Jueves, 21 de Noviembre de 2024 | 15:37
Economía

Argentina tiene que hacer los deberes

Por Diego Piccardo. Economista de la Fundación Libertad y Progreso.

El año 2020 nos deja un sabor amargo en todo sentido. Creo que no exagero cuando digo que nadie se imaginó que íbamos a estar en medio de una pandemia, sin poder salir de casa por unos meses. Tampoco el gobierno del Frente de Todos que asumió el 10 de diciembre del 2019 contemplaba un escenario como el que atravesamos.

 

A pesar de no estar en los planes de nadie, sucedió. Frente a esta situación, el debate público al principio se situó en la falsa dicotomía entre salud o economía, cuando se sabe que es imposible tener salud cuando la pobreza y al indigencia se incrementan a niveles superiores del 40%.  Los planes que llevó a cabo el gobierno consistió en una cuarentena estricta y extensa, dejando a la economía, que ya venía golpeada por la crisis iniciada en 2018, en terapia intensiva. Los resultados están a la vista, la economía se desplomó un 19% en el segundo trimestre (se espera que caiga alrededor del 11% en el año), y estamos en el puesto 16° en muertes por millón de habitantes, superando a Brasil, Chile y Suecia.

 

Mirando para adelante, la recuperación económica no se va a dar naturalmente, sino que requiere de que Argentina haga de una vez por todas los deberes. Actualmente, las condiciones internacionales son favorables. Por un lado, hay una hiperliquidez global como consecuencia de las políticas de los Bancos Centrales de “dinero fácil” (también llamado Quantitative Easing), que provocó una caída en las tasas de interés en el mundo, como en EE.UU., que rondan el 0%, mientras que en Europa ya están en terreno negativo. Esto genera que los inversores busquen otro lugar para colocar su capital, y ese lugar son los países emergentes. Un ejemplo de ello es el caso de Perú, que logró colocar US$4.000 millones en el mercado de capitales internacional en tres bonos: uno por US$1.000 millones a 12 años a una tasa del 1,86%, apenas 100 puntos básicos por encima de la tasa que paga EE.UU., otro de US$2.000 millones a 40 años con una tasa del 2,78%, 125 puntos por encima de EE.UU., y otros US$1.000 millones a 100 años a una tasa del 3,23%, 170 puntos arriba que el país del norte.

 

En meses anteriores, otros países de la región, como Paraguay y Chile, también lograron colocar deuda a tasas impensadas para nuestro país. Me gusta resaltar el caso de Perú porque refleja que la confianza del mercado está puesta en el país y no en la persona que está a cargo del ejecutivo, dada la crisis política que atraviesa Perú en estos momentos.

 

Otro factor que juega a favor de una recuperación rápida son la suba de los precios de los commodities: En lo que va del año, la soja tuvo una suba del 29,1%, el oro del 24,2%, el maíz del 12,7%, el trigo 8,8% y el cobre 29,9%. Por otro lado, el petróleo WTI se derrumbó un 19,9% en el 2020 a causa de la parálisis económica que hizo que la demanda del crudo se desplomara, aunque está muy por encima del piso que tocó en abril.

 

Por esas razones, uno puede concluir que la recuperación económica va a depender exclusivamente de que nuestro país genere las condiciones para salir de la crisis. Y acá entramos en problemas. El discurso que tiene el Ministro Guzmán de que la salida va a venir de la mano del estado a través de mayor obra pública, y que esta va a generar, a través del efecto multiplicador, crecimiento en los demás sectores. Lo que no ve el Ministro es que, para financiar ese gasto, se va a requerir de mayores impuestos o de más inflación, que en definitiva es un impuesto no legislado que recae sobre los más vulnerables.

 

Además, el discurso del gobierno deja la sensación de que el acuerdo con el FMI, que se dará teóricamente entre marzo y abril del 2021, solucionará todos los problemas que tenemos y entraremos en una senda de crecimiento sostenido indefinidamente. Esta ilusión que tiene el gobierno es, sin lugar a duda, falsa. Así como también era incorrecta la afirmación del Ministro que la negociación con los bonistas solucionaba los problemas de nuestro país. El acuerdo con el FMI es condición necesaria pero no suficiente para que Argentina aspire a crecer.

 

Para ello, es necesario que el estado logre poner las cuentas en orden para evitar la monetización del déficit, como se dio en este año con una asistencia del BCRA al Tesoro que representó casi el 90% del déficit fiscal financiero. Este año, la inflación está contenida por la fuerte recesión que atravesamos y los precios regulados que en algún momento van a tener que ajustarse. Por estas razones, la inflación del 29% que aspira Guzmán para 2021 no es más que un deseo del Ministro. Con ajuste de tarifas de los servicios públicos, de los precios máximos y, principalmente, por la caída de la demanda de dinero provocada por el rebote de la economía, el año que viene la inflación será mucho mayor al 36% anual de este año.

 

El año 2021 es una incógnita. La evolución de las principales variables macroeconómicas depende de como se desarrolle el COVID-19 en el mundo y la vacunación en nuestro país. Más allá de eso, es fundamental que Argentina haga los deberes, es decir, las reformas estructurales que nos permitan tener las cuentas fiscales en orden. En caso contrario, los gobernantes de turno nos están condenando a seguir viviendo de crisis en crisis, con picos inflacionarios cada vez más agudos que condenan cada vez a más gente a vivir de la pobreza dependientes de un cheque del estado.

 

 

Revista Desafío Exportar

Fuente: www.NetNews.com.ar

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