Jueves, 21 de Noviembre de 2024 | 19:38

Malvinas: La Historia No Contada…

Richard Leslie Ramsay Por Richard Leslie Ramsay
Periodista especializado

En el Día de la "Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Malvinas, Islas y Sector Antártico" contaré una historia personal. Islas Malvinas, un error humano que costó muy caro...

 

Mucho se ha hablado y escrito sobre el conflicto de las Islas Malvinas que terminó en una guerra que perdimos, y con ella un retroceso enorme en las negociaciones con Inglaterra para recuperarlas, pero muy pocos saben que el conflicto comenzó antes de un 2 de abril, ni los motivos por qué los que se inició el conflicto. Casi todos aceptan sin cuestionamientos que fue una decisión militar para recuperarlas, cuando la historia es otra y que difiere de la creencia.

 

La historia comienza con un empresario dedicado a la industrialización de “chatarra” y naviero porque operaba un buque en nuestro país.

 

El empresario en cuestión se llama Constantino Davidoff y entre sus actividades estaba el “pescar los cables submarinos “ de telefonía y comunicaciones entre Argentina y el mundo, que habían quedado obsoletos. El cable era enganchado y subido a bordo de un buque donde se hacían rollos, que una vez desembarcados, en la planta de Davidoff se separaba el recubrimiento y se utilizaba el cable de acero enderezado para construcciones de casas y departamentos, y el cobre se lo fundía y vendía a empresas que lo reutilizaban. Una nota amplia sobre todo el trabajo de recuperación lo hice en el semanario INDUSTRIA NAVAL y en la revista mensual ACTIVIDAD NAVIERA.

 

A la sazón la empresa RYAN de origen británico se dedicaba a la caza e industrialización de las ballenas y tenía una factoría trabajando a pleno en la isla GRITVIKEN donde se industrializaban las capturas. La factoría contaba con un pueblo estimado en 2000 personas y con talleres completos para el mantenimiento de la “ciudad” en su conjunto.

 

Todo de manejaba en los carriles normales y comunes cuando llegó la orden de evacuar la isla. Una decisión internacional que tornaba la caza de la ballena en delito y ya no se podía comerciar más ni el aceite ni subproductos.

 

Grivitken se evacuó llevando los colonos las cosas indispensables y recuerdos. La isla quedó deshabitada.

 

Constantino Davidoff, en contacto con Ryan y a sabiendas que allí podría haber materiales de su interés le compró los derechos del desguace de la isla por u$s 500.000 dólares. El contrato de venta tenía fecha de vencimiento.

 

Davidoff se encontraba pasando un mal momento económico y el tiempo pasaba. A Davidoff le habían embargado el avión, el auto BMW y creo su casa, y corría el riesgo de perder los derechos sobre el desguace en Gritviken si no se llevaba a cabo antes de la fecha prevista. Davidoff y yo teníamos el mismo abogado, el doctor Miguel Potente.

 

Potente me llama y me dice que me quiere presentar a una persona. Fui a su oficina a la hora convenida y me presenta a Davidoff  y me cuentan su problema. Davidoff ya había querido contratar a navieras para hacer el transporte pero todos le pedían adelantar el pago para el armado del buque.

 

El doctor Potente me dice: vos, que estás en el tema marítimo podrías hacer algo? Después de varias gestiones conseguí un buque y el armador dispuesto a ir “a la parte” de todo lo que se transportara hasta tierra firme.

 

Las instalaciones de Ryan constaban con un taller completo para la reparación y mantenimiento de la “ciudad” y los buques pesqueros. Había en ese momento dispuestos para ser parte del rescate dos buques cátcher y un buque semi factoria; tornos, fresadoras y todos el herramental necesario; tanques de acero inoxidable cargados de aceite de ballena, decenas de metros de cadena naval, entre todo lo que pueda imaginarse. Casas abandonadas de una dia para otro para albergar 2000 personas..

 

Vuelvo al tema del transporte. Conseguí el buque de propiedad de amigos míos que aceptaban el riesgo de ir “a la parte” que lo tenían por razones de conveniencia bajo el pabellón uruguayo. Contando ya con el transporte, fui a ver al almirante Guevara a la sazón secretario de intereses marítimos y al capitán Ormaechea, director de Marina Mercante, para pedirles que, a los efectos de no entorpecer la operación se considerara todo lo rescatable como de origen argentino. Un tema un tanto difícil, pero de alto valor estratégico que la Armada lo entendió inmediatamente y en menos de una semana tenía la respuesta; aduana no pondría objeciones. El almirante Guevara acompañaba la gestión, pero con una condición imposible de soslayar: la bandera del buque por la Ley de Cabotaje tenía que ser argentina.

 

Un paso adelante y dos para atrás.

 

Interín la Armada y la Prefectura pergeñaron un plan excelente. Las esposas de los operarios que estuvieran por tener familia, acercándose el mejor tiempo, tendrían familia allí y serían los primeros niños reconocidos argentinos nacidos en la isla Gritviken. Motivos para discutir pertenencia a la hora de presentar el tema en Naciones Unidas. Esto y que todo lo rescatado fuera considerado por la Aduana argentina como de origen argentino, un argumento muy interesante.

 

Constantino Davidoff, urgido por necesidades económicas había llegado a un acuerdo con el banco Juncal, vendiendo la mitad del proyecto. Cuando me lo comunican mi razonamiento fue; no tengo contrato, todo lo que hice fue de palabra y habiendo un banco de por medio a mi no me iban a reconocer como socio, así que volví a mi oficina junté todo el material que tenía armé una carpeta y se la di a Davidoff renunciando al proyecto

 

La carpeta contenía todo sobre los materiales a desguazar, fotos, comentarios y una recomendación especial: quien baje a la isla debe hablar un perfecto idioma inglés ya que habría allí entre siete y diez científicos haciendo estudios. Explicar los motivos de la presencia del buque y la gente para trabajar. No llevar a cabo ninguna actitud que pudiera ser mal interpretada como agresiva. Este punto lo consideraba muy importante, ya que en la Antártida de visita a los emplazamientos de la Armada (alguno deshabitado), los tripulantes del buque PRINCESS  pertenecientes al sindicato del SOMU, ni bien pisaron tierra elevaron un mástil, subieron una bandera y cantaron el himno. De regreso abordo les pregunté que hicieron. La respuesta fue más o menos que habían tomado en nombre del país y su soberanía la Antártida. Les dije que era lo mismo que si hubieran tomado Plaza Mayo.

 

En base a esta experiencia fue mi especial recomendación.

 

Davidoff se siguió moviendo pero ya con elementos muy favorables toda vez que contaba con el apoyo de la Armada y Prefectura y que lo que se rescatara sería considerado argentino. Consiguió que Transportes Navales destinara un buque para el operativo. ¿Qué hicieron los trabajadores contratados para el desguace? Calcaron lo sucedido en la Antártida. No bajó nadie que hablara inglés y los científicos al ver el desplazamiento de tanta gente, se comunicaron con las Islas Malvinas y dijeron “Nos están invadiendo…” Inmediatamente el gobernador de la Isla llamó a Londres dando su versión de lo ocurrido. Londres se comunica con el buque militar que acababa de dejar el puerto de Buenos Aires, de visita como ocurría regularmente, y le ordena desalojar Gritviken.

 

Hasta aquí mi vivencia, lo demás es de dominio público…

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