Mal pronóstico para el comercio exterior de la Argentina en 2023: razones y oportunidades para el cambio.
Economista de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) y miembro del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).
El año recién iniciado presenta una serie importante de dificultades para el desarrollo del comercio exterior de la Argentina. Algunas provienen de la continuidad de los graves problemas macroeconómicos que enfrenta el país cíclicamente y con mayor intensidad en las dos últimas décadas. Otras dificultades provienen de una coyuntura muy adversa para el principal sector exportador local, la agroindustria, debido a una persistente sequía y a los menores precios internacionales esperados.
Empezando por el análisis del escenario macroeconómico en su relación con las actividades del comercio exterior, aunque el ritmo de devaluación se aceleró en los últimos meses, el punto de partida y la evolución de las cuentas públicas indican que el dólar para las operaciones de comercio exterior sigue remunerando a las exportaciones muy por debajo de las expectativas de devaluación y, por lo mismo, alienta a mayores importaciones. Esta situación, con brechas entre el dólar comercial y el financiero que no cederían en 2023 (80-100%) seguirían obligando a las autoridades económicas al mantenimiento de los controles de precios, tipos de cambio sectoriales y racionamiento de las importaciones.
"Brasil es nuestro principal mercado de exportación seguido por la Unión Europea, el USMCA (ex NAFTA), China y Chile"
Mirando a la Argentina en el contexto regional, cabe recordar que América Latina viene de una década de bajo crecimiento y se enfrenta a un futuro de mediano plazo que no augura muchos cambios. Sin embargo, dentro de los países comparables, el nuestro llama la atención por varios factores. En primer lugar, la carga de deuda sobre el PBI es mayor que en la mayoría de los países, pero no superior a la de Brasil. Sin embargo, los numerosos episodios de default de la Argentina hacen que su riesgo país sea diez veces superior al de nuestro socio en el Mercosur. Nuestro socio, además, garantiza su deuda con un abultado nivel de reservas internacionales. Por otra parte, los países de la región han ido reduciendo su tasa de inflación en 2022, luego del efecto del aumento de los precios internacionales incluidos los fletes del comercio. Sus tasas anuales son equivalentes o aún menores que la tasa mensual de inflación de la Argentina. Otro de los aspectos destacables en la comparación entre la Argentina y la región latinoamericana es que el esfuerzo exportador de nuestro país está por debajo del de México y Chile, por ejemplo, tanto a nivel de participación en el PBI como en términos de las exportaciones per cápita. La participación de nuestras exportaciones en el PBI ronda el 17%, porcentaje que resulta menor al 25% promedio mundial. Esa participación se asemeja al comportamiento brasileño. Sin embargo, en Brasil, el mantenimiento de condiciones macroeconómicas estables desde fines de los 90 ha resultado en la ya mencionada importante acumulación de reservas y en un financiamiento privado de los cambios estructurales a través de nuevas inversiones, como el desarrollo agroindustrial de la última década que ayudó a mantener su posición exportadora cuando la competencia de China afectó a sus exportaciones manufactureras (ver Cuadro).
Con respecto a los problemas de la agroindustria y la sequía, nuestro país se encuentra ante una situación excepcional. La sequía afectó a la recientemente finalizada cosecha de trigo con pérdidas estimadas del 50%. También se vieron afectados el maíz y la soja de primera (los que se cosechan más temprano en el año) y, aunque se pronostica un cambio climático hacia mayores lluvias, la escasez de humedad ya ha dañado la mayoría de los cultivos de cosecha gruesa de la zona núcleo, lo que afectará sus rendimientos. Como el mismo gobierno reconoce, el sector agroindustrial es un motor muy importante de la economía y, especialmente, de las exportaciones. Por lo tanto, las autoridades han declarado que se irán adoptando medidas que ayuden a su recuperación, sobre todo en los aspectos impositivos y financieros, aunque en un muy delicado balance con el resto de las medidas macroeconómicas.
Los recientes datos anuales sobre el comercio exterior publicados por el INDEC suman información al panorama descripto. En 2022, por el lado exportador el balance comercial externo muestra que las exportaciones aumentaron un 13,5% con respecto al año anterior (USD 88.446 millones). Por su parte, las importaciones aumentaron un 29% (USD 81.523 millones), reduciendo su dinámica de crecimiento significativamente por la aplicación de controles. El saldo acumulado del balance comercial fue de USD 6.923 millones. En 2021 el balance comercial había alcanzado los USD 14.721 USD millones, valor semejante en magnitud al de los dos años anteriores. Entonces, mejores precios internacionales para nuestras commodities agroindustriales daban margen para una importante acumulación de divisas. Éstas se utilizaron, en gran parte, para la regulación del mercado de cambios, agotando las reservas. Además, en 2022, el peso de las importaciones de combustibles fue del 15% de las compras externas y su valor aumentó en un 120% debido a la crisis internacional derivada de la invasión rusa a Ucrania. El año terminó con aumentos de precios internacionales equivalentes para nuestras exportaciones e importaciones y con una leve caída de los volúmenes exportados.
"los intereses de la Argentina en el mediano plazo requieren, por un lado, de un funcionamiento fluido de las condiciones de multilateralismo en los mercados internacionales para asegurar el abanico de destinos exportadores"
En 2022, se mantuvo el patrón de nuestros principales socios comerciales. Brasil es nuestro principal mercado de exportación seguido por la Unión Europea, el USMCA (ex NAFTA), China y Chile. Del lado importador, el MERCOSUR, seguido de cerca por China son nuestros principales abastecedores, junto con USMCA y la Unión Europea. El 54% de nuestras ventas externas y un muy significativo 75% de nuestras compras se vinculan a estos socios principales. Del lado exportador, nuestro país mantiene su posición de “global trader”, vendiéndole alimentos al mundo. Pero del lado importador prima el abastecimiento de insumos y bienes de capital de China y los países avanzados, y el intercambio administrado en la industria automotriz con Brasil, que concentran los orígenes de importación. Todas las compras externas pasan por un filtro burocrático que responde, principalmente, a la crítica situación de divisas de nuestro país. Los muy recientes acuerdos con Brasil (en oportunidad de la reunión de la CELAC) sobre la ampliación del sistema de pagos con moneda local en el comercio bilateral podrían aliviar, en parte, el racionamiento de importaciones aunque solo en las compras con ese origen. En el actual contexto podría generarse algún riesgo de aumentar nuestra dependencia comercial desde pocos países proveedores.
Las recurrentes crisis macroeconómicas de la Argentina con sus consecuencias de endeudamiento externo, inestabilidad cambiaria, reducido horizonte temporal para los negocios y baja inversión han llevado a esta situación de urgente necesidad de un balance comercial externo positivo y alto. En contraste, la baja diversificación exportadora y la concentración de los países abastecedores internacionales crean importantes riesgos de precios en nuestro comercio exterior. Los obstáculos derivados del análisis anterior muestran la necesidad de un cambio en la estrategia externa local en el contexto de un plan de estabilización macroeconómico. Del lado exportador, deberían reconocerse las ventajas de la diversificación de productos respetando las ventajas comparativas de nuestro país. La diversificación serviría tanto a la macro al reducir los riesgos de la variabilidad de los precios internacionales, como a la posibilidad de lograr un desarrollo territorial más equilibrado. En cuanto a la estructura de nuestros socios comerciales, los intereses de la Argentina en el mediano plazo requieren, por un lado, de un funcionamiento fluido de las condiciones de multilateralismo en los mercados internacionales para asegurar el abanico de destinos exportadores y, por el otro, de una adecuada inserción en los esquemas preferenciales regionales, comenzando por el MERCOSUR, para mejorar las condiciones del comercio recíproco con nuestros abastecedores principales. Como el lector puede apreciar, en este diagnóstico y sus recomendaciones no hay grandes novedades con respecto a lo ya conocido, sin embargo, vale la pena insistir en su vigencia.
Fuente: www.NetNews.com.ar
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