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MEDIO AMBIENTE 29.05.2017

Ante el cambio de paradigma

Ing. Emilio Apud. Director de YPF y ex Secretario de Energía y Minería de la Nación.

 

Marion K. Hubbert, fue quien -en 1956- planteó la teoría del peak oil, según la cual las reservas de hidrocarburos se agotarían hacia fines del siglo pasado. Esa teoría tuvo mucho crédito a nivel de la opinión pública internacional y más aún en ámbitos recoletos como el científico e industrial, generando una consecuente alarma como la que oportunamente provocara la teoría maltusiana sobre la incapacidad de la tierra para abastecer un crecimiento exponencial de la población. Sin embargo, pasadas unas décadas, y a raíz de los avances tecnológicos, comenzaron a aparecer nuevas reservas petroleras como las de aguas profundas, de esquistos, de lecho marino, etc. que dieron por tierra las elucubraciones de Hubbert ampliando en centurias el horizonte de agotamiento o el peak oil.

 

Ahora y en los últimos 20 años se instala con fuerza en la sociedad internacional la preocupación por los trastornos que ocasionaría al eco sistema un creciente calentamiento global  asignándole al gas CO2 la responsabilidad principal. Hete aquí que ese gas es precisamente uno de los principales productos de la combustión de fósiles como el carbón, el petróleo y el gas natural. Y, si tenemos en cuenta que cerca del 80% de la energía producida mundialmente es de origen fósil, ergo, se asume que el problema del calentamiento global es fruto de la combustión de carbón, petróleo y gas.

“Al gas le tocará cerrar el largo reinado de los hidrocarburos”

 

Esta conclusión, sin llegar a ser una falacia es una simplificación del problema ya que el CO2 no es el único gas con efecto invernadero, el metano producido por el sector rural es de mayor incidencia aún y por otra parte, científicamente aún no se ha definido en cuanto participa el CO2 en el ciclo actual de calentamiento global, dado que en el pasado, cientos de miles de años, y sin la influencia antropogénica hubo períodos de calentamiento. De todos modos en los comportamientos de la sociedad moderna, híper comunicada e informada, lo que marca tendencias es la percepción de un caso más que su real conocimiento. Y la sociedad global y en consecuencia su dirigencia ha decidido concentrarse en disminuir, hasta eliminar, el uso de los hidrocarburos reemplazándolos por energías limpias y renovables.

 

Independientemente de la validez de las hipótesis que sustentaron esta decisión mundial, es conveniente pensar en abandonar el uso de hidrocarburos ya que, además de su participación en el agravamiento del calentamiento global, emite gases tóxicos y particulados que afectan directamente la salud en los grandes conglomerados urbanos.

“Es conveniente pensar en abandonar el uso de hidrocarburos ya que, además de su participación en el agravamiento del calentamiento global, emite gases tóxicos y particulados que afectan directamente la salud”

 

Entonces pasamos del Peak oil donde se dejaría de usar hidrocarburos porque se acabarían, a un nuevo escenario en el que se dejará de usarlos mucho antes que se agoten por decisión de la comunidad mundial quien así lo exige.

 

Ok, pero cuándo? Ya ha habido manifestaciones de interés para que ocurra antes de finalizar este siglo es decir dentro de 70/80 años, y coinciden con esta posición el G7 grupo de naciones más ricas e influyentes del mundo tras una declaración en su reunión de 2015.

El cambio cualitativo en la composición de los hidrocarburos en la transición hacia su desaparición estará dado por un crecimiento significativo del gas natural que irá reemplazando al carbón y al petróleo, por ser el hidrocarburo menos contaminante. Es decir al gas, le tocará cerrar el largo reinado de los hidrocarburos.

 

Esta transición puede resultar algo extensa para los ansiosos o mal informados. Pero sustituir 10.000 millones de toneladas equivalentes de petróleo que consume la humanidad hoy, solo en hidrocarburos,  requiere de esos plazos y siempre que se avance rápidamente en el desarrollo de energías limpias y renovables, o casi. Pero hay que tener en cuenta que la mayoría ellas son intermitentes es decir funcionan cuando hay sol o viento requiriendo por lo tanto de una energía manejable a discreción para suplir esas carencia, como la electricidad de origen térmico quemando gas natural o la nuclear o la hídrica. Como vemos, casi todo para producir electricidad que será la forma excluyente de utilización de energía del futuro.

 

Esta situación debe hacernos reflexionar a los argentinos que contamos con recursos energéticos 10 veces mayores que las necesidades de nuestros escasos 43 millones de habitantes y que emitimos a la atmósfera menos del 1% del CO2 total a nivel planetario. En mi opinión, deberíamos poner el foco en el gas natural, en particular el shale gas.  Contamos con el segundo recurso de shale gas en cantidad del mundo y con una calidad excepcional hoy extraíble económicamente gracias a la tecnología de fracking o fractura hidráulica, más popularmente conocidos como Vaca Muerta, no obstante este yacimiento es solo el 60% de todo el potencial de Shale gas en nuestro territorio, hasta ahora.


“Debemos concitar el interés de grandes players petroleros y de inversores ya que se necesitarán aportes de capital superiores a los USD 15.000 millones anuales durante muchos años”

 

 

Resumiendo, en los próximos años se continuará consumiendo petróleo pero con una declinación acelerada y el rol protagónico será para el gas natural del que disponemos para más de 400 años, es decir la mayoría deberá exportarse.

 

Conclusión, si Argentina no lograra poner en valor su gas en los próximos 60 o 70 años, o sacarlo para hacerlo más comprensible, quedará bajo tierra in aeternum sin valor alguno y nuestras futuras generaciones no nos lo perdonarán. Además habrá que extraerlo a buen ritmo ya que con el paso del tiempo al caer la demanda también lo hará su precio. Para evitar tal desatino, debemos concitar el interés de grandes players petroleros y de inversores ya que se necesitarán aportes de capital superiores a los USD 15.000 millones anuales  durante muchos años, misión difícil luego de las experiencias de default, incumplimientos y arbitrariedades de nuestro pasado, exacerbadas durante el kirchnerismo.

 

Si logramos ese objetivo el siguiente tema a encarar será definir el destino del denominado Government Take, o la parte de la renta de ese gas que se apropia el Estado, tanto nacional como provincial, la que, a mi criterio, debe destinarse a inversión y no a gasto corriente como sucede ahora. Inversión en infraestructura en el corto y mediano plazo, y en  educación a largo plazo, seguramente la mejor opción.

 

 

 

 

 

 

Fuente: www.NetNews.com.ar

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