La tecnología ha sido un gran salvavidas en el nuevo contexto
Martìn Simonetta realiza un balance del año del presidente, y de una luna de miel que duró muy poco. Apunta a las medidas que tranquilizaron el mercado de cambios, y analiza su costo. A la vez, que en el plano global, habla de los posibles efectos de una segunda ola de COVID.
Ya transcurrió más de un año desde la asunción de Alberto Fernández, que será recordado -para bien o para mal- como “el presidente del COVID”. En ese marco, algunos amigos comparan a la economía argentina con una persona que se encontraba en coma -al asumir el actual gobierno-, y a la que -al aparecer el covid- se le cae un piano encima.
Es innegable la situación estanflacionaria y de default técnico con la que asume el actual presidente, cuya “luna de miel” duró muy poco. A diferencia de países desarrollados, con mucha más espalda financiera que la inexistente de la Argentina, los recursos económico-financieros frente a la pandemia global eran limitados y, en un contexto de alta y creciente pobreza, se apeló a la emisión monetaria (prácticamente único recurso disponible) para ejercer una contención social que atendió a las masas empobrecidas, pero desatendió a los generadores de riqueza y empleo: las empresas. Paradójicamente -o no-, como consecuencia de nuevos subsidios y regulaciones, la inflación del año 2020 -cercana al 36%- sería inferior a la del 2019 (53,8%). Ciertamente, estos precios reprimidos son algunas de las luces amarillas que enfrenta el actual gobierno.
Podemos decir, igualmente, que el año termina con cierta “tranquilidad”; especialmente, si tenemos en cuenta que el “blue” ha sido frenado por los bonos en dólares, que aspiran los pesos que presionarían más a la moneda extranjera a la suba. El criterio que prevaleció fue el de “paz social” versus el de “costo económico” de la medida. Después, se verá.
Por su parte, los excelentes precios internacionales de la soja dan oxígeno a la economía (también comprensibles en el contexto de la crisis del COVID). Pero esta situación no se capitaliza todo lo posible, dado el retraso cambiario oficial que castiga y desincentiva al campo argentino. Un indicador de este atraso cambiario es el crecimiento de las importaciones, y la caída de exportaciones en los últimos meses.
Saliendo del tema netamente argentino, a nivel global, el Bitcoin se presenta como imparable. Esto se da en el contexto de los temores de pérdida de valor de las monedas nacionales, producto de la salvaje emisión monetaria refugiada en la pandemia.
Pero ¿el COVID ya pasó? Los interrogantes respecto a la segunda ola, como sus efectos económicos y sociales son aún preguntas abiertas. Por el lado optimista, vemos el inicio global de vacunación. Por el pesimista, los riesgos de una nueva “trompada” sanitaria y económica. Sin duda, la tecnología ha sido el gran salvavidas de una parte de la humanidad en el nuevo contexto, lo cual se refleja en el incremento del mercado accionario de las empresas vinculadas a ese sector, a nivel global.
Por Martín Simonetta
Director Ejecutivo de Fundación Atlas para una Sociedad Libre
Profesor titular de Economía Política I (UCES), Economíaq Argentina, Economía Mundial y Principios de Economía (Cámara Argentina de Comercio -CAC-
Fuente: www.NetNews.com.ar
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