El Estado, la innovación y la transición a la sostenibilidad
Por Hernán Reyes. Legislador de la Ciudad de Buenos Aires, por la Coalición Cívica ARI.
Toda la economía basada en el conocimiento integra capital intelectual y capital financiero, logrando bienes y servicios de gran valor, tanto para el desarrollo del mercado local como para aumentar las exportaciones. Argentina tiene una gran oportunidad de desarrollo asociada a los proyectos de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), especialmente los proyectos asociados a la industria del software y de aplicación agrotech. Apuntalar en los sectores correctos, de la forma indicada y en el momento óptimo, significa un importante impulso.
El Gobierno Nacional se apartó de este horizonte cuando decidió no darle continuidad a políticas como la adaptación de la Ley de Datos Personales al nuevo estándar europeo en la materia, cuando opta por revertir la simplificación burocrática para la inscripción de las Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS), o cuando suspendió el régimen de promoción de la economía circular. Todas estas decisiones son profundamente contrarias a un Estado presente, por el contrario suponen un Estado que en su ausencia priva al sector privado de las herramientas adecuadas para innovar.
Apostar, como lo hizo Cambiemos, a la economía del conocimiento es una decisión de estrategia económica. El país necesita históricamente una diversificación de su matriz exportadora, no en desmedro del campo sino complementando a la industria agroganadera con otras fuentes como son la energética y, desde mi punto de vista, la innovación. Por lo que, las decisiones del gobierno actual conspiran con la potencial salida a nuestras restricciones de divisas.
Además, cada año que pasa nos atrasamos en otras estrategias que podríamos aplicar en materia de propiedad intelectual, u otras políticas públicas como son los contratos públicos de innovación o los contratos de cofinanciamiento público-privado de proyectos de investigación, desarrollo e innovación que son utilizados en Europa y en varios países como Colombia, Chile y México. Este atraso se responde por el concatenamiento entre todas estas políticas, si no promovemos los servicios basados en el conocimiento, si no facilitamos la conformación de un tipo societario más adecuado, o si no nos adecuamos a la demanda internacional en materia de protección de datos, menos aún vamos a estar con capacidad de ponernos sobre los debates de la actualidad.
Si queremos conocer los grandes desafíos del derecho y, también, las grandes oportunidades en innovación que tenemos enfrente, entonces tenemos que ver al desarrollo de la inteligencia artificial, la administración de datos en internet, y la transición al desarrollo sostenible. En estos tres campos, la acción del Estado es fundamental, tanto en asociación con el sector privado como a través de su propia actividad.
A nivel internacional se está dando un debate profundo y muy rico en materia de desarrollo sostenible de la economía. Lo que parecía una discusión de ambientalistas, se coló en las grandes reuniones de los países en las últimas décadas, y ahora está presente en las políticas comerciales y de inversiones de las grandes compañías del mundo. La sostenibilidad dejó de ser un discurso meramente político o enunciativo, para ser un factor de alta relevancia en los hábitos de producción y comercialización en el mundo.
Lo que hoy parece ser una política comercial impulsada por factores culturales, muy prontamente se transformará en un requerimiento en el intercambio de bienes y servicios con economías muy relevantes como es la Unión Europea. Es decir, anticiparnos a esta transición también hace a la estrategia de las exportaciones futuras de Argentina.
Es acá donde aparece el rol que debe tener el Estado. Se trata de tener una visión estratégica del proceso de transición hacia el desarrollo sostenible porque ese camino no está libre de momentos traumáticos sin un efectivo acompañamiento estatal, especialmente a las micro y pequeñas empresas.
Por supuesto, la estabilidad macroeconómica es sustancial, el respeto institucional es indispensable y la estabilidad de las reglas de jugo son parte de nuestras tareas de la política, pero no las únicas. En este orden de ideas, tenemos que apostar a un Estado presente que mire este proceso y diseñe políticas públicas inteligentes en este sentido. Políticas en educación, políticas de acompañamiento y financiamiento, y políticas de promoción a los sectores estratégicos para el desarrollo futuro.
En primer lugar, apoyar y promover la innovación es una estrategia pública fundamental para alcanzar el desarrollo sostenible. Los países líderes en el área, siempre lo hacen apostando a un ecosistema bien aceitado, donde el Estado contribuye con los privados, otorga beneficios fiscales a los proyectos y otorga financiamiento adecuado a los proyectos privados, universitarios y los de organismos públicos.
Acá es donde quiero detenerme, apoyar la innovación y la economía del conocimiento significa apoyar el desarrollo de las ciencias, técnicas y tecnologías aplicadas al proceso de producción de bienes y servicios que aumentan el empleo. Existe una falsa perspectiva del desarrollo científico aislado de la economía, esto no puede ser menos cierto. La innovación aplica mejoras a procesos productivos en el campo, desarrollo de software que se comercializa a nivel internacional a consumidores o empresas, mejoras que se incorporan a procesos productivos de diferentes bienes o servicios e innovación aplicable a reducir la huella de carbono, la huella hídrica, el consumo energético o a la extensión del ciclo de vida de los bienes.
En segundo lugar, el Estado tiene que tener muy presente que la gradualidad en la implementación de las políticas públicas de desarrollo sostenible, y el acompañamiento con estrategias de financiamiento es sustancial para evitar que se caigan del mapa quienes no tienen respaldo financiero para asumir la transición. En Argentina el financiamiento de las micro y pequeñas empresas se encuentra muy comprometido en general y con poca permeabilidad al mercado financiero. Asimismo, esta situación se encuentra especialmente comprometida como consecuencia de los recientes créditos para sostener el capital de trabajo.
El mundo está ofreciendo mucho financiamiento a proyectos de adaptación al desarrollo sostenible, tanto a través de organismos multilaterales de crédito como de fondos de impacto de consorcios privados. En consecuencia, tenemos la oportunidad como país de acceder a todo ese capital en la medida que podamos crear los vehículos adecuados para atraer inversiones.
En estos momentos es necesario crear vehículos adecuados para estas estrategias de financiamiento, contribuir a atraer capital de desarrollo sostenible y buscar estrategias de garantías y/o de subsidio de tasas para financiar la adaptación de las empresas para acelerar la transición de la economía. El acceso al financiamiento tiene que ser una política pública sostenida, porque de lo contrario la transición será traumática.
Entonces, un Estado presente no puede operar sin un plan económico, generando un escenario de desconfianza, conflicto, incertidumbre e inestabilidad. Todo esto va en desmedro de la capacidad de adaptación de nuestra economía a estos nuevos desafíos del presente, el Estado tiene que estar para dar un sólido acompañamiento al sector privado.
Fuente: www.NetNews.com.ar
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