumentaron un poco menos de un 5% en volumen, sus precios aumentaron un 16,3%. Este incremento estuvo muy por encima del aumento de los precios de nuestras importaciones que se movieron sólo modestamente (+3,1%).
Así, el aumento de los precios internacionales de los productos básicos abre una nueva oportunidad para crecer exportando. Lo hace directamente al aumentar el valor de los envíos a nuestros principales demandantes de alimentos (China, India, Vietnam). Pero también opera por vía indirecta, dado que el alto precios de los commodities de todo tipo ha mejorado las perspectivas de crecimiento en Brasil y Chile, por ejemplo. Ambos países han aumentado sus importaciones de manufacturas industriales desde la Argentina en estos primeros meses del año.
Con respecto a nuestra agroindustria exportadora, como ha ocurrido intermitentemente variando con la orientación económica del gobierno de turno, nuestro país da por sentada su riqueza agropecuaria pero sólo en ocasiones logra aprovechar los beneficios que esa riqueza le brinda para promover el crecimiento y la diversificación productiva. La Argentina es el tercer país del mundo en tierra arable por habitante, lo que la convierte en un productor excedentario y uno de los mayores exportadores mundiales de granos forrajeros y aceites y un exportador principal de carnes y frutas. El sistema alimentario argentino es complejo y moderno y desde la producción primaria hasta la exportación, todos los actores responden a los incentivos de mercado, aprovechando los precios altos para incorporar nuevas tecnologías y ampliar su capacidad instalada. Las cadenas tradicionales de trigo y maíz, la ultra-competitiva cadena de la soja, las carnes (bovina, aves y, más recientemente, los porcinos) y las producciones regionales (vinos, limones, peras y manzanas, arándanos) han transitado episodios de alto crecimiento desde los 90 y durante la Pandemia han mostrado su resiliencia manteniendo el abastecimiento interno y externo.
Las preocupaciones con respecto al alto precio interno de los alimentos no son exclusivas de nuestro país. Internacionalmente se reconoce que los altos precios de los productos alimentarios básicos pueden enfrentar a las familias con dificultades transitorias de acceso que resultarían graves en el caso de los más vulnerables. Estos problemas se agudizan para los países que dependen de las importaciones para abastecer de alimentos a su población. Pero en el caso de países exportadores netos, como la Argentina, el problema debe encararse de modo muy diferente. Por ejemplo, la asistencia del Estado para la ampliación de la oferta de alimentos, aprovechando para dar un necesario impulso al desarrollo territorial, se transformaría en una solución cuyo costo se repagaría con beneficios en el mediano plazo. En el corto plazo y en el caso de las familias vulnerables, los subsidios alimentarios directos son las medidas más eficaces. Actualmente, la tarjeta Alimentar (dentro del Plan Nacional de Seguridad Alimentaria) constituye un instrumento como los mencionados, cubriendo aproximadamente 1,5 millones de beneficiarios. Debe indicarse también que las condiciones macroeconómicas actuales de la Argentina, a diferencia de lo que ocurre con la mayoría de los países en desarrollo de la región latinoamericana, muestran un cuadro de alta inflación que agrega confusión al diagnóstico sobre el mercado de los alimentos. Los hogares argentinos ya venían registrando dificultades de acceso a su canasta alimentaria debido a la caída de sus ingresos reales aún antes de que los precios internacionales aumentaran.
La evidencia analizada hasta aquí indica que la Argentina podría tener por delante un crecimiento potencial importante de su comercio exterior, comenzando por su agroindustria, si se organizara adecuadamente. La pregunta siguiente en esa estrategia se refiere al contexto mundial: ¿seguirá siendo favorable a nuestro país y le permitirá realizar su potencial y también avanzar en su diversificación exportadora?
A fines de marzo la Organización Mundial del Comercio (OMC) dio a conocer su pronóstico de crecimiento comercial indicando que las perspectivas de una rápida recuperación habían mejorado y que el comercio de mercancías se había expandido más rápidamente de lo esperado en el segundo semestre del 2020. Según las nuevas estimaciones de la OMC, se espera que el volumen del comercio mundial de mercancías aumente un 8% en 2021 después de haber caído un 5,3% en 2020. Para 2022 se anticipa una expansión más modesta, en torno al 4%. Ese crecimiento será liderado por los países más avanzados junto con los países del Asia y Medio Oriente. América Latina se encuentra entre las regiones donde el crecimiento del comercio se retomaría con más rezago.
La reanudación de los negocios, con todo, podría tener características y seguir tendencias diferentes a las del pasado. Son varios los temas que están en discusión para las empresas y los países. Uno de ellos se refiere a la vigencia de las cadenas de valor internacionales que han caracterizado a la globalización. Esas cadenas materializaron la mudanza a los países emergentes del Este Asiático, particularmente a China, de una parte importante de la producción de insumos desde los años 90. Una de las consecuencias de la Pandemia fue crear fuertes retrasos en los esquemas “just in time” de los inventarios de las principales empresas internacionales de manufacturas. Así, por ejemplo, la falta de microprocesadores que integran bienes durables de inversión y consumo sigue limitando la recuperación de los mercados con demandas ansiosas de nuevos productos. Otro problema visible ha sido la aparición de fallas en el abastecimiento de productos vinculados a la salud, lo que está llevando a una redefinición de la “seguridad sanitaria” de los países.
Estos indicios anticipan que los riesgos del mayor proteccionismo comercial que siguió a la crisis financiera internacional del 2007-08 seguirán vigentes y que se requerirá estar atentos para evitar las consecuencias negativas de renovadas doctrinas de seguridad nacional (por ej., sanitaria y alimentaria) vinculadas a los efectos de la Pandemia o de nuevos requisitos ambientales que encubran barreras al comercio.
A fines de este año dos reuniones multilaterales se están organizando para poner sobre la mesa una agenda ampliada en temas de comercio y desarrollo sustentable. La XII Reunión Ministerial de la OMC y la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios debatirán problemas de la agenda multilateral que nos afectan como país. Serán parte de esas discusiones la facilitación de inversiones para el desarrollo, la liberalización del comercio agrícola, la seguridad alimentaria y el comercio de alimentos sujeto a las normas del desarrollo sostenible.
En síntesis, el escenario del comercio mundial de corto plazo podría resultar favorable a los intereses argentinos. En el mediano plazo, nuestra agenda internacional deberá estar muy activa buscando acuerdos que eviten los riesgos de un mayor proteccionismo, especialmente en el capítulo agrícola. Pero, sobre todo, la política local deberá acompañar el esfuerzo exportador evitando generar obstáculos reales o potenciales y dando reconocimiento al aporte de las ventas externas en la estrategia de crecimiento.
Fuente: www.NetNews.com.ar
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