El practicaje exporta más de 300 millones de dólares al año

Titular Puls Media
El practicaje es una de esas actividades esenciales para el comercio exterior que pocas veces recibe atención. Su invisibilidad, en cierto modo, es un buen indicio: cuando todo funciona correctamente, nadie se pregunta quién lo hace posible. Sin embargo, esa falta de reconocimiento también puede convertirse en un problema, sobre todo cuando se desconoce el impacto económico que genera y algunos intentan maximizar sus ganancias a costa de la seguridad en la navegación e incluso del cuidado del medio ambiente.
Las consecuencias de decisiones erróneas en este ámbito no son exclusivas de empresarios y políticos argentinos en busca de ahorrar algunos dólares. Así lo explicaron los capitanes Marcus Lisboa y Octavio Fragoso, ambos de Brasil, en el marco del ciclo de capacitación anual de prácticos, realizado el pasado 20 de marzo en el auditorio del Centro de Capitanes de Ultramar. Durante la jornada, los expertos detallaron el alto costo que pueden tener las decisiones desacertadas, tanto en términos económicos como ambientales.
Marcus Lisboa, ex presidente de la Federación Nacional de Prácticos de Brasil y ex vicepresidente de la International Maritime Pilots Association, es un referente internacional en seguridad marítima. Como consultor, profesor, asesor y perito, ha estudiado en profundidad los mayores desastres navales de la historia. En su exposición, repasó los 20 accidentes más emblemáticos que involucraron derrames de petróleo y daños ambientales irreversibles, de los cuales solo dos embarcaciones contaban con práctico a bordo.
Uno de los casos más recordados es el del Exxon Valdez, ocurrido en 1989 en las costas de Alaska. Aunque su nombre quedó grabado como uno de los mayores desastres ambientales, en términos de volumen derramado no fue el más grande. De los 208 millones de litros de crudo que transportaba, 41 millones de litros se vertieron al mar tras la rotura de ocho de sus once tanques.
El impacto ambiental fue devastador: la superficie afectada equivale a casi la totalidad de las costas argentinas, con consecuencias catastróficas para la fauna y los ecosistemas marinos. En términos económicos, el derrame tuvo un costo de 12.200 millones de dólares, considerando gastos de limpieza, indemnizaciones y litigios, que recayeron sobre Exxon, el estado de Alaska y el gobierno de Estados Unidos.
El uso de práctico era obligatorio, sin embargo, la empresa decidió ahorrarse el costo y prescindir del servicio ya que se trataba "solamente de seguir por el canal".
A partir de ese accidente, se estableció la obligatoriedad del doble casco para embarcaciones petroleras y se creó el Convenio Internacional sobre Cooperación, Preparación y Lucha contra la Contaminación por Hidrocarburos (OPRC, 1990), del cual Argentina es signataria. Este convenio establece que los países miembros deben crear planes de contingencia, una agencia que coordine las acciones en caso de accidentes y llevar a cabo capacitaciones preventivas.
Sin embargo, los accidentes siguieron ocurriendo, ya fuere por obligar a un práctico a maniobrar un buque para el cual no tenía la experiencia necesaria, en medio de condiciones climáticas adversas, o por ignorar sus recomendaciones. Un ejemplo de lo primero es el caso del Sea Empress en 1996, que derramó 90 millones de litros de crudo en las costas de Gales, Reino Unido. Entre las causas del desastre se señaló que el práctico a cargo no tenía suficiente experiencia con buques de ese tamaño.
Otro caso emblemático es el del Prestige en 2002. El buque transportaba 77.000 toneladas de fueloil, que terminaron derramándose en la costa de Galicia, España. En este caso, el práctico del puerto de La Coruña había recomendado llevar el barco a aguas seguras tras sufrir daños en el casco por una tormenta. De haber seguido su consejo, el impacto ambiental habría sido considerablemente menor.
No todo son malas noticias. Gracias a las capacitaciones continuas, la correcta señalización y el uso obligatorio de prácticos en casi todo el mundo, la cantidad de accidentes ha disminuido considerablemente. En el caso de Argentina, donde el uso de prácticos es obligatorio, en los últimos 50 años no se ha registrado ningún accidente de gran envergadura. Para ilustrar el impacto positivo de estas medidas, el experto presentó estadísticas de la Prefectura Naval de Brasil, que muestran una probabilidad de accidente de solo 0.002% por cada 82,000 maniobras que realizan anualmente los prácticos.
Para concluir, Marcus Lisboa compartió una célebre frase de Matthew Moore, experto de la industria marítima: "Si el costo de un práctico les parece alto, prueben con el costo de un accidente."
Por su parte, Octavio Fragoso hizo un recorrido por la historia del practicaje en Brasil, que se remonta a más de 200 años. Si bien presenta diferencias con la historia argentina en cuanto a problemáticas y estatus legal, ambas coinciden en la función esencial que desempeñan como garantes de la seguridad y del medio ambiente.
En 2024, Brasil sancionó una Ley de Practicaje que puso fin a las disputas entre armadores, agencias y prácticos, definiendo el rol del Estado, estableciendo la obligatoriedad del practicaje y fijando reglas claras para la actividad. 'Por supuesto que los prácticos continúan diciendo que ganan poco y los armadores que pagan mucho', ironizó Fragoso.
Para cerrar el ciclo, Eric Ryan, práctico y presidente de la Cámara de Practicaje y Pilotaje, compartió su visión sobre la verdadera función del practicaje argentino, ofreciendo un enfoque que invita a la reflexión. "La función primordial de un práctico en Argentina es proteger las vías navegables y la infraestructura portuaria del país, llevando los buques de manera rápida, como quiere el armador, y de manera segura, como quiere el Estado. Pero, ¿cuánto le costamos al Estado argentino por este trabajo?", dispara Ryan. La respuesta es cero pesos.
Pero, además de recibir este servicio de forma gratuita, el Estado obtiene un beneficio económico. Ryan explica que cada vez que un práctico realiza un servicio, la contratación la efectúa una empresa extranjera, que paga esos honorarios en concepto de servicios de exportación, generando ingreso de divisas en dólares al Banco Central. Luego, el Estado se queda con esos dólares al pesificarlos al cambio oficial y retiene el 35% en concepto de impuesto a las Ganancias. Se estima que el practicaje argentino exporta anualmente unos 300 millones de dólares.
En cuanto al encarecimiento de los costos logísticos, Ryan puso en duda que los fletes marítimos estén vinculados a los costos locales: "Dudo que el valor de un contenedor de China a Argentina baje si el practicaje en Argentina es opcional", afirmó. Su apreciación se confirma al observar que durante el gobierno de Mauricio Macri, se impulsó una reforma para reducir los costos logísticos, logrando acortar los tiempos de espera de los buques y bajar tarifas y tasas portuarias. El resultado fue mayores ganancias para los armadores, pero ningún impacto en la tarifa del flete.
La jornada reflejó la importancia del practicaje como un eslabón clave para la seguridad marítimo-fluvial y el resguardo del medio ambiente. Su rol trasciende la simple asistencia en la navegación, tratándose de una barrera fundamental para evitar que la búsqueda de ahorros inmediatos termine generando pérdidas multimillonarias con daños irreparables.
Fuente: www.NetNews.com.ar
COMENTARIO
0 comentarios
IMPORTANTE: Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellas pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Aquel usuario que incluya en sus mensajes algun comentario violatorio del reglamento será eliminado e inhabilitado para volver a comentar.