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ECONOMÍA 15.03.2021

La inserción externa de la Argentina: evidencia, desafíos y estrategias

Los países de América Latina y el Caribe (ALC) se caracterizan por comerciar con una gran mayoría de países en el mundo. Esa condición de global traders deriva de su condición de exportadores netos de productos básicos. Así, los países de ALC han exportado a 131 países, en promedio, entre 2015 y 2017 y han importado desde 155 países en ese período. Argentina, Brasil, Chile y México han estado por arriba de esos promedios. 

En torno del 40% de las exportaciones de América del Sur se distribuyen entre países de altos ingresos o alta demanda (los Estados Unidos, China y la Unión Europea). En el caso de México, el destino mayoritario de sus exportaciones son los Estados Unidos (80%). Ese mismo destino es prioritario para todos los países de América Central. Dentro de este panorama cabe destacar que, en una gran mayoría de los países de nuestra región, el comercio con China ha exhibido una participación creciente a lo largo de la última década.

A la vez, a lo largo de su historia, los países de ALC han buscado una mayor integración económica entre sí. Esa ambición llevó a una reducción de las barreras arancelarias en el marco de la ALADI (arancel promedio del 2% en el intra-comercio regional) completada por la vía de acuerdos preferenciales de comercio entre algunos de los países (Alianza del Pacífico, MERCOSUR, Comunidad Andina, etc).  Según datos de CEPAL, el intercambio intra-regional se basa en productos manufacturados (incluidos alimentos y bebidas) que reúnen un poco más del 80% del total y en menos de un 20% en productos primarios (productos básicos de la agricultura y minerales).  

La evolución del comercio intra-regional latinoamericano no ha sido auspiciosa para el fortalecimiento de la integración. Entre 2010 y 2019 las exportaciones intra-regionales tuvieron una persistente tendencia decreciente como parte del comercio total de ALC, desde el 20% hasta el 15,5% a mediados de 2019. Esa participación del intercambio al interior de la región contrasta con los niveles de integración comercial en torno al 50% alcanzados por el NAFTA o la Unión Europea y también en el Asia-Pacífico (allí el acuerdo más importante, RECP. recién se firmó el año pasado).

Otro problema de la inserción regional es su limitada participación en las cadenas de valor manufactureras internacionales. Sólo México y Brasil muestran algún grado más importante de actividad intra-industrial con socios internacionales.

Por el lado de las importaciones, el patrón comercial de América Latina se concentra en productos manufactureros. La especialización regional en commodities y sus importaciones mayoritariamente industriales constituyeron en la última década el patrón complementario perfecto para la creciente inserción regional de China. Pero, a la vez, la competitividad industrial de China ha terminado afectando al comercio manufacturero intra-regional y, por lo tanto, ha socavado uno de los componentes más importantes de la integración regional.

 

"El hecho de que Brasil y la Argentina no estén compartiendo un sendero común de desarrollo de largo plazo también es un factor que socava el avance del Acuerdo".  

 

Mirando más en detalle, estas tendencias también se reconocen en el vecindario más cercano de la Argentina: el MERCOSUR. Este acuerdo para conformar una unión aduanera entre nuestro país, Brasil, Paraguay y Uruguay, cumple en 2021 sus primeros 30 años. En este período la integración comercial alcanzó un máximo del 25% de los flujos comerciales de los miembros a fines de los 90 para declinar hasta menos de un 10% en la actualidad (ver Gráfico).  La descripción de la evolución comercial para ALC también se refleja en el MERCOSUR. Sólo considerando a sus dos principales socios se constata que, por ejemplo, la Argentina redujo la participación en las importaciones de Brasil desde el 11.2% en 2001 hasta el 6% en 2019, mientras que China incrementó esa participación desde el 2.4% al 19.9%.  En 2007, Argentina recibía el 32% de sus importaciones industriales desde Brasil y ese porcentaje se redujo al 20,8% en 2019. Del mismo modo, el 6,8% de las importaciones industriales del Brasil provenían de la Argentina en 2007 y en 2019 ese porcentaje había caído al 5.4%. El sector automotor siguió siendo el intercambio más importante entre ambos países. Todo lo anterior no significa desconocer otros logros del Acuerdo (eliminación de hipótesis de conflicto, cooperación nuclear y en áreas de frontera y mayor integración física a través de nueva infraestructura), pero señaliza una prolongada falta de progreso en la conformación de la unión aduanera.

 

 

Fuente: FIEL en base a INDEC e IBGE.

 

Desde el episodio del boom de las commodities de 2005-2011, que favoreció a los países de América del Sur, tanto Brasil como la Argentina, los dos principales socios del MERCOSUR, vieron estancarse sus economías en comparación con economías más pequeñas como las de Chile, Bolivia, Paraguay o Uruguay.  Sin embargo, la estabilidad macroeconómica de Brasil ha servido para mantener la actividad de su comercio internacional y su atractivo hacia la inversión extranjera directa. Este desempeño contrasta con la fuerte inestabilidad macro que ha caracterizado a la Argentina. El hecho de que Brasil y la Argentina no estén compartiendo un sendero común de desarrollo de largo plazo también es un factor que socava el avance del Acuerdo.  

En los últimos intercambios diplomáticos entre los cuatro miembros del MERCOSUR se ha reiterado la necesidad de mejorar la inserción económica de los miembros en el mundo promoviendo dos acciones: una reducción paulatina y unilateral de los aranceles y la activación de iniciativas de nuevos acuerdos regionales de libre comercio. La Argentina acuerda sólo parcialmente con este proyecto y ha declarado que su principal prioridad es buscar acuerdos dentro de América Latina. Como presidente pro-tempore del MERCOSUR en el primer semestre de 2021, la Argentina propone agilizar los pasos necesarios para completar el ingreso pleno de Bolivia al MERCOSUR.

Nuestro país se encuentra hoy en una situación crítica y, a la vez, el futuro a corto plazo se presenta particularmente incierto y riesgoso. Las exportaciones son una de las llaves clave para una salida exitosa. La evidencia expuesta sugiere que una mayor integración regional no dará esa respuesta en el corto plazo.

 

"La reactivación se anticipa más lenta en América Latina, aunque el escenario sería favorable para los países en desarrollo productores de bienes básicos".

 

El año de pandemia trajo importantes consecuencias negativas en el comercio y finanzas internacionales, con contracción de la actividad mundial e inestabilidad cambiaria creciente.  Con todo, los pronósticos disponibles muestran una mejora de actividad y recuperación del comercio mundial para el próximo bienio El eje comercial internacional se ha movido al Asia-Pacífico a la vez que los países más avanzados estarán en mejores condiciones para crecer luego de la pandemia.  La reactivación se anticipa más lenta en América Latina, aunque el escenario sería favorable para los países en desarrollo productores de bienes básicos.

 

"Más allá de los problemas impuestos por el COVID 19, la situación económica preexistente en nuestro país muestra falta de competitividad y falta de atención al desarrollo de actividades de productos comerciables (tanto en exportaciones como sustitutos de importaciones)".

 

La Argentina representa tan sólo el 0,34% de las exportaciones mundiales y el 0,26% de las importaciones mundiales, participaciones que son un tercio de las de su socio brasileño y están también por debajo de las correspondientes a Chile, país con una economía más pequeña en tamaño (en 2019 el PBI chileno fue el 60% del PBI argentino, pero su PBI per cápita fue 40% superior). Nuestro comercio exterior es equivalente a un 12% de nuestro Producto Bruto, frente a un 30 % promedio mundial. La recepción de inversiones directas del extranjero ha sido en años de mayor normalidad económica, menor a la que reciben las economías más pequeñas de la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia). Más allá de los problemas impuestos por el COVID 19, la situación económica preexistente en nuestro país muestra falta de competitividad y falta de atención al desarrollo de actividades de productos comerciables (tanto en exportaciones como sustitutos de importaciones). Esta última es una de las características más negativas de nuestro decaído desarrollo económico. Por lo tanto, el camino hacia adelante requerirá que no se subestime la importancia del comercio y las inversiones directas internacionales y se trace una política comercial externa realista y basada en la evidencia.

 

Por Marcela Cristini

Economista Senior

@FIEL

Fuente: www.NetNews.com.ar

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