Habemus acuerdo con el FMI, pero no garantiza soluciones a los problemas argentinos
Economista y Director de la Fundación “Libertad y Progreso”.
¡Y llegó la buena nueva!, se anunció que habrá acuerdo con el FMI. Ya habíamos dicho que las posibilidades de que esto no suceda eran ínfimas; ya que el gobierno sabía que le era imposible pagar los vencimientos de marzo por más de...
¡Y llegó la buena nueva!, se anunció que habrá acuerdo con el FMI. Ya habíamos dicho que las posibilidades de que esto no suceda eran ínfimas; ya que el gobierno sabía que le era imposible pagar los vencimientos de marzo por más de USD5.000 millones con ese organismo y con el Club de Paris. Por lo que, si no se los refinanciaba, enfrentaría una crisis fuertísima al caer en cesación de pagos. Incluso, dada la falta de confianza actual del electorado en su gestión, se arriesgaba a no terminar el mandato. Por otro lado, también el FMI tenía incentivos para acordar, porque somos su principal deudor y una crisis argentina podría poner en apuro a otras economías emergentes cuya estabilidad está atada con alambres. Por lo tanto, adelantábamos se cerraría un trato con condiciones mínimas, que fue al que se ha arribado. Pero ahora, ¿cómo sigue la historia?
Cuando se decía que el organismo internacional exigiría un plan que el gobierno no tenía, nosotros aclarábamos que ese programa existía, está en ejecución y que era el que el Ministro Guzmán había presentado en la reunión con los gobernadores con una diapositiva que abajo reproducimos. Además, destacamos que ese encuentro demostraba que el acuerdo estaba al caer y que simplemente era la construcción de un relato épico donde el gobierno luchaba contra el diablo (FMI) que quería imponer un ajuste y terminaba venciéndolo, aunque sea por puntos. Esta “lectura” surgió clara del discurso del Presidente y del Ministro Guzmán. Para este gobierno y la alianza que lo sustenta este acuerdo, sin la épica de una victoria sobre satán, hubiera tenido un costo externo e interno enorme. Por otro lado, el Fondo es un organismo político al que no le importa “el fulbito para la tribuna” que hacen los funcionarios con los que negocia, sino el resultado y por eso avaló por omisión esta puesta en escena.
De lo escuchado queda claro que, en lo que se va a firmar, no habrá reformas estructurales. De hecho, los funcionarios se ocuparon de dejar en claro eso en su discurso. Su estrategia se basa en que el motor del crecimiento es el Estado y el Ministro tuvo precaución en avisar que se buscaría que crezca en términos reales; aunque con énfasis en la obra pública. Esto será posible mientras tenga financiamiento para lograrlo. En 2021 se demostró que, con posibilidades limitadas de recursos del BCRA por la elevada inflación y con mínimo crédito voluntario, ni en un año electoral se puede gastar todo lo que se quiera y el resultado primario negativo terminó siendo 1,5% del PBI más bajo del 4,5% previsto originalmente.
Es probable que la reducción de la percepción de riesgo por el acuerdo aproxime más capacidad de tomar deuda local y, por otro lado, modere la merma de la demanda de pesos, permitiendo un poco más de emisión. Así, el gobierno podría cumplir con sus expectativas de déficit y de gasto, con alguna mayor presión tributaria y con redireccionamiento de las erogaciones. Cabe recordar que sin ley de Presupuesto 2022, la prórroga del de 2021 le da una enorme capacidad de discrecionalidad en su asignación. Por ejemplo, si fuera necesario, podría transferir menos a las provincias, para lo cual se anticipó a flexibilizar el Consenso Fiscal permitiéndoles buscar los recursos que les falten aumentando impuestos o creando nuevos.
Antes de finales de año empezará a quedar claro que esto no funciona con un sector privado productivo que ya está agobiado con impuestos, regulaciones y un Estado que absorbe la mayor parte del crédito interno disponible. En tanto, la política cambiaria seguirá igual. Con un cepo restrictivo, que podría flexibilizarse mínimamente en el corto plazo; pero volverá a “cerrarse” en la medida que se sostengan las actuales líneas de gestión y se vuelva a incrementar la incertidumbre sobre la sustentabilidad del crecimiento económico. La baja de la brecha que estamos esperando y que podría durar hasta mediados de año, permitirá que se puedan tomar su tiempo para hacer el ajuste cambiario que es necesario. Ya lo dijo Guzmán y lo veníamos aclarando nosotros, no va a haber saltos, la recuperación del atraso cambiario será gradual y parcial; pero que lo habrá lo habrá y eso implicaría un alivio moderado para el sector exportador.
El Ministro de Economía mencionó la enorme alza de las ventas externas de 2021; pero fue toda por la fuerte suba de los precios internacionales, ya que las cantidades subieron alrededor de 10% contra un 17% que bajó en 2020 debido a las restricciones de la pandemia. Este año lo que se colocará en el exterior va a bajar por la sequía y por un peor escenario mundial. Con cepo, las exportaciones sólo suben cuando hay valores internacionales excepcionales, lo demuestran anteriores controles de cambio locales y extranjeros.
Así que es una buena noticia que el FMI nos devuelva lo pagado de capital durante 2021, unos USD3.900 millones, y lo que abonemos hasta que empiecen a darnos financiamiento para cancelarles futuros vencimientos. Con esos recursos, con suerte, es esperable que logren algún aumento menor de las reservas este año; porque caerán si no se contabilizan esos fondos. La evolución natural del stock de divisas netas del BCRA es a la baja; pero lo pueden moderar si obtienen algún préstamo de libre disponibilidad.
Por último, es esperable que mejoren las expectativas inflacionarias. Más credibilidad es más crédito y el Ministro Guzmán advirtió que lo usaría para disminuir los recursos que le pida al BCRA. Por otro lado, la gente tenderá a sacarse menos pesos de encima; lo cual también lleva a una menor pérdida de su poder adquisitivo. Todo esto será así mientras se mantenga esta recuperación coyuntural de la confianza. Cuando empiece a revertirse, volveremos a la vieja historia; ya que empezará a disminuir el financiamiento para el gobierno y a aumentar la necesidad de pedirle fondos al Central. Además, más incertidumbre es menos demanda de moneda local y, también, más depreciación de la misma. Así que lo más probable es que la inflación de 2022 sea mayor al 50,9% del año pasado.
La mejora de los mercados también será coyuntural. Difícilmente, el riesgo país retorne a valores medianamente normales. Mientras no se den señales de que se van a resolver los problemas de fondo, seguirán reflejando una alta posibilidad de cesación de pagos en el mediano plazo; más allá de que los activos financieros darán buenas ganancias en el corto plazo.
Por otro lado, la recuperación económica se mantendrá un tiempo más, dada la baja de la incertidumbre; porque la gente tendrá menos incentivo a ahorrar y, por ende, se animará a gastar e invertir un poco más. Lo mismo pasará con las empresas. Igual, a menos que el gobierno consiga nuevas fuentes de financiamiento internacional, no vemos muchas chances de que la reactivación dure todo este año. Tenemos un sector privado productivo que está agobiado por impuestos y regulaciones. No hay forma de que podamos pedirle que siga acarreando mucho tiempo la actual carga que le impone el Estado.
Sin reformas estructurales, casi seguro tendremos una crisis antes de que termine este mandato; pero, de lo mal o bien que se gestione y de los recursos externos que se obtengan, dependerá cuando se inicie y lo profunda que sea.
Fuente: www.NetNews.com.ar
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