ACV en tiempos de Covid-19
El temor al contagio de Covid-19, ocasiona en muchos casos, una demora y disminución de las consultas de los pacientes, aumentando la severidad de otros cuadros. Es por eso que resulta necesario reforzar que la pandemia no debe sacar el foco al control de otras enfermedades o afecciones que siguen ocurriendo de forma paralela y que, en muchos casos, incluso han aumentado a causa del temor a concurrir a establecimientos de salud.
Una de estas patologías es el ACV, una enfermedad que representa la primera causa de discapacidad y la tercera de mortalidad en el país. Tan solo en Argentina, se manifiesta en 60.000 personas por año. Se produce por una disminución brusca de flujo sanguíneo al cerebro originada por una obstrucción de una de las arterias que llevan sangre al cerebro -ahí hablamos de ACV isquémico-, o por una ruptura de un vaso con extravasación de sangre - ACV hemorrágico-.
En su gran mayoría, los accidentes cerebro vasculares son isquémicos y es posible prevenirlo, identificando y tratando los factores de riesgo vasculares. Una vez instalado el cuadro constituye una “emergencia médica” y solamente un diagnóstico temprano y un tratamiento oportuno mejora los síntomas mediante un programa interdisciplinario, coordinado y estructurado de neurorrehabilitación.
En el 80% de los casos, el ACV es prevenible. El camino es mejorar nuestro estilo de vida y controlar periódicamente la presión arterial, las cifras de glucemia y lípidos en sangre al igual que realizar las consultas cardiológicas ante la sospecha de arritmias cardiacas como la fibrilación auricular. Estas consultas también disminuyeron producto de la pandemia contribuyendo al incremento de pacientes con enfermedad vascular como el ACV.
En este sentido, la “World Stroke Organization” demostró con una encuesta realizada en abril que estamos ante un fenómeno global y preocupante: Se observó una disminución de aproximadamente un 40% de consultas de pacientes cursando un ACV agudo con respecto a igual periodo del año pasado.
El ACV es una emergencia y cada minuto que se pierde compromete el éxito del tratamiento que únicamente puede implementarse en las primeras horas de ocurrido el ACV. En el contexto actual de pandemia, existe "temor de contagio de Covid 19” ocasionando una significativa demora y disminución de las consultas de los pacientes en las guardias de los hospitales.
Asimismo, la rehabilitación también ha disminuido y es una parte crucial en el proceso de recuperación. Estudios recientes han demostrado que los pacientes que participan en un programa integral, interdisciplinario y especializado de Neurorehabilitación del ACV se desempeñan mejor que aquellos que no tuvieron acceso a dicho tratamiento. En este caso, la innovación en telemedicina y telerehabilitación cumplió un rol fundamental permitiendo mantener un contacto virtual entre el equipo interdisciplinario y los pacientes.
Sin dudas, la detección a tiempo y una pronta atención médica siguen siendo claves fundamentales para reducir de manera significativas las secuelas neurológicas y la mortalidad por ACV. Existen tres signos principales del ACV que se observan a simple vista en el cuerpo y pueden resumirse en un HaBraSo; se debe prestar especial atención al HAbla, los BRAzos y SOnrisa. Si la persona se expresa con dificultad o le cuesta articular su discurso, levanta ambos brazos hacia adelante y uno de ellos cae, o bien, si sonríe de forma asimétrica, es fundamental llamar inmediatamente a una ambulancia porque, “cada minuto cuenta”. (https://www.youtube.com/watch?v=3iuXuUsv28s).
Por Máximo Zimerman,
Neurólogo y Director médico del centro CITES INECO.
Fuente: www.NetNews.com.ar
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