La lucha de la política en 2022: principios o decisionismo
Docente de la Licenciatura en Ciencia Política, Gobierno y Administración y del Doctorado en Ciencia Política de la Universidad de Belgrano
Estamos acostumbrados al análisis de la inmediatez. Nos supera la coyuntura. Los golpes cotidianos son zarpazos sobre los que se desgreñan nuestras esperanzas de un futuro mejor y digno de ser vivido. De seguir en los pasos que venimos dando en estos finales del 2021, avanzaremos distanciándonos más unos de otros.
De un lado, se pondrán los valores que hacen a la concordia y al bienestar. Del otro, el decisionismo pragmático, es decir la pura acción sin importar la distinción entre bien y mal en lo que se decide. Si el puro decisionismo se acentúa, el 2022 será un tiempo alejado de diálogos y consensos y con predominio de tiranteces, desatinos, enfados y enfrentamientos.
Si se quieren avivar posturas personalistas, cuasi autoritarias, que busquen posiciones hegemónicas por un lado, o se desatan luchas internas desgastantes por el otro, resultará imposible amalgamar posiciones en base al diálogo y la búsqueda de una sociedad pluralista. Se presenta, además, el riesgo de que la voluntad del Gobierno subordine la necesidad del funcionamiento institucional armónico a una construcción electoralista con prácticas delegativas, y busque desplazar al control institucional y la rendición de cuentas. La política como espectáculo trivial se opondrá al verdadero sentido de lo político, sustentado en la racionalidad.
Pero el deseo que acompaña a la esperanza de que las cosas no sean de tal talante y el análisis que conduce a los interrogantes nos llevan a calibrar la lente para ampliar y mejor orientar la mirada sine ira et studio.
En el hoy candente, la economía parece dominar el panorama. Sin embargo, no se puede prescindir de la política. Se equivocan quienes creen que hay economía sin política, pues el futuro está indisolublemente unido a las decisiones que provienen del Gobierno y de las respuestas que se generen en otros ámbitos del poder. La política es la responsable, entre otras cosas, de fijar las prioridades, midiendo las dificultades y problemas que enfrenta toda la sociedad.
"Si el puro decisionismo se acentúa, el 2022 será un tiempo alejado de diálogos y consensos y con predominio de tiranteces, desatinos, enfados y enfrentamientos"
La negociación de la deuda ocupará el poco tiempo que resta de 2021 y algo más que el primer trimestre de 2022. Y estará marcada por el lema hobbesiano que dice: es ley de la naturaleza que los pactos se cumplan y, si se hace caso omiso a ello, más pronto que tarde, se vuelve a un estado de naturaleza. También en el plano económico, se presenta como necesidad, y no como opción, generar trabajo genuino, lo que requiere de un acuerdo político básico y de sinceridad entre fuerzas que, por cierto, en estos días, no están mostrando la claridad requerida.
En el campo social es donde se debe iniciar la lucha más desafiante. El deterioro del tejido social, generado por múltiples causas, es tan profundo que exige poner los mayores esfuerzos. La solución requiere de tiempo, pero hay que tomar el toro por las astas. En este plano, lo urgente y lo importante no están divorciados. Educación, salud pública, seguridad y capacitación para el trabajo son necesidades extendidas en todo el país, aunque estén más concentradas en los grandes centros urbanos.
¿Tiene este panorama algo en el haber? Sí y, por cierto, es de gran valor: consiste en el deseo genuino del pueblo de acceder a una vida mejor, el convencimiento de que la defensa del orden institucional es indispensable, y una conciencia pública extendida sobre que se está cursando un momento crítico del que se debe emerger.
El esfuerzo que se requiere para revertir los horizontes que se están delineando es enorme. No hay registro en la historia de la salida de una crisis profunda sin dolor. Se requiere de conducta cívica y esfuerzos compartidos.
Tal vez uno de los medios para cicatrizar los rasguños, trabas y quiebres con que nos ataca la realidad sea que la política vuelva sobre sus pasos y mire a la virtud que tiene que servirle de guía: la prudencia, que significa la recta razón en el obrar, y las partes que la componen.
Esas partes son: memoria del pasado para no caer en los mismos errores cometidos; inteligencia del presente, que no es otra cosa que conocimiento de los principios que se deben seguir; sagacidad para resolver las cosas urgentes; providencia que consiste en fijarse el fin que se busca para desde allí ordenar los medios que permitan conseguirlo; circunspección para afrontar las circunstancias que incidan en el desvío del fin propuesto, y precaución que es previsión en relación con la elección de lo adecuado.
En contraposición a lo que decía aquel asesor del ex presidente Clinton: en la Argentina de 2022, es la política…. Y, consecuentemente, también la economía.
Fuente: www.NetNews.com.ar
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