Sábado, 09 de Noviembre de 2024 | 00:29
Educación

Venezuela y Argentina ¿dos caras de la misma moneda?

Natalia Motyl Por Natalia Motyl
Lic en Economía UBA, Directora de Candormap, Directora de Fundación Libertad Humana de Chile y Escritora

Venezuela y Argentina son dos países de la región latinoamericana que parecen hermanos: prometían mucho el siglo pasado, pero fueron absorbidos por gobiernos populistas que terminaron erosionando el tejido socioeconómico de ambos países. Sin embargo, más allá de las similitudes, el desarrollo económico no se dio de forma similar.

Si comparamos la evolución del PBI per cápita entre la Argentina y Venezuela, tomando los datos históricos de Maddison Project, vemos que existen cuatro períodos claros: i) hasta 1949 en el que el desarrollo económico de nuestro país era superior al de los venezolanos; ii) de 1950 a 1997 en el que el PBI per cápita fue 1/3 superior al de Argentina; iii) de 1997 a 2015 con niveles de desarrollo similares; y, iv) de 2015 en adelante donde se refleja la debacle económica del país petrolero.

 

La performance económica de las cuatro etapas las podemos relacionar con las políticas públicas llevadas adelante por los distintos gobiernos que explicaron el desarrollo de cada uno de los países. Pero, fundamentalmente, por la performance en materia de calidad institucional y de educación.

 

Un trabajo publicado en el FMI por Bas B. Bakker, Manuk Ghazanchyan, Alex Ho, Vibha Nanda en el 2020 muestran que los dos factores que determinan el desarrollo económico de un país son: i) tener un elevado capital humano; y, ii) poseer una buena gobernanza y un buen clima de negocios. Por ejemplo, un país puede tener un alto capital humano que favorezca la productividad, pero no pueden entrar capitales por los altos impuestos o la falta de estabilidad jurídica y las empresas, por lo tanto, no pueden crecer. En general, en este tipo de países, las empresas son pequeñas y la productividad es baja.

Con respecto a la calidad institucional, entre 1880-1890 la Argentina experimenta un crecimiento del PBI per cápita del 68%. Durante este período un grupo de intelectuales, políticos y escritores autodenominados “Generación del 80” comenzaron a organizar el aspecto jurídico y político del país, poniendo fin a la Guerra Civil. La Argentina pasó de un crecimiento entre 1810 y 1850 de entre el 4% y 5% anual a experimentar una expansión económica de entre el 7% y el 8% anual en los años subsiguientes.

Según el historiador económico Roberto Cortés Conde, este período se caracterizó por la incorporación de los factores de producción: tierra, trabajo y capital.

Con respecto a la tierra, se incrementaron tanto por las expediciones de Alsina y Roca entre 1876 y 1890 como aquellas alcanzadas por la construcción de líneas ferroviarias. Por otra parte, hubo una mayor inversión de capital en infraestructuras, ferrocarriles y puertos. Por último, se gestó un incremento de la población debido a la inmigración, la tasa de crecimiento y su distribución regional con un desplazamiento desde el Centro y Noroeste hacia el Litoral. Existe cierto proceso de organización a nivel nacional que mejora la calidad institucional del país y explica el crecimiento sostenido de esos años.

 

"Comúnmente se habla de gastos en educación, capacitación, atención médica, pero en realidad es inversión en capital"

 

 

Engerman y Sokoloff (2002), La Porta (1997) y Acemoglu (2001) han focalizado en el efecto de establecer instituciones que garantizaran los derechos de propiedad privada para fomentar la inversión y las innovaciones; para que el inversionista y el innovador puedan cosechar lo que han sembrado. 

 

Venezuela, en cambio, presentó un estancamiento económico resultado de la Guerra Federal, las revueltas y las revoluciones que diezmaban la población.  La falta de estabilidad jurídica y política impedía el desarrollo económico. Otro aspecto relevante es que los derechos políticos sólo estaban reservados a aquellos venezolanos que tuvieran bienes de fortuna o que tuvieran ingresos superiores a un mínimo establecido. Se incorporaron algunos aspectos liberales tanto en lo político como en lo económico, aunque de forma muy limitada.

 

Engerman y Sokoloff (2002) intentaron explicar los caminos de desarrollo divergentes entre América del Norte y del Sur desde los primeros tiempos coloniales, proporcionando evidencia de cómo en sociedades con alta desigualdad al inicio de las instituciones de colonización evolucionaron de formas que se limitaba el acceso a la pequeña elite al poder político y las oportunidades para el progreso económico. Las condiciones iniciales de desigualdad tuvieron un efecto prolongado y por su influencia en las políticas públicas tienden a perpetuar aquellas instituciones y políticas que atrofian el desarrollo.

No es coincidencia que la desigualdad inicial y la concentración del poder en un pequeño grupo sea una de las razones por las que el promedio de crecimiento anual de ese período no superara el 1,6%.

 

Por último, con respecto al segundo factor el capital humano, la performance ha sido decepcionante para ambos países en los últimos años. Sin embargo, en la Argentina el desempeño inicial fue más favorable, lo que permitió el crecimiento económico de los años posteriores.

 

La literatura demostró la importancia de la educación como motor de crecimiento económico que puede incrementar: i) el capital humano; ii) productividad del trabajo: iii) capacidad de innovación en la economía; y, iv) facilidad de para la difusión y transmisión de conocimiento.

¿A qué hacemos referencia cuando hablamos de capital humano? Según Gary Becker, capital humano es escolaridad, un curso de informática, gastos en atención médica y otros valores de puntualidad y honestidad que también son capitales en el sentido de que mejoran la salud, aumentan los ingresos, etc. Comúnmente se habla de gastos (en educación, capacitación, atención medica) pero en realidad es inversión en capital.

Hanushek y Woessmann intentaron estimar el efecto de la educación sobre el crecimiento económico. En general, esto se estimaba mediante una regresión en dónde el crecimiento del PBI per cápita a lo largo de un período de tiempo es función de los años de escolaridad controladas por variables que son relevantes para el crecimiento económico. De esta forma, se encontraba una correlación positiva entre los años de escolaridad y el crecimiento económico.

 

"lo importante no era incrementar en promedio los años de escolaridad sino si esos años de escolaridad incrementan los conocimientos y habilidades cognitivas de los chicos"

 

En Venezuela desde mediados del siglo XX comienzan a elaborarse los primeros programas de alfabetización de la población. En 1940 se empiezan a plantear diferentes formas para ampliar los años de escolaridad entre los venezolanos.

En Argentina se da este proceso muchísimo antes. Con la sanción de la Ley 1420 en 1884, se decreta la educación obligatoria, laica y gratuita y comienza a masificarse la escuela primaria en todo el país. De esta forma, se baja, considerablemente la tasa de analfabetismo.

En 1869 la tasa de analfabetismo era del 78,2%, No obstante, en 1947 la tasa baja hacia el 13,6%

En tanto, en Venezuela fue mucho más alta durante mucho tiempo. En 1980 la tasa de analfabetización era del 16%, bajando al 6% en 2010 cuando nuestro país en ese año la tasa de analfabetización no superaba el 2%.

No obstante, el interrogante que dispara la investigación de Hanushek y Woessmann es por qué América Latina no tuvo un crecimiento económico significativo desde la década de los 60, a diferencia de los países de Asia Oriental y de la región de Medio Oriente y África del Norte, cuando sus tasas de escolaridad y nivel de ingreso eran más altas que la de estos países. Los autores definieron que lo importante no era incrementar en promedio los años de escolaridad sino si esos años de escolaridad incrementan los conocimientos y habilidades cognitivas de los chicos.

En Argentina la calidad educativa se ha deteriorado en los últimos años.  En el año 2000 la Argentina participó del programa central de las pruebas PISA, en lengua, obteniendo un puntaje de 418, 9 años después, el puntaje obtenido cayó a 398. Contrario a lo que había sucedido en otros países de la región como Brasil, que subió de 396 puntos en el 2000 a los 412 puntos en 2009, y México, que subió desde los 422 puntos del 2000 a los 425 puntos en 2009. En 2012 bajó, nuevamente, a 396 y recién en 2018 subió a 401 puntos. Más específicamente, nuestro país pasó de estar en el puesto número 51 de 57 países en el 2006 al puesto 57 de 65 países en el 2009 y 63 de los 79 países en el 2018.

Desde 1998, Venezuela no participa de ninguna evaluación a nivel local o internacional de la calidad educativa. El último registro que se tuvo fue en 1997 cuando se lleva a cabo una evaluación en la región por el Laboratorio Latinoamericano de la Evaluación de Calidad de la Educación y el país petrolero sale penúltimo en comprensión de texto y último en operaciones matemáticas. La hipótesis es que la calidad educativa ha empeorado alarmantemente desde esos años.

 

En economía no existen recetas mágicas sino recetas exitosas. Si repasamos un poco la historia de ambos países vemos que las soluciones para volver a crecer están a la vista: mejorar la calidad institucional y la calidad educativa.

 

 

 

Fuente: www.NetNews.com.ar

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