Martes, 09 de Diciembre de 2025 | 17:27
ECONOMÍA 09.12.2025

¿QUÉ HAY QUE ESPERAR PARA EL DÓLAR EN EL FUTURO?

Mgs. Aldo Abram Por Mgs. Aldo Abram
Economista y Director de la Fundación “Libertad y Progreso”.

Tanto para exportadores como para importadores o los productores locales que compiten con estos últimos, la pregunta fundamental es saber si el dólar va a perder poder adquisitivo o lo va a ganar hacia delante. Esto va más allá de la discusión de corto plazo que se ha planteado sobre el atraso o no del tipo de cambio actual.

 

Lo primero es entender que el tipo de cambio de cualquier país normal, no sólo depende de lo que es el intercambio comercial de bienes (balance comercial) o de cuenta corriente (sumando los servicios reales y financieros), sino también de las decisiones financieras que toman los residentes y los extranjeros. De hecho, los famosos superávits (menores importaciones que exportaciones) o déficits (más compras que ventas externas) están determinados por decisiones financieras; porque nadie puede gastar lo que no tiene.

 

Una economía es la suma de las decisiones de las personas, que también conforman las empresas o negocios que las integran. Por lo tanto, rigen las mismas restricciones para ambas. Una familia que gana $1.000.000 solo puede gastar hasta ese monto. Para poder hacerlo por más, alguien debería estar dispuesto a prestarle; lo cual, en el caso de un país, significaría que lleguen inversiones o financiamiento del exterior que le permita tener un déficit en cuenta corriente. Si lo hace la gente y las empresas, no es malo; ya que tendrán previsto el pago con ahorro o ganancias de las inversiones realizadas. Esto genera crecimiento. Además, si alguno no paga, es un problema individual y no de la sociedad. La mala prensa que el déficit en cuenta corriente tiene en Argentina se debe a que generalmente ha sido el Estado el que ha usado ese financiamiento para malgastar y sin prever cómo lo iba a devolver; ya que eso se lo dejaba a otros gobiernos. Así que, no sólo no generaba nada bueno, sino que traía futuras crisis.

 

O, por ejemplo, si la familia tuviera que devolver ese préstamo, debería gastar menos de lo que le ingresa; lo mismo sucede con los países que, para poder pagar sus pasivos, deberán exportar más de lo que importan y tendrán un superávit en cuenta corriente. Cuando son los Estados que tomaron esos pasivos que habrá que abonar, están obligando a las futuras generaciones a que deban bajar sus gastos, nivel de vida, para pagarlos.

 

"no es correcto usar los promedios históricos del tipo de cambio para medir cuál debería ser el actual; ya que estamos tomando un período de casi permanente anormalidad"

 

 

También, una familia podría decidir ahorrar y, para ello, deberá gastar menos que lo que le ingresa. Los residentes de un país podrían decidir fugar capitales y, eso, implicará que su demanda interna baje para que se exporte más de lo que se importe, generando un superávit que provea las divisas necesarias. En Argentina, muchas veces se ha festejado el aumento de este resultado “positivo” de la cuenta corriente, cuando en realidad era consecuencia de un proceso de descapitalización y desfinanciación de la economía, que empezaba a evolucionar peor. Por otro lado, esta decisión de ahorro en divisas podría no estar siendo tomada por la gente, sino por un banco central que adquiere divisas y, como estas se depositan en el exterior, también implica restar crédito interno a la economía.

 

También una familia podría decidir desahorrar para adquirir más bienes y servicios de lo que le permite su ingreso. En los países, pasa igual cuando los bancos centrales deciden vender sus reservas para bajar el tipo de cambio, habilitando una mayor disponibilidad de divisas para que aumenten las importaciones. Dado que esto es un financiamiento “artificial” de la economía, genera un déficit o una baja del superávit en cuenta corriente que no es bueno; ya que obligará a una posterior corrección al alza del tipo de cambio cuando el banco central no pueda seguir vendiendo moneda extranjera. De hecho, este tipo de medidas es la que muchas veces lleva a los “cepos”, para evitar reconocer ese atraso del tipo de cambio restringiendo la demanda de “dólares oficiales”; lo que termina incentivando los mercados paralelos. Un esquema que siempre termina mal, cosa que hemos sufrido incontables veces.

 

Desde abril se unificó el tipo de cambio; aunque no se salió totalmente del cepo. Quedaron algunas restricciones menores a los flujos y, algunas muy importantes, que son al stock. Durante la anterior gestión se generó una gran deuda comercial, al obligar a financiar las compras al exterior, y otra que tiene que ver con la restricción a girar dividendos al exterior a las empresas extranjeras. Si uno se tiene que hacer cargo de una empresa en convocatoria, lo primero que hace es normalizar operativamente la empresa (flujo) y, luego, ve de ordenar el pago de sus pasivos. Si intentara pagar inmediatamente estos últimos, la compañía quebraría. Si bien ya no debería haber más restricciones a los flujos y todavía los hay, la realidad es que la liberación de los stocks de deuda se irá haciendo en la medida que se vaya normalizando el país y el ingreso de capitales.

 

Tampoco es posible hablar de un mercado totalmente libre y flotante desde el momento que el Tesoro Nacional no compra sus divisas en ese mercado; ya que las adquiere directamente del banco central. Si bien es cierto que lo hace al valor de mercado, también lo es que, si hubiera participado del mismo, ese precio sería más alto. Por supuesto, como el banco central le entrega reservas propias o se endeuda (usando el swap de EEUU), pierde dólares disponibles para poder intervenir si hay que defender el valor del peso. Lo razonable es que el Tesoro planee su compra de divisas y las haga por montos diarios similares preanunciados, cosa de que sus necesidades para pagar deuda externa no influyan en la tendencia del tipo de cambio de mercado.

 

Hasta ahora, Argentina se ha caracterizado por ser un país en el que sus ciudadanos y los extranjeros casi siempre han estado sacando sus ahorros e inversiones del país; lo cual desfinancia la demanda interna. Además, ante la posibilidad de una crisis, los argentinos ahorran para comprar divisas y tener un “colchón” para morigerar el impacto negativo si ocurre la debacle; por lo que dejan de gastar e invertir, lo mismo que las empresas. Por eso, no es raro que la tendencia haya sido a tener superávits comerciales o, incluso, de cuenta corriente. A veces, para compensar la incertidumbre generada por las malas políticas económicas, el banco central se ha desprendido de sus reservas financiando esa fuga de capitales para evitar su impacto negativo sobre el nivel de actividad. Esto puede disminuir coyunturalmente los superávits o, incluso, llevar a algún déficit; pero, como vimos, es insostenible porque las reservas no son infinitas. Conclusión, en las economías en las que prima la fuga de capitales, los dólares libres suelen tener un alto poder adquisitivo respecto a la economía local; ya que estamos prefiriendo comprarlos para cubrirnos del riesgo doméstico dejando de gastar, invertir y ahorrar en el país.

 

Por décadas, han primado los escenarios descriptos en el párrafo anterior y hemos tenido pocos períodos de alguna tendencia coyuntural a la “normalidad”. El 26 de octubre, el electorado volvió a reafirmar con el voto su decisión de hacer el esfuerzo y sacrificio necesario para tener un país normal. Si este camino se sostiene, resolviendo los problemas acumulados durante tanto tiempo haciendo las reformas estructurales necesarias, la confianza en el futuro de Argentina seguirá aumentando. Por ende, argentinos y extranjeros encontraremos cada vez más interesante ahorrar e invertir en el país. Así que vamos a tener ingreso de capitales y, no, fuga. Eso implicará un mayor financiamiento de la demanda interna. Además, se dejarán de armar “colchones anticrisis”; por lo que aumentará el gasto e inversión de la gente. La acumulación de divisas en sí no da bienestar si responde al temor. Por lo tanto, cuanto más aumente la confianza, mayor será el desarmado de ese ahorro de cobertura para poder realizar consumos o inversiones postergadas por miedo. Así que habrá cada vez más oferta de dólares y mayor demanda de bienes, servicios y activos argentino; lo cual quiere decir que es esperable que baje el poder adquisitivo de las monedas extranjeras en Argentina.

 

Por lo descripto anteriormente, no es correcto usar los promedios históricos del tipo de cambio para medir cuál debería ser el actual; ya que estamos tomando un período de casi permanente anormalidad. Esa no es la situación de hoy. Para tener una idea, el 17 de diciembre de 2015 se unificó el tipo de cambio, porque el gobierno de “Cambiemos” decidió salir del “cepo” de Cristina Fernández. El valor del tipo de cambio oficial de ese día fue el equivalente, más o menos, a $1.330   de hoy. O sea, por debajo de los dólares “paralelos” previos y, luego, ambos siguieron bajando. En ese momento, la confianza se basaba en un gobierno que prometía llevar el país a la normalidad; lo que no pasó. Hoy, hay una gestión que logrado avanzar para sacar a Argentina de décadas de anormalidad. Ha equilibrado las cuentas públicas y saneado el Banco Central. Redujo significativamente la inflación. Realizó un gran proceso de desregulación y de reforma del Estado; aunque todavía le falte mucho por hacer. Es cierto, la “herencia” fue mucho peor; pero el grado de avance en resolver los problemas generados en el pasado es muchísimo mayor que a fines de 2017 y, las posibilidades de seguir haciendo cambios, también son superiores.

 

Si se confirma esta percepción, habrá una gran transformación económica de Argentina. Es imposible pensar que una estructura productiva que se adaptó para sobrevivir a muchas décadas de anormalidad, sea exactamente la misma que sea viable en un país normal. Uno de esos cambios será justamente que las monedas extranjeras tenderán a tener un menor poder de compra a futuro. De hecho, lo mismo pasó con todas las naciones que hicieron esta misma transformación en el pasado. Por otro lado, cabe tener en cuenta que para que la confianza se recupere será determinante cuánto se avance en las reformas estructurales, a mayor profundidad de cambio, menor será el poder adquisitivo del dólar; pero, también, mayor será la ganancia en eficiencia de la economía por haber resuelto problemas de fondo graves.

 

"Muchos empresarios se quejan de estos cambios que vendrán; pero la alternativa es seguir en la anormalidad que vivimos hasta ahora"

 

 

 

La enorme mayoría de los sectores que han podido exportar a pesar de los “cepos” y retenciones van a poder seguir haciéndolo y creciendo en el futuro; pero no los que dependían de valores exagerados del tipo de cambio, que son muy pocos. En cuanto a los sectores que compiten con las importaciones, tendrán que ver de invertir y esforzarse por ganar competitividad. Antes no lo hacían porque los niveles de protección que tenían les permitían cobrar mucho más de lo que sus productos valían en el exterior y ese beneficio va a desaparecer.

 

Por otro lado, surgirán nuevos sectores que crecerán. Por ejemplo, los que son útiles para el desarrollo de las inversiones, que se incrementarán muy fuerte. También, los que dependían del poder adquisitivo de los argentinos. Durante décadas de empobrecimiento fuimos gastando una mayor proporción de nuestros ingresos en lo que es “básico” y, por ende, dejamos de hacerlo en aquello que era prescindible, mayormente servicios. El crecimiento económico permitirá incrementar el poder de compra de las familias y, por ende, habrá grandes oportunidades de inversión y negocio en todo aquello que antes no podíamos comprar; pero que justamente hace a una mayor calidad de vida.

 

Muchos empresarios se quejan de estos cambios que vendrán; pero la alternativa es seguir en la anormalidad que vivimos hasta ahora. No creo que la mayoría de los argentinos quiera volver a eso. Los empresarios tienen un don, pueden detectar las necesidades de la gente y ganar plata cubriéndoselas a un costo menor al que ellos están dispuestos a pagar. Por eso, es importante que tengan en cuenta el futuro que en esta nota se analizó. Así, podrán anticiparse a las necesidades de los habitantes de una Argentina normal e invertir y poder ganar plata satisfaciéndolas. Esto redundará en mayores oportunidades de progreso y libertad para todos.

 

 

 

Fuente: www.NetNews.com.ar

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