Dormir bien: el primer paso hacia el buen rendimiento académico
Por Pablo López. Director académico de Fundación INECO y especialista en sueño.
El período de aislamiento social ha repercutido de diferentes maneras en los distintos grupos etarios. Las exigencias, el miedo y la incertidumbre son algunos aspectos presentes en la vida en cuarentena de la mayoría de los jóvenes. Sin embargo, otro de los efectos que se ha evidenciado está relacionado con el aumento en las consultas por parte de los padres de adolescentes por problemas de sueño en sus hijos. Estas dificultades pueden ser más nocivas de lo que se cree.
En primer lugar, es necesario tener en cuenta las particularidades del sueño en los jóvenes. Para los adultos es recomendable dormir entre siete y ocho horas, mientras que para los adolescentes la duración sugerida es de nueve horas. Asimismo, como se suele observar, los jóvenes tienden a cansarse más tarde, alrededor de las 23 horas. Estas tendencias, sumadas a los cambios hormonales y las alteraciones en la rutina diurna o durante los fines de semana que permanecen en cuarentena, pueden afectar en su descanso.
Dormir bien no significa únicamente descansar una cierta cantidad de horas, sino que también es fundamental la calidad del descanso. Se debe percibir que el sueño fue reparador. A su vez, es sumamente relevante contar con horarios estables para dormir, de lo contrario, la persona podría tener problemas de atención, concentración y dificultades para desarrollar las habilidades primordiales para el aprendizaje, afectando directamente el rendimiento académico.
Las rutinas escolares y universitarias, sostenidas actualmente con el homeschooling, continúan exigiendo que los jóvenes se despierten y comiencen sus clases en las primeras horas de la mañana. Sin embargo, este escenario atípico puede resultar una buena oportunidad para cuestionar si es necesario realizar una modificación en los horarios, siendo que diversos estudios indicaron que una postergación en el comienzo de la rutina conlleva a una mejora del rendimiento mental y físico de los alumnos, en particular en matemáticas. En un estudio publicado en Nature Human Behaviour en el que participaron 753 alumnos que asisten a clase a las 07.45 de la mañana, se demostró que el 93,5% de ellos no llega a descansar en promedio siete horas.
En un contexto desconcertante como al que estamos expuestos, la función restauradora física y psicológica que se realiza durante el sueño, toma mayor relevancia ante los elevados niveles de estrés que padecemos. Se ha estudiado que un déficit en el descanso, puede potenciar en los más jóvenes cambios de humor y problemas de autoestima, irritabilidad, exacerbamiento de los déficits cognitivos y conductuales, así como un aumento en la probabilidad de desarrollar trastornos de ansiedad y depresión.
Para tener un buen descanso, los profesionales sugerimos que el momento del sueño sea considerado una de las prioridades en la rutina de los jóvenes. Esta decisión conlleva, por ejemplo, evitar postergar el estudio hasta altas horas de la noche ya que esta elección termina repercutiendo en el rendimiento al día siguiente.
De la misma manera, el uso de dispositivos móviles y electrónicos durante las últimas horas del día inciden directamente en la correcta conciliación del sueño. Por ese motivo, lo recomendable es evitar este hábito y realizar actividades que mantengan nuestra tranquilidad en las horas cercanas a irse a dormir, programando las tareas con anticipación. Numerosos adolescentes suelen dormir menos horas a la semana con la idea de compensar el tiempo perdido los fines de semana y esta costumbre también contribuye a un desequilibrio en la rutina de descanso, por lo que debería ser eliminada.
Para complementar estas observaciones, existen una serie de sugerencias que pueden resultar útiles para facilitar el sueño. Algunas de ellas pueden ser cenar liviano y moderar el consumo de cafeína. Asimismo, teniendo en cuenta que la adolescencia suele ser el período en el que los jóvenes prueban el cigarrillo, es preciso destacar que la nicotina tiene propiedades estimulantes que exacerban la dificultad para la conciliación del sueño; además de las consecuencias negativas que tiene el acto de fumar para la salud.
El sueño, principalmente en los adolescentes, puede ser subestimado de manera errónea. Como se ha demostrado, no es una cuestión que ocasiona únicamente fatiga o malestar, sino que repercute de forma directa en el rendimiento académico, afectando en gran medida las habilidades de aprendizaje de los jóvenes y la estabilidad emocional. Es un buen momento para repensar cómo están configuradas nuestras rutinas y cómo mejorar y sostener en el tiempo un hábito saludable de descanso.
Fuente: www.NetNews.com.ar
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