VAMOS PERDIENDO LA BATALLA NAVAL
Ingeniero naval (ITBA), MSE (U.of Michigan) y MBA (IAE).
Acompañando al “mar de fondo”, fue en el 2014 cuando se inició la batalla que se libra hoy frente a nuestras costas, casi sin resistencia nacional.
Confirmando aquello de que los argentinos vivimos de espaldas al mar, el enemigo aprovechó ese flanco descuidado para lanzar una invasión total. Y para asegurarse el éxito, en un alarde de fina estrategia militar, el invasor se infiltró en las filas nacionales que debían custodiar este frente marítimo, comprando voluntades en la Armada, la Prefectura y el INIDEP (Instituto de Investigación y Desarrollo Pesquero).
Mediante esta genialidad, propia del almirante Nelson, los argentinos fuimos atacados por los mismos funcionarios civiles y militares que, supuestamente, debían defendernos. Pero sería injusto menospreciar el invalorable apoyo de traicioneros líderes empresariales y sindicales nacionales que también hicieron (y hacen) su interesado aporte destructivo.
En sólo una década, la armada invasora sumó varias embarcaciones importadas: ya llegaron los primeros patrulleros oceánicos y fluviales y barcos de investigación, y están en camino otros del mismo tipo, más un buque polar y una poderosa flota de submarinos.
Esa macabra planificación militar naval detectó que había un recurso de la flota nacional que no iba a ser fácil de doblegar. Se tomó entonces la decisión de implosionarlo con una “anomalía hidroacústica submarina”, fruto del recambio de baterías y sensores mortalmente inadecuados que generaron ganancias económicas extras al enemigo y sus secuaces nacionales.
Además de no importarles las muertes de sus compatriotas, estos argentinos traidores intentan destruir un sector estratégico del país, el de la industria naval, quitándole hasta la mínima posibilidad de competir por la construcción de estos barcos.
Es difícil imaginar lo que sienten los corruptos empresarios, sindicalistas y funcionarios civiles y militares ante la muerte, el desempleo y la pobreza que ellos multiplican, mientras engrosan sus bolsillos.
En apenas una década, el enemigo conquistó las direcciones de compras navales de ARA, PNA e INIDEP, obteniendo resultados sorprendentes:
- 19 buques importados para la flota invasora.
- 5 poderosas naciones beneficiadas.
- 5.250 millones de dólares de fraudes en compras corruptas, muchas innecesarias.
- 525 millones (10%, mínimo) de comisiones ilegales.
- miles de empleos calificados perdidos.
- 44 muertos.
La responsabilidad en esta derrota planificada es transversal a la política, ya que tres gobiernos se han sucedido en esta década de guerra naval, y sus grados de participación en el fraude es casi proporcional al tiempo de cada uno de ellos en el poder.
Incluso la fuerza política que nunca gobernó tiene su responsabilidad en este sistema de fraude ya que uno de sus mayores exponentes políticos fue, hasta hace muy poco, el máximo responsable nacional en el Banco Multilateral que financió los negociados del INIDEP. Es difícil aceptar que nada supiese de algo tan burdo.
Hoy se están impulsando a toda velocidad cuatro negociados navales de gran dimensión, que se necesitan dejar asegurados antes del 10 de diciembre.
Dos de ellos avanzan abiertamente con del armado de fraudulentas licitaciones en el INIDEP y la PNA por 100 y 400 millones de dólares respectivamente. Estas maniobras deben ser suspendidas de inmediato para resguardar el interés nacional, investigando a los actores públicos y privados partícipes en estos claros armados de corrupción.
Los otros dos casos, a cargo de la Armada y el Ministerio de Defensa, avanzan en las sombras y se refieren a la adquisición de submarinos y de un buque polar por 4000 y 250 millones de dólares respectivamente, que deben ser investigadas para identificar las muchas irregularidades orientadas a beneficiar a astilleros extranjeros entre los que está el más corrupto del mundo y preferido por la Armada.
Hay que detener estas sangrías de inmediato, pues sus efectos devastadores se extenderán para los argentinos por 100 años. Y mencionar ese plazo centenario no es una “forma de decir”, ya que ese es el lapso de tiempo calculado para pagar, con intereses, al astillero estatal francés (el más corrupto del mundo) por solo dos de las seis compras antes señaladas; pago a realizarse con los recursos financieros que saldrían del FONDEF (Fondo Nacional de la Defensa), que se creó por ley en 2020, para tomar un porcentaje del Presupuesto Nacional y aplicarlo a la adquisición de equipos militares, que supuestamente priorizaría la producción nacional. La realidad es que el pago de estos barcos a Francia consumiría todos esos recursos por el plazo mencionado (de 100 años), sin dejar nada para la industria local. Por eso, a este colosal fondo argentino se lo rebautizó Fondo para Desarrollo de Francia (FONDEF).
No podemos esperar que la lucha contra la corrupción la impulsen justamente estos funcionarios civiles ni militares, ni tampoco nos podemos fiar de las corporaciones empresarias ni sindicales que suelen estar más cerca del problema que de la solución.
Confiemos, sobre todo, en nuestra propia capacidad de exigir, denunciar y proponer desde el llano. Usemos nuestro poder ciudadano y unidos formemos una armada invencible de millones de personas comunes, honradas y capaces de ganar esta guerra contra la corrupción.
Hagámoslo.
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Fuente: www.NetNews.com.ar
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