Más allá de los unicornios: el potencial de las start-ups en América Latina
En el mundo de las start-ups, obtener el estatus de "unicornio" parece que se ha convertido en el único objetivo. La perspectiva de sobrepasar la valoración de 1.000 millones de dólares es un objetivo tentador para las empresas y sus inversionistas.
Por Economist Impact con el apoyo de J.P. Morgan.
En el mundo de las start-ups, obtener el estatus de "unicornio" parece que se ha convertido en el único objetivo. La perspectiva de sobrepasar la valoración de 1.000 millones de dólares es un objetivo tentador para las empresas y sus inversionistas. A la vez que el número de unicornios crece a nivel mundial, muchos inversionistas en América Latina (que hasta la fecha tiene comparativamente pocos unicornios) están especulando sobre qué empresas de la región podrían alcanzar la ansiada denominación. Los gobiernos también están enfocados en el crecimiento del mercado de unicornios como una métrica clave de éxito. Sin embargo, la mítica figura del unicornio es poco clara. ¿Existe una fórmula secreta para identificar o crear uno?
Centrarse únicamente en empresas que podrían alcanzar el estatus de unicornio lleva a perder de vista el punto: existen importantes oportunidades de inversión en empresas más pequeñas, que ofrecen grandes rendimientos potenciales en sectores como el comercio minorista, servicios financieros, salud y educación. Más allá de las principales economías de Brasil, México, Argentina y Colombia, muchas start-ups de América Latina pueden tener dificultades para alcanzar el estatus de unicornio debido al tamaño más reducido de los mercados y a una internacionalización aún incipiente. Sin embargo, esto no debe ser razón para disuadir a los inversionistas: la denominación de unicornio es relativamente arbitraria y empresas pequeñas y dinámicas que brindan nuevas soluciones a viejos problemas ofrecen un potencial de inversión significativo, al tiempo que también abordan algunos de los objetivos de desarrollo críticos de la región.
Este artículo analiza el entorno para las nuevas start-ups privadas en los mercados clave de América Latina y explora cómo la tecnología, un mayor apoyo gubernamental y la iniciativa privada pueden apoyar a este sector y potenciar el crecimiento económico. La combinación adecuada de productos innovadores y un entorno propicio, junto con una base de inversionistas motivados, puede convertir los desafíos de América Latina en fuentes de crecimiento económico.
El mercado para los unicornios
El número de empresas unicornio ha crecido drásticamente en los últimos años en todo el mundo. Si bien el término mitológico en principio pretendía ilustrar la rareza de aquellas empresas de nueva creación que registraban crecimientos muy pronunciados, los datos sugieren que hay más de 770 unicornios a nivel global, valorados en 2,4 billones de dólares. El inicio de la pandemia de coronavirus produjo fluctuaciones de corto plazo en el mercado que, junto con la cautela de los inversionistas, generó a una desaceleración global en el número de nuevas empresas que cruzaron el umbral de los 1.000 millones de dólares. Sin embargo, desde entonces ha habido una rápida recuperación (ver Gráfica 1).
La mayor parte de los unicornios tiene su sede en los principales mercados, como Estados Unidos, China y Europa Occidental. Solo 23 de los unicornios globales identificados se encuentran en América Latina (alrededor del 3% del total mundial), con un valor de mercado combinado de 76.800 millones de dólares. Dicho esto, la cantidad de unicornios en la región se duplicó entre 2020 y 2021, lo que es una muestra del dinamismo existente en el mercado latinoamericano de start-ups.
Ampliar la mirada para identificar mejor las oportunidades
Cuando los inversionistas limitan su atención a identificar potenciales unicornios (una clasificación ya de por sí arbitraria), pueden estar perdiendo de vista una gran cantidad de oportunidades en start-ups de América Latina. De hecho, existe un historial sólido del rápido crecimiento entre las de valoración intermedia. A esto se une un amplio número de actores que están entrando en el mercado con productos y servicios innovadores y una sociedad ávida de recibir soluciones creativas para acelerar los objetivos de desarrollo.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha identificado más de 1.000 start-ups privadas de tecnología en América Latina -un número que se ha más que triplicado desde 2016. Estas empresas tienen un valor de más de 200.000 millones de dólares y emplean a 245.000 personas. La entrada de capital de riesgo está aumentado en rondas de financiación tempranas, lo que indica que los inversionistas parecen sentirse más cómodos y están buscando empresas en etapas de desarrollo más tempranas.
Brasil y México representan alrededor del 80% de la valoración de start-ups privadas en América Latina. Sin embargo, también se pueden encontrar interesantes mercados de rápido crecimiento en otros países como Colombia y Chile (ver Gráfica 3).
El interés de los inversionistas en el mercado privado de start-ups en América Latina está fuertemente concentrado en tecnología financiera y comercio electrónico. Esa concentración de capital se refleja en que, si bien estos sectores representan solo el 42% del número total de empresas, representan tres cuartas partes del valor estimado del ecosistema total (ver Gráfica 4).
Estos dos gráficos muestran la distribución sectorial de start-ups en América Latina en 2021. Las start-ups mostradas tienen como máximo 5 años y han recibido al menos un millón de dólares en financiamiento. En términos de número de compañías, el sector de Fintech es el más prominente (126) seguido de e-commerce (41), software/IT (35), salud (33), bienes raíces (22), comidas y bebidas (18), transporte (16), energías limpias (16), edtech (15), logística (14), agritech (13), automotores (10), recursos humanos (9), legaltech/insurtech (7), viajes (5), seguridad/ciberseguridad (5), entretenimiento (4), publicidad (4), telecomunicaciones (3), biotech (3) y otros (2). En términos de porcentaje de fondos recibidos, el sector de Fintech es el más prominente (48.4%) seguido de automotores (12.1%), energías limpias (11.7%), e-commerce (10.3%), movilidad (3.7%), salud (2.6%), comida y bebidas (2.5%), bienes raíces (2.3%), software/IT (1.7%), viajes (1.5%), agtech (1.1%), logística (0.7%), edtech (0.5%), legaltech/insurtech (0.3%), entretenimiento (0.2%), biotech (0.1%), seguridad/ciberseguridad (0.1%), recursos humanos (0.1%) y otros (0.1%).
Dentro de América Latina, Brasil sobresale. El país ha fomentado de manera exitosa el crecimiento de start-ups de alto valor (por ejemplo, alberga a 14 de los 22 unicornios de la región) y destaca en comparación con economías de tamaño similar como Indonesia (actualmente sede de cinco unicornios). Es importante indicar, sin embargo, que el mercado brasileño muestra oportunidad más allá de los unicornios. El número de start-ups que ha recaudado más de un millón de dólares en fondos de capital riesgo se ha cuadriplicado desde 2016. Este sólido ecosistema se ha visto favorecido por una población joven de gran tamaño, urbana y conectada. Al mismo tiempo, Brasil ha atraído a inversionistas globales gracias al tamaño de su mercado local de bienes y servicios y el compromiso del gobierno con la innovación. Esta combinación de tamaño de mercado, demografía y altos niveles de conectividad lo ha posicionado como un espacio fértil para las start-ups respaldadas por capital de riesgo.
El crecimiento de nuevas start-ups privadas en la región tiene el potencial de desencadenar efectos colaterales económicos positivos. Ese fenómeno se observa en algunos de los principales clústeres de innovación del mundo como Estados Unidos, India y China, donde estas empresas han impulsado nuevas oportunidades de mercado y mejorado el acceso asequible a servicios clave como salud, finanzas y educación.
Fomentar un ecosistema de start-ups dinámico requiere de un esfuerzo coordinado entre los gobiernos y el sector privado para promover la inclusión y preparación digital, así como un entorno armonizado de políticas, regulación y economía. Las start-ups y los clústeres de start-ups a menudo crecen orgánicamente, bien porque ofrecen servicios relacionados a clientes en el mismo sector (lo que promueve la competencia) o porque lanzan nuevos productos en otros sectores (lo que impulsa la innovación). Sin embargo, el desarrollo de ecosistemas tecnológicos fuertes requiere de una visión a más largo plazo y de una estrategia coordinada.
¿Cómo construir un ecosistema de start-ups de abajo hacia arriba?
Ya sea una nueva empresa que espera obtener inyección de capital a gran escala, un gobierno que espera dinamizar la actividad empresarial privada o un inversionista que intenta mantenerse a la vanguardia, no existe una receta única para el éxito. Sin embargo, sí hay bases comunes que apoyan un entorno fuerte de start-ups. Analizar los fundamentos de los países y sectores que han logrado promocionar exitosamente un mercado de start-ups permite tener una visión más holística sobre posibles oportunidades.
A fin de apoyar la toma de decisiones de inversión, la Unidad de Inteligencia de Economist Impact ha identificado 19 indicadores en cuatro áreas claves que reflejan qué tan sólido es el ecosistema de un país a la hora de favorecer la creación y crecimiento de start-ups (ver Gráfica 4).
Análisis de los factores que facilitan el ecosistema de start-ups
Economist Impact ha analizado siete mercados latinoamericanos (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México y Perú), a los que ha aplicado los 19 indicadores de un ecosistema de start-ups saludable. Esos datos han sido después comparados con cuatro países fuera de la región (Estados Unidos y China, principales mercados de start-ups, e Indonesia y Sudáfrica, economías de tamaño similar).
Preparación digital
La preparación digital es un factor crítico del ecosistema de start-ups que requiere de inversiones que van desde la infraestructura hasta la ciberseguridad. En América Latina, el fortalecimiento de los servicios de gobierno electrónico y la ciberseguridad son oportunidades clave. La pandemia de COVID-19 puso en evidencia la importancia de una infraestructura digital sólida. En países donde el sector financiero o el gobierno habían invertido en infraestructura financiera digital, los responsables de formulación de políticas pudieron utilizar estos canales de distribución para desembolsar rápidamente ayudas sociales y de estímulo financiero. En Brasil, por ejemplo, alrededor de 67 millones de personas recibieron al menos una transferencia de efectivo a partir de abril de 2020. En agosto, los beneficiarios habían utilizado alrededor del 40% de los fondos para realizar pagos digitales a servicios públicos y empresas, y para Internet. Esta sólida infraestructura digital representa una gran oportunidad.
La ciberseguridad es un área de preocupación para las start-ups en la región, y con razón. Según el Índice Global de Ciberseguridad de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), los siete países analizados tienen todavía mucho por hacer para fortalecer las protecciones y promover el crecimiento de mercados clave, entre ellos el comercio electrónico.
De manera similar, el gasto en Investigación y Desarrollo (I+D) es otra área de oportunidad para fomentar un ecosistema más sólido de start-ups en los países latinoamericanos, particularmente en los mercados más pequeños. Por ejemplo, el gasto en I+D de Perú representa solo el 0,1% de su Producto Interno Bruto (PIB), en comparación con el 1,2% de Brasil, el 2,1% de China o el 2,8% de Estados Unidos.
Inclusión digital
La calidad e inclusión de la infraestructura digital es otro factor importante que a menudo se queda fuera de la conversación. El nivel de inclusión en América Latina presenta un panorama mixto. Según el Índice de Internet Inclusivo de Economist Impact, Costa Rica, México y Argentina tienen los niveles más altos de uso de Internet entre los países latinoamericanos dentro nuestra muestra, quedándose solo ligeramente por detrás de China. China, México y Argentina son también los países donde las personas tienen una percepción más favorable (por ejemplo, mayor confianza) de la privacidad en línea.
Sin embargo, la calidad de los servicios de Internet, medida a través de un indicador compuesto que evalúa velocidad, latencia y capacidad de la banda ancha, es más débil en los países latinoamericanos que en líderes mundiales como China y Estados Unidos. Esto podría explicar, al menos en parte, por qué la región tiene espacio para el crecimiento de start-ups que dependen de la tecnología.
Políticas y regulación
Un entorno de políticas y regulación que propicie la inversión en innovación debe combinar varias prioridades a corto y largo plazo -lo que incluye una normativa que favorezca la creación de espacios para la innovación. El Microscopio Global, índice de Economist Impact que evalúa el entorno propicio para la inclusión financiera, ha identificado la importancia de la “proporcionalidad” regulatoria, es decir, la regulación debe ser proporcional al riesgo para el sistema financiero. También debe de ser proporcional al tipo o función de un producto, lo que significa, por ejemplo, que un banco que preste todo tipo de servicios y productos financieros estará regulado de manera diferente a una billetera de dinero electrónico que solo se puede usar para pagos. Un indicador cualitativo que mide si los países tienen un marco legal proporcional para los servicios emergentes, como los préstamos entre pares y el crowdfunding, sugiere que Chile y Costa Rica estarían rezagados en lo que respecta a la regulación del sector de tecnología financiera.
Otra práctica líder en la regulación de la innovación es la armonización con los estándares internacionales. Las políticas y regulaciones contra el lavado de dinero, la protección del consumidor y la privacidad de los datos son particularmente importantes para un mercado emergente próspero. Esta es un área donde los países latinoamericanos son relativamente fuertes en comparación con algunos pares globales, si bien Brasil y Costa Rica mostrarían un cierto rezago en cuanto a regulación contra el lavado de dinero, según datos de Microscopio.
Condiciones macroeconómicas y entorno de negocios
Los inversionistas siempre deben tener en cuenta el riesgo país general y el clima de negocios, los cuales tienen un impacto directo en la demanda de los consumidores y viabilidad de las inversiones a largo plazo. Aquí el panorama regional es una mezcla de oportunidad e incertidumbre.
La gran economía brasileña está mostrando una mejor resistencia ante la "segunda ola" de infecciones por COVID-19 y se espera que se recupere antes de lo esperado a los niveles anteriores a la crisis en 2021. Argentina continúa enfrentando volatilidad económica y presiones cambiarias, a la vez que espera un paquete del Fondo Monetario Internacional que ayude a restablecer la estabilidad macroeconómica. Los mercados más pequeños se muestran prometedores, por ejemplo, Costa Rica. A pesar de su pequeño tamaño, Costa Rica tiene uno de los climas de negocio más atractivos de América Latina, según el Ranking de Entorno Empresarial de la Unidad de Inteligencia de The Economist, que refleja estabilidad política, fuerza laboral calificada y nivel de impuestos.
Aceleradores que apuntan al crecimiento de las start-ups
Para complementar los esfuerzos por mejorar el entorno de negocios, algunos países de América Latina han lanzado programas orientados a la creación de empresas (que cubren tanto a pequeñas y medianas empresas como a aquellas de crecimiento más rápido). Por ejemplo, el gobierno colombiano ha buscado desarrollar áreas metropolitanas como núcleos de start-ups a través de su asociación INNPulsa con HubBog en Bogotá y su incubadora Ruta N en Medellín. Chile ha tenido un exitoso programa público de aceleración para nuevas start-ups durante una década, que incluye una división de inversiones semilla que ofrece una variedad de beneficios (tanto financieros como no financieros). Costa Rica también cuenta con programas para estimular la innovación en áreas como la ciberseguridad.
Pero no son solo los gobiernos los que están llevando a cabo tales esfuerzos: las empresas de la región también están adoptando una postura mucho más proactiva para impulsar la innovación. A principios de 2020 el Grupo Bimbo, multinacional mexicana de alimentos, lanzó dos programas de aceleración, Eleva y BakeLab, que invitaban a recibir propuestas de start-ups con nuevas ideas de productos que tuvieran el potencial de escalar globalmente, ya sea a través de la inversión de Grupo Bimbo o de una alianza comercial. AB InBev, empresa cervecera brasileña, lanzó el Acelerador 100+ en 2018, que tiene como objetivo encontrar nuevas start-ups con soluciones de mercado interesantes y viables. En los dos primeros años del programa, AB InBev apoyó 23 de las 39 empresas que se inscribieron, incluidas empresas de Argentina y Uruguay.
Gran parte de la literatura existente que analiza el crecimiento potencial de las start-ups en América Latina se centra principalmente, sino exclusivamente, en las de tecnología financiera (como era de esperarse, dado que representan alrededor de un tercio de las existentes en la región). Las soluciones digitales innovadoras que ofrecen los nuevos proveedores de tecnología financiera se enfocan en un segmento grande y desatendido del mercado de servicios financieros. Existe un potencial adiciona ya que la penetración de los servicios bancarios tradicionales en la región es limitada, alrededor del 50% en la mayor parte de América Latina y es incluso menor en algunos países, como 40% en México. El rápido crecimiento de este sector se está encontrando ahora con nuevas regulaciones. México fue uno de los primeros países en aprobar leyes para regular a las empresas de tecnología financiera. Es probable que otros países, incluyendo Perú y Argentina, pronto sigan su ejemplo.
Sin embargo, otros sectores, como la educación y la salud, que están menos desarrollados si se comparan internacionalmente, también podrían estar preparados para un rápido crecimiento. Las propuestas de start-ups exitosas en América Latina a menudo se centran en proporcionar soluciones localizadas, lo que frecuentemente implica atender a los sectores en la base de la pirámide en áreas en las que el sector público ha sido más débil, como la salud y educación. En cambio, el comercio electrónico se encontraba más desarrollado antes del inicio de la pandemia y desde entonces solo se ha acelerado, y tanto las empresas nuevas como las existentes están aumentando su oferta.
Conclusión: Busque propuestas de negocio y evite el ruido de los inversionistas
Los gobiernos, inversionistas y start-ups de América Latina han sido seducidos por el auge de los unicornios en todo el mundo, lo que ha influido en la forma en que se evalúan las oportunidades de inversión en la región. De cara al futuro, nuevas empresas indudablemente lograrán cruzar la valoración de los 1.000 millones de dólares, probablemente en una variedad de países por encima del limitado número actual. Sin embargo, es poco factible que se produzca una explosión de unicornios, ya que muchos países siguen limitados por un tamaño de mercado pequeño, una infraestructura digital que crece lentamente o un contexto regulatorio en desarrollo. Sin embargo, tomar todo esto de manera pesimista perdería de vista el panorama general: hay oportunidades significativas entre las empresas de menor tamaño, que ofrecen grandes rendimientos potenciales en sectores como el comercio minorista, servicios financieros, salud y educación. Y, lo que es más importante, que pueden desbloquear el crecimiento económico y ayudar a la región a alcanzar sus objetivos de desarrollo. Los países que han sido proactivos en el fomento de la creación de empresas, principalmente con reformas para mejorar el entorno de negocios, están en la mejor posición para beneficiarse del crecimiento futuro de la inversión.
Fuente: www.NetNews.com.ar
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