Lunes, 23 de Diciembre de 2024 | 08:37

“Retorno al pasado”

Por Dr.  Pablo Tigani, Doctor en Ciencia Política y Master en Política Económica Internacional. Presidente de la consultora HACER.

A 17 años de la crisis del funcionamiento de las instituciones democráticas en Argentina, en 2018 no se han disipado las amenazas de un retorno al pasado caótico. Esta afirmación se funda en las propuestas gestoras de las mismas falencias de quienes gobernaron hasta 2001-muchos funcionarios technopols repetidos en aquel periodo- y, una oposición que tiene el desafío de encontrar los mecanismos adecuados para encarar una nueva fase superadora de un paradigma que exhibe claros síntomas de fatiga.

 

Luego de la catástrofe de 2001, la Argentina tuvo que enfrentar un conjunto de desafíos inéditos promovidos por el incumplimiento de sus obligaciones financieras internacionales y el estallido social interno, que transformaron el escenario político en el que se concedían los vínculos simbólicos. Hoy el furibundo endeudamiento de 30 meses -IS16-2S18- ha concentrado vencimientos imposibles de afrontar desde 2020 hasta 2022 (próximo periodo presidencial). Esto no significa que si su percepción por parte de los mercados comienza a ser obvia, no se anticipe el escenario menos deseable.

 

Nunca un gobierno argentino se desgastó tanto en tan solo 12 meses de gestión (octubre 2017-octubre 2018) como el de Mauricio Macri. En la Argentina se verificó que los países que vuelven a aplicar políticas neoliberales, pueden volver a incurrir en crisis financieras, y ya al borde de la cesación de pagos-en abril-, fue casi inevitable la intervención del FMI.

 

Dada la creciente caída del salario y el empeoramiento de las condiciones de vida de los últimos meses, lo asombroso no es que los ciudadanos se manifiesten, sino que en estos meses, hayan sufrido en forma creciente, en silencio, atolondrados.

 

“En 2018 no se han disipado las amenazas de un retorno

al pasado caótico”

 

Aunque el FMI tiene hoy oficinas en el BCRA, este organismo está dirigido por representantes de los países industrializados, quienes señalan que “el mejor gobierno es un gobierno pequeño que resigna funciones que el estado no desempeña con éxito merced a su consabida ineficiencia y corrupción, a favor de una supuesta-no siempre probada- mayor eficiencia y ética proveniente del sector privado (Stiglitz).

 

En el interior del Estado argentino, los problemas económicos y políticos ya resuelven a través de una burocracia disciplinada al FMI, en medio de un endeudamiento extravagante que se ha tornado insustentable. Si el desempleo es creciente, preanunciará un potencial estallido social.

 

La desigualdad ya es de gran magnitud, medida por indicadores de distintas entidades. Alain Touraine expresa la insuficiencia de las democracias representativas, debilitadas en las sociedades que se han alejado de la esfera gubernamental con gran impacto social. (…Quisimos que la democracia fuera representativa y estuvo bien que así fuera; sin embargo, actualmente es necesario identificar los intereses que son representables y asegurar que los dirigentes sean efectivamente representativos, más que de los intereses particulares o de su propio interés, del interés general que incluye el respeto y la protección de las minorías…)

 

La vorágine en que se sumergió el país desde 2001 por lo menos hasta mayo de 2002: corralito, resistencia social, estado de sitio, estallido social generalizado, sucesión de autoridades, cesación de pagos, devaluación, depresión continuada, inflación y sobretodo, indignación y perplejidad generalizada (Laclau). El caos político en que cayó el gobierno de De la Rúa se manifestó en la violencia de los saqueos y en la presencia masiva de gente en las calles, desafiando el estado de sitio y mostrando una desobediencia civil inédita, pero también en la resistencia de las Fuerzas Armadas a distribuir alimentos entre los sectores más pobres de la población (que habría sido solicitada por el Presidente) y, fundamentalmente, en la falta de políticas para atender la emergencia, que luego de las varias sucesiones provisionales-en el marco del sistema presidencialista-, pudieron ser implementadas por Eduardo Duhalde, a partir de su designación por parte del Poder Legislativo. Hoy el gobierno de María Eugenia Vidal suplica a las iglesias católica y evangélica que la ayuden, en circunstancias similares, donde las Fuerzas de Seguridad, están en las fronteras y las que están en las ciudades, se ocupan del “orden interno”.

 

El gobierno aun está a tiempo de evitar males mayores, la dinámica de una crisis no se puede prever, un estallido social con consecuencias dramáticas como las de 2001 puede evitarse cambiando el rumbo que hace 17 años llevó el país al colapso.

 

 

 

Fuente: www.NetNews.com.ar

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