Jueves, 21 de Noviembre de 2024 | 05:39

La Agenda de Desarrollo Sostenible bajo la lupa.

Julián D’Angelo Por Julián D’Angelo
Director Ejecutivo Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresaria y Capital Social (UBA) Secretario Ejecutivo de la Red Iberoamericana de Universidades por la RSE (RedUniRSE)

Los próximos 22 y 23 de septiembre se celebrará en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, la Cumbre del Futuro. Este encuentro global será fundamental para el diseño del rumbo de la Agenda de Desarrollo Sostenible en los próximos seis años que restan hasta su finalización

 

 

El último informe sobre esta Agenda 2030 de Objetivos de Desarrollo Sostenible, publicado a fines de junio, revela que solo el 17% de estas metas están en camino de alcanzarse en todo el mundo, mientras que el 83% restante demuestra un “progreso limitado o una reversión de ese progreso”.

 

Sin una inversión masiva y un aumento de políticas efectivas, el logro de estos objetivos seguirá siendo difícil de alcanzar en los plazos previstos.

El informe destaca algunos avances significativos, como el auge de las energías renovables, pero, por otro lado, se ha incrementado el número de personas que padecen hambre en comparación con 2019.

 

Este documento destaca tres prioridades urgentes a resolver:

En primer lugar, el financiamiento para el desarrollo. El déficit de inversión en los países en desarrollo, en el marco de esta Agenda, asciende a unos cuatro mil millones de dólares al año. Es por ello, que una reforma de la arquitectura financiera mundial resulta indispensable para lograr el volumen de financiación necesario para impulsar el desarrollo sostenible

En segundo lugar, el número de desplazados forzosos en el mundo ha alcanzado un nivel inédito, casi 120 millones en mayo de 2024, lo que pone de relieve la urgente necesidad de paz.

Finalmente, el necesario aumento de las inversiones y alianzas efectivas para impulsar transiciones críticas en áreas claves como alimentos, energía, protección social y conectividad digital.

 

Esta Agenda, con sus 17 ODS, es un plan de acción crucial para erradicar la pobreza, proteger nuestro planeta y asegurar la paz y prosperidad para todos. Sin embargo, estos objetivos solo se alcanzarán si actuamos con urgencia y compromiso.

Por ello, la incorporación de los ODS en la gestión de las empresas no puede ser una moda pasajera más. Esta Agenda no es simplemente un conjunto de buenas intenciones. Es una hoja de ruta que requiere el compromiso estratégico y, consecuentemente, económico y financiero de los gobiernos, las empresas, las organizaciones sociales, la academia y el mundo del trabajo. Es una plataforma que requiere un compromiso ético y honesto, que muchas veces implicará pagar el costo de enfrentar fuertes intereses constituidos.

 

Pero más allá de cuanto podamos acercarnos en los próximos seis años a estas metas, el valor de dicha Agenda tiene que ver también con tres aportes innovadores: primero, presenta una valiosa hoja de ruta, a partir de un gran consenso mundial sobre cuáles son los temas trascendentes para el desarrollo humano hacia 2030, expresado en sus diecisiete ODS, que sirven también como una buena brújula para el sector privado; segundo, redefinió el concepto de sostenibilidad, incorporando un amplio abanico de temas económicos, sociales, ambientales y de gobernanza pública; y tercero, la convicción de que es una agenda que debe ser abordada mediante alianzas de articulación público-privada, ya que, no alcanza solo con las políticas públicas, ni únicamente con la acción de las ONG’s o los Organismos internacionales y tampoco son asuntos que el mercado pueda resolver por sí solo.

 

En este contexto de crisis en nuestro país, es indispensable fortalecer estas articulaciones porque es ingenuo y, hasta perverso, pensar que el mercado pueda resolver por sí solo los dramáticos indicadores en materia social y salarial de nuestra población que han llevado, incluso, a UNICEF a señalar que 1 millón de niños se van a dormir cada día sin cenar en Argentina, y que 1,5 millón de chicos se saltea alguna comida durante el día porque sus padres y madres no tienen para comprar.

Con una puntuación de 74,40, la Argentina se ubica en el puesto 47, sobre un total de 166 países evaluados en el citado Informe.

 

Existen en nuestro país, valiosos ejemplos de empresas nacionales, incluso Pymes, que, de manera individual o asociados, llevan adelante grandes aportes en materia social y de inclusión, con un fuerte compromiso con la comunidad, en el marco de las metas de la Agenda 2030.

 

Por ejemplo, de acuerdo con el Informe de Indicadores Ambientales en el Sector Productivo Argentino[1], de un total de 3.944 empresas manufactureras relevadas, el 72% realizó al menos una actividad de cuidado ambiental.

A su vez, más de la mitad de ese porcentaje realizó más de dos actividades. En términos sectoriales, la industria automotriz, la de reciclaje de desperdicios, la de vinos y la de productos químicos fueron las que mayor cantidad de acciones de mejora ambiental implementaron.

 

En materia de empleo, por ejemplo, la Alianza para la Acción hacia una Economía Verde[2] señaló en septiembre de 2023 que “el 12% del empleo registrado en Argentina es verde”. Son unos 778 mil puestos de trabajo decentes y ambientalmente sostenibles en todo el país, que representan al 12 % del empleo total en Argentina, y es una tendencia que continúa en crecimiento.

 

Por otro lado, en materia de energía, si bien las emisiones de Argentina son relativamente bajas en comparación con otros países (0,8% del total global de emisiones y puesto 49 de 198 países en emisiones per cápita), la matriz energética dependiente de combustibles fósiles y las emisiones de los sectores agroindustriales suponen desafíos significativos en términos de mitigación.

 

Los combustibles fósiles representan hoy cerca del 60% de la generación de electricidad en la Argentina, porcentaje que se pretende reducir al 35% para 2030 mediante la expansión de las energías renovables, de acuerdo con el Plan de Transición Energética[3] presentado en 2023. El sector energético es responsable del 45% de las emisiones del país. 

 

A nueve años de la aprobación de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, puede señalarse que los problemas en el avance de varios de esos objetivos no tienen que ver exclusivamente con la falta de financiación, sino que, además, las sucesivas crisis que han golpeado al mundo desde el año 2020 –pandemia, inflación, la guerra en Ucrania- han hecho retroceder a muchos de ellos.

 

A partir de 2020, apenas iniciada la proclamada “década de acción”, la pandemia provocó el mayor crecimiento de la pobreza en el mundo en las últimas dos décadas, incrementó el hambre en el mundo, el desempleo y acentuó la desigualdad, afectando muy negativamente a más del 50% de los ODS.

A medida que nos vayamos acercando al 2030, y las Naciones Unidas puedan evaluar certeramente el grado de avance en cada meta e indicador, seguramente se planteará una nueva Agenda que nos guíe en las próximas décadas.

 

 

 

[1]https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files 2021/09indicadores_ambientales_en_el_sector_productivo_argentino.pdf

[2] https://www.un-page.org/static/754bc4408ceb3f35e48be5cc97a7de45/2021-argentina-executive-summary-new-panorama-of-the-green-economy-in-argentina-inventory-of-policies-and-labor-esp.pdf

[3] https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/289826/20230707

Fuente: www.Netnews.com.ar

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