Viernes, 22 de Noviembre de 2024 | 04:02

La incapacidad política de entender

“Para el armador, la bandera es simplemente una cuestión de negocio”, así comenzó su disertación el capitán de ultramar, Alejandro Rapela, en el marco del ciclo de conferencias organizado por el capitán Julio González Insfrán, secretario general del Centro de Patrones y Oficiales Fluviales, de Pesca y de Cabotaje Fluvial.

 

Hasta los años ochenta, argentina tenía 85 buques navegando por aguas internacionales transportando carga argentina de exportación e insumos y productos de importación que necesitaba nuestro país. Teníamos una flota marítima reconocida en el mundo, que por malas políticas o políticas equivocadas, en la actualidad esa cifra se reduce a cero. ¿Cómo es que el tercer país exportador de la región de soja, trigo y maíz perdió la soberanía de su transporte marítimo-fluvial a manos extranjeras? ¿Qué hicieron otros países para solucionar esta problemática, para crecer y desarrollarse? ¿Por qué argentina se deja “robar” este negocio?

Todos estos interrogantes fueron respondidos por el capitán Alejandro Rapela, gerente de la empresa Empujes Argentinos, figura invitada a disertar en la segunda edición de “Un Puente para la PyMES”. Su testimonio es clave para comprender la problemática que viene afrontando la flota marítima y fluvial argentina, que desde la década de los noventa ha visto mermar su flota hasta su -casi- extinción. Lo importante es que aún se encuentra el país en condiciones de revertir esa decadencia, de existir la decisión política que podría revertir en un muy breve lapso esta decadencia y comenzar a emerger, con el consiguiente beneficio para el fisco nacional y como fuente generadora de trabajo para los argentinos.

Para el Capitán Rapela, la mejor manera de abordar el tema es contextualizando la situación mundial en tiempos en que la flota argentina tuvo su real apogeo, durante los diez años siguientes a la post-guerra, época en que las flotas mundiales crecían al 3 % anual mientras que la flota argentina lo hacía al 300 %. “Argentina visualizó que la demanda de alimentos iba a crecer y se preparó para afrontarlo, pero solo vio una parte del panorama, la otra no la vio venir”. En ese punto el Capitán Rapela explica que en el mundo el cambio de bandera de un buque es una práctica absolutamente normal dado que no tiene que ver con el falso nacionalismo sino con el negocio “. En definitiva, esto siempre es una cuestión de negocio” remarca Rapela, para luego dar cita a algunos ejemplos históricos. El primero al que hace mención se remonta al siglo XVI, cuando los ingleses cambiaron sus buques a la bandera española para poder seguir comerciando con las indias; para luego dar paso al año 1935, cuando la empresa ESSO Shipping contaba con 25 buques en la bandera polaca, tripulados por alemanes y ante la inminencia de la llegada de una guerra, mudaron sus buques a la bandera panameña, contratando tripulación americana.

 

“Los gobiernos, los dirigentes, las autoridades, tienen que entender que esto es un negocio; los armadores-dueños de los barcos- no se quedan en una bandera si no es negocio, esto no es una planta o un edificio. Este es un negocio que flota, se mueve y se va a donde le conviene”

 

La lista de cambios de bandera a nivel mundial es permanente y en la mayoría de los casosobedece a mejoras impositivas, aunque existen algunas excepciones como ocurrió en 1922, cuando la ley seca en Estados Unidos prohibió la venta de alcohol en todo su territorio, hecho que motivó a la empresa United American Lines a mudar sus dos cruceros a la bandera panameña para poder seguir ofreciendo el servicio de venta de bebidas alcohólicas a bordo.

Este hecho nimio en apariencia, produjo un profundo cambio en las políticas panameñas que vislumbraron el potencial del negocio flexibilizando, aún más las normas, para sumar a su registro cada vez más buques, tanto de los Estados Unidos como de Europa, logrando de esta manera convertirse en la cuarta flota mundial.

Esta misma situación fue lo que pasó en argentina, las empresas empezaron a radicarse en Paraguay porque el país tiene mejores condiciones impositivas. La ceguera de los políticos argentinos no vieron ese desguace que se estaba produciendo, y ninguno se preguntó ¿qué pasa que se nos está yendo la flota para Paraguay?” La pregunta retórica que formuló Rapela a la numerosa audiencia que colmaban las instalaciones del auditorio de la Fundación Internacional para el Desarrollo Local quedó flotando en el aire.

Argentina tiene una solución para esta problemática mundial, que es la creación de un llamado registro especial , tal como lo han hecho Noruega, Dinamarca, Portugal, Alemania, Luxemburgo, Italia y España, donde el buque no pierde la bandera de su país, sino que se incorpora a este “registro alternativo” que tendría que contar con exenciones y rebajas impositivas, además de mejoras en los convenios colectivos de trabajo, que harían reconsiderar al empresario argentino permanecer en una bandera de conveniencia o volver al país.

“Los gobiernos, los dirigentes, las autoridades, tienen que entender que esto es un negocio; los armadores-dueños de los barcos- no se quedan en una bandera si no es negocio, esto no es una planta o un edificio. Este es un negocio que flota, se mueve y se va a donde le conviene” concluyó el capitán Rapela.

La ceguera de los políticos en este tema no es reciente ni casual. A los armadores argentinos prácticamente se los expulsó del país, agobiados con leyes que no responden a la dinámica de un país del siglo XXI, gravámenes e impuestos. Tanto Paraguay como Bolivia vieron la oportunidad de crecer a expensas nuestras, y hoy es una de las flotas mundiales más importantes del mundo. Dejar de percibir 10 para ganar 100 es algo que no está en los libros de texto de políticos y funcionarios. Dejamos de percibir millones de dólares en fletes por no adecuar nuestra legislación marítima y fiscal similar a la que brindan nuestros países hermanos a los armadores argentinos.

 

Por Paola Batista

 

Fuente: www.NetNews.com.ar

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