Viernes, 22 de Noviembre de 2024 | 12:47
Consumo

“El nuevo consumidor a escala global: ¿quién elige y quién decide?”

Mery está cursando el último año del nivel secundario. Desde ayer no ha ido al colegio porque se sentía mal. Pero hoy, como todos los viernes ha organizado su mundo “del fin de semana” simplemente con un teléfono en su mano. Desde el mismo ha recibido la copia de las entradas para el boliche incluyendo el código a ser escaneado. Ha elegido y comprado la ropa que usará y que espera le entreguen mañana en su casa, muy parecida por cierto a la que uso Kylie Jenner el viernes pasado en la visita que hicieron con Kendall al Appel Store de Central Park en el corazón de Nueva York, tal como lo vio en Instagram.

 

Ha intercambiado innumerables bromas con sus grupos de amigas y amigos en Facebook y en WhatsApp. También ya ha podido pedir lo que necesitaba para “la previa” que también ha organizado obviamente con el teléfono. No habló con nadie personalmente. Físicamente no se reunió con nadie. No miró televisión ni revistas. Decidió todo ella sola. O mejor dicho ella “con todo el mundo que ella quiso” simplemente con su teléfono.

Mery es solo un ejemplo al azar. Igual situación se puede sintetizar hoy en cualquier adolecente o joven o consumidor, sea A, B o C 1 o 2 o 3.

Claramente el mundo asiste a un proceso de transformación pocas veces visto. Hay un consenso generalizado en numerosos centros de estudio en que, el proceso de transformación iniciado en la denominada era digital, ha disparado una transformación más profunda -probablemente- que la provocada por la irrupción de la imprenta hace ya varios siglos.

Efectivamente, el proceso de transformación que podemos ubicar temporalmente iniciado en los años ´90 (1990), y en particular a partir del desarrollo de las nuevas tecnologías en comunicación e información (TIC), viene produciendo un proceso de fuerte transformación en diversos órdenes con consecuencias difícilmente previsibles en toda su magnitud. Cambios que afectan al ser humano en facetas tales como ser la de vincularse, pensarse, admirar, desear, satisfacer, por citar algunas.

No podemos dejar de reconocer además la irrupción de las nuevas identidades, los nuevos tópicos globales como son la producción y consumo sustentable, el cuidado por el medioambiente, la explosión de servicios y turismo, entre otros. Aspectos todos que vienen estilizando una formación de individuos con características de consumo muy diferente a las de hace tan solo un par de décadas.

En esta línea de razonamiento parece aconsejable que nos detengamos a pensar en cómo estos procesos de transformación vienen produciendo cambios en los hábitos de consumo, en las preferencias y decisiones de los consumidores. Así como reconocer cómo ha variado las influencias y afectaciones sobre el consumidor en casi todos los órdenes.

“Lo que Steve Jobs presentó en público como una gran novedad hace algunos lustros está revelando sus consecuencias…Significa en paralelo el pensamiento y rediseño para los políticos de una relación distinta entre estado y sus ciudadanos”

 

En efecto, hoy todo parece indicar que las TIC han provocado -en cuanto efecto sobre el consumidor- al menos tendencias en dos sentidos. Por un lado la “mayor información” provoca el ánimo de los consumidores en preocuparse por mejorar la satisfacción a menor costo, el mejor uso del tiempo –percibido como el ahorro de tiempo tanto en el proceso de elección como en el de compra y obtención del mismo-. También -claramente- las TIC han permitido al consumidor la elección ante una mayor y variada oferta que indudablemente aprecia y además….busca.

Paralelamente, y ante esa oferta que el consumidor percibe más grande y masiva, demanda mayor diferenciación e individualización. Tanto frente a un grupo que percibe ahora más infinito, como también, por cómo le asigna valor a la diferenciación, al trato destacado y a la individualización de sus preferencias y- obviamente- pertenencias socioculturales. 

Estas dos tendencias estilizan un consumidor complejo que además descarta y abandona las formas -digamos clásicas- del marketing, la publicidad focalizada, las formas de acceder a las tendencias, los referentes, entre otros.

Lo que Steve Jobs presentó en público como una gran novedad hace algunos lustros está revelando sus consecuencias: Haber colocado en la mano del consumidor un teléfono inteligente ha sido un paso decisivo en la línea de una independencia de estándares, arquetipos, y simplificaciones de segmentaciones tanto a escala local como global. Significa en paralelo el pensamiento y rediseño para los políticos de una relación distinta entre estado y sus ciudadanos.

Digámoslo en términos claros. El consumidor es hoy más que nunca quien define, qué quiere, de dónde lo quiere, cuando lo quiere y cómo lo quiere.

En su mano, estando en el subte, colectivo o simplemente en su casa, elige, compara, analiza, curiosea y finalmente decide.

Si hacia finales de los ´90 señalábamos que en un contexto de creciente globalización la competitividad deja de ser un espacio nacional para ser internacional, hoy esa definición ha madurado.

Las líneas imaginarias -y no tanto de estado-nación- parecerían que comienzan a rechinar ante el ímpetu de las miles de Mery que a nivel global van conformando una nueva forma de concebir el consumidor.

Estas evidencias contrastan con los discursos y visiones de casi todos los políticos, muchos empresarios y algunos funcionarios que, lamentablemente en nuestro país siguen imaginando su mundo en donde las Merys puedan comprar solo lo que ellos permiten.

 

Por Dr. Héctor Félix Arese,

Especialista en Comercio y Negocios internaciones, profesor universitario. Director de Arese & Asociados estudio especializado en comercio y negocios internacionales.

 

Entrevista publicada en la edición de Diciembre de la revista DESAFÍO EXPORTAR

 

Fuente: www.NetNews.com.ar

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