Abril mes de dificultades
Abril es un mes donde tendremos que asimilar nuevamente que la inflación es un potro difícil de domar. Cuando el presidente Mauricio Macri cree festejar que la inflación empieza a decrecer, la realidad lo baja a tierra. Bajar la inflación no es el problema. El problema es la inflación.
Todos los esfuerzos que puedan hacerse desde distintas áreas del gobierno para intentar frenar un poco el flagelo inflacionario se estrellan frente a los incesantes aumentos de costos. ¿Quién o quiénes generan o impulsan esos aumentos? ¿El dólar, los empresarios insensibles? No, lo genera el mismo gobierno. ¿Cómo detener la inflación cuando los combustibles aumentan varias veces en el año, en una Argentina cuya cultura del transporte se basa en el camión? Nadie que ve aumentar sus costos no los traslada a las mercaderías que transporta, es así como absolutamente todo sufre esos efectos, en particular los alimentos, que nos alcanza a todos pero pega más fuerte en las clases más vulnerables: varios millones de jubilados con haberes mínimos, trabajadores cuyos sueldos que orillan el nivel de supervivencia, etc.
Abril es un mes con cataratas de aumentos, algunos cuasi salvajes: gas, electricidad, agua, transporte, etc. Aumentos que se suman a la medicina prepaga, colegios, medicamentos, vestimentas y que imperan desde el mes pasado. Obviamente, dichos aumentos no están acompañados con mejoras salariales que permitan absorber estos golpes. La política del gobierno es provocar los aumentos durante este año para minimizarlos el año que viene, que es año electoral. El problema radica en no entender que dicha política es y será aprovechada por la oposición para posicionarse frente a la masa de gente que sufre con los aumentos en su costo de vida y que, a la hora de votar, no le importará si lo está pasando mal por la herencia de la “década maldita”, o si es este gobierno el que no alcanza a solucionarle los problemas.
El presidente Mauricio Macri declaró públicamente que estaba orgulloso de su ministro de Energía, Juan José Aranguren, que dejó la actividad privada para aceptar el ofrecimiento de un ministerio con enormes problemas que son imperiosos resolver para normalizar las actividades industriales en general y, en lo doméstico, para minimizar los cortes de corriente que eran un flagelo.
Durante la “década ganada”, Argentina –de autoabastecida y exportadora, pasó a importar gas y petróleo en volúmenes como no se conocían. Un tema básico que careció de atención por parte del gobierno kirchnerista y motivó la destrucción del sector, en gran medida por oscuros intereses.
Dijo el presidente que Aranguren se sacrifica por los argentinos, dado que como ministro gana mucho menos que en la actividad privada. Para un multimillonario, sacrificar pesos por vanidad, no sería difícil de entender. El Ministro, cuyo contacto con la gente es casi inexistente, parece olvidar que su firma puede cambiar de un momento para otro la calidad de vida de millones de personas. Desde estas páginas hemos señalado que no era posible pagar una factura de luz lo mismo que se pagaba un café. Pero desconocer los efectos tipo dominó que provocan los aumentos sin gradualismo, es ignorar la realidad de nuestro país. La promesa de que mañana vamos a estar mejor, está reservada para una parte de la población. La mayoría, al momento de votar, lo hace de acuerdo a cómo le va con el bolsillo. Por ello nos preocupan los errores que le hacen cometer al presidente y pudieran ser un motivo de revés en las urnas. Es responsabilidad de este gobierno no entregarnos atados de pies y manos a revivir una época pasada, lamentablemente, aún no superada.
Somos críticos de esta política porque tememos la aparición de algún iluminado que nos retrotraiga a la década anterior. Hoy no hay ningún candidato en la oposición que pueda hacer peligrar la reelección del presidente Macri, pero gran parte de nuestro pueblo es proclive a escuchar los cantos de sirena y pensar con el bolsillo más que con la cabeza. Un buen orador que sepa transmitir promesas incumplibles, puede calar hondo y hacer olvidar los bolsos de López, las rutas no construidas de Lázaro Báez, los negociados de De Vido y el robo incalculable de Néstor y Cristina Kirchner. Por eso pedimos un poco de prudencia en los aumentos de tarifas; mejor comunicación; menos amiguismo; más mano fuerte en los puntos débiles: justicia, seguridad, educación, y mayor control en el gasto público.
A nadie con un coeficiente mental medio, puede escapársele que existen movimientos para alterar el orden y generar mayor intranquilidad en el pueblo. En el trasfondo de las movilizaciones programadas para cortar calles en la ciudad de Buenos Aires, paros de subterráneos, docentes, bancarios, transporte aéreo, etc. está implícito debilitar al gobierno. Por otra parte, algunos jueces aliados con diputados y senadores de la oposición, no dejarán pasar oportunidades que les reditúe generar malestar en la gente y potenciales votos para recuperar las prebendas y favores de los que gozaban.
Es decir, el gobierno debe enfrentar diversos frentes hostiles para lograr llegar con éxito a una segunda elección.
El equipo que formó el presidente Macri para dirigir el gobierno tiene muchos CEOS pero lamentablemente muy pocos políticos…
Cambiemos está mitad camino en la arena pero, listo para enfrentar a los leones…?
Por Richard Ramsay
@RamsayRichard
Fuente: www.NetNews.com.ar
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