Contaminación plástica y comercio global: del compromiso individual al tratado internacional.

Director Ejecutivo Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresaria y Capital Social (UBA) Secretario Ejecutivo de la Red Iberoamericana de Universidades por la RSE (RedUniRSE)
El pasado mes de julio se llevó adelante en todo el mundo la campaña "Julio sin Plástico" (Plastic Free July), una iniciativa global que invita a personas, organizaciones y comunidades a reducir el consumo de plásticos de un solo uso. La propuesta busca generar conciencia sobre la contaminación plástica y promover hábitos de consumo más sostenibles
Esta campaña se realizó por primera vez en 2011, impulsada por la organización Plastic Free Foundation, fundada en Australia por Rebecca Prince-Ruiz. Desde entonces, ha crecido hasta convertirse en un movimiento global, con millones de participantes en más de 190 países.
La iniciativa no solo apunta a cambios individuales, sino que también promueve soluciones sistémicas frente a la crisis del plástico, vinculando la sostenibilidad ambiental con la salud humana y la justicia social. Entre los desafíos propuestos se incluyen rechazar sorbetes, bolsas o botellas descartables, y fomentar el uso de alternativas reutilizables, compostables o reciclables. También busca inspirar acciones colectivas que impulsen políticas públicas y prácticas empresariales más responsables.
En Argentina, la campaña "Julio sin Plástico 2025", fue organizada por la empresa B Unplastify, con el respaldo de más de 20 aliados entre organizaciones y empresas de toda la región, que propuso el desafío de 21 días en los que cada participante tenía que eliminar un producto de plástico descartable de su rutina diaria.
Sin dudas, el plástico está muy presente en diversos aspectos de nuestra vida cotidiana. Cada año, el mundo produce más de 462 millones de toneladas de plástico: el 36% para la fabricación de envases y packaging, el 16% para la construcción y un 14% para la industria textil. Un tercio de todo ese plástico producido se usa una sola vez, y puede tardar hasta mil años en degradarse.
A pesar de su utilidad industrial, el 90 % del plástico contamina el planeta.
Hasta hoy, solo el 9 % de todo el plástico producido a nivel mundial ha sido reciclado; el 12 % se incineró y el 79 % restante termina en vertederos o en la naturaleza. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), de no tomar medidas urgentes, el costo económico de la contaminación plástica podría alcanzar los 7,1 billones de dólares hacia 2040. Además, se proyecta que para ese año la producción de plástico se duplicará, lo que triplicará la contaminación plástica en los océanos.
"solo el 9 % de todo el plástico producido a nivel mundial ha sido reciclado; el 12 % se incineró y el 79 % restante termina en vertederos o en la naturaleza"
Se estima que, entre el 18% y el 20% de los residuos plásticos del mundo, acaban en el océano. Cada día más de treinta mil toneladas de plástico- equivalente a unos dos mil camiones de basura- se filtra a los océanos. Entre 9 y 14 millones de toneladas de residuos plásticos terminan en nuestros océanos cada año. Los residuos plásticos se encuentran en todo el planeta, desde las profundidades del mar hasta las montañas más remotas, dañando la vida silvestre, los ecosistemas y representando serios riesgos para la salud y la economía global.
Estos residuos plásticos, el 80 % de los cuales provienen de fuentes terrestres, son arrastrados por las corrientes marinas y se acumulan en cinco grandes zonas oceánicas conocidas como “islas de plástico”. Estas se ubican en el océano Pacífico (norte y sur), el Atlántico (norte y sur) y el océano Índico. La más extensa, la Gran Mancha del Pacífico Norte, tiene una superficie estimada superior a tres veces la de Francia, similar al territorio continental argentino. Su impacto en la biodiversidad y la salud de los ecosistemas acuáticos es devastador, y su existencia refleja la magnitud del consumo desmedido de plásticos de un solo uso y de la ineficiencia de los sistemas globales de gestión de residuos.
Según estimaciones científicas, la contaminación por plásticos podría reducirse hasta un 80 % para 2040 si se actúa de inmediato. En este contexto, muchos países —incluida la Argentina— han comenzado a reducir activamente productos de un solo uso, como bolsas, sorbetes, vasos y cubiertos descartables.
En materia de reciclaje, la industria ha aumentado en el mundo de 15 millones a 311 millones de toneladas de plástico reintroducido al sistema en los últimos 50 años. En este sentido, numerosas compañías han establecido ambiciosos objetivos para 2030, para poner fin a los desperdicios plásticos y reinsertarlos en el ciclo productivo.
En marzo de 2022, la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente reunió a 175 países en Nairobi, donde se aprobó redactar un tratado global contra la contaminación plástica, con implementación prevista para 2025.
En octubre de 2024, ante la falta de avances concretos en las negociaciones de este Tratado, más de 250 grandes empresas, instituciones financieras y organizaciones sociales firmaron una carta abierta, exigiendo un acuerdo internacional ambicioso y jurídicamente vinculante. Entre sus demandas clave, proponen: la eliminación progresiva de productos químicos peligrosos y de plásticos difíciles de reciclar; la creación de principios de diseño globales para implementar esquemas de Responsabilidad Extendida del Productor; recomendaciones sectoriales para mejorar el diseño de productos plásticos; y marcos de gobernanza que permitan elevar progresivamente la ambición del tratado. Estas propuestas buscan armonizar las políticas a nivel mundial y facilitar el cumplimiento por parte de empresas y gobiernos.
Finalmente, durante la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, celebrada a mediados del pasado mes de junio en Niza (Francia), líderes políticos de todo el mundo reafirmaron su compromiso de cerrar este año un tratado global para regular todo el ciclo de vida de los plásticos, desde su producción hasta su eliminación. Esta declaración marcó un momento clave en un proceso de negociación que ya lleva dos años.
La última ronda de negociaciones está prevista del 5 al 14 de agosto en Ginebra, con el objetivo de contar finalmente con un instrumento jurídicamente vinculante que permita enfrentar la crisis de los plásticos con la urgencia que demanda la situación.
Para el comercio internacional, esta transformación representa tanto un desafío como una oportunidad: adaptarse a estándares ambientales más estrictos no solo será clave para acceder a mercados exigentes, sino también para posicionarse como actores responsables en la transición hacia una economía global más sostenible.
Fuente: www.Netnews.com.ar
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