Lunes, 10 de Noviembre de 2025 | 04:09

Piñera y Sanguinetti dos ex presidentes lúcidos de Latinoamérica dieron cátedra en Buenos Aires

Por Alejandro M. Liberman, Colaborador de Libertad y Progreso.

A partir de un encuentro llamado “Análisis de la situación de América Latina y la coyuntura mundial”, llevado adelante el 4 de abril de 2016, en ocasión de la convocatoria realizada por la Asociación Iberoamericana de Cámaras de Comercio, la Cámara Argentina de Comercio y la Comisión Interamericana de Arbitraje Comercial, participaron del mismo los ex presidentes de Chile, Ing. Sebastián Piñera y el de Uruguay Dr. Julio M. Sanguinetti.

 

Piñera basó su exposición en cuatro pilares: la libertad política, la libertad económica, la lucha contra la pobreza y en llevar adelante políticas públicas prudentes y moderadas en particular en los equilibrios macroeconómicos. Todo ello para transformar la historia en Latinoamérica plagada de barreras y un Estado que asfixia el poder de creatividad que poseen los ciudadanos y que redundan en dar un salto al desarrollo sostenido.

 

Marcó con énfasis la conclusión de megaciclo de los altos precios de los commodities, de la acumulación de reservas de China y otros factores que han guiado los procesos de la economía internacional. En tal sentido, colaboró en señalar que atravesamos la revolución del conocimiento y tecnológica; una revolución más amplia que abarca mayor cantidad de personas y profunda en relación con las herramientas y recursos utilizados más importante de la historia.

 

Se preguntó, América Latina a partir de conformar nuevos pilares sólidos para dar el salto para el desarrollo está preparada para acoplarse a esta revolución de los próximos 10 años?

 

Nos ha dejado inquietudes que revelaron 3 o cuatro conceptos destacables al afirmar que la educación y la capacitación deben trasuntar una revolución en América Latina. Por otro lado, la región debe insistir con la integración al mundo que trascienda los innumerables instrumentos y asociaciones intrarregión, como ser el Mercosur, la CAF, etc., que actúan a través de dirigismos de los gobiernos plagados de burocracia y trabas que además, según Piñera, nos alejó del mundo. Otro de los ejes destacables para nuestra región, según el disertante, se relaciona con el mejoramiento de la calidad de nuestras democracias y de nuestras instituciones. Y por último, volvió a remarcar que se debe enfrentar a un sector público que ahoga, reprime y centraliza todas las actividades de los ciudadanos. En cambio propició los valores de la libertad y la creatividad de las personas para promover el desarrollo y el despegue definitivo de América Latina hacia el mundo integrado.

 

Por su parte Sanguinetti a partir de los desafíos que plantean nuestros países supo encontrar una barrera que nos impide despegar y que la halló en las categorías mentales de los dirigentes que todavía continúan pensando en el Muro de Berlín. Así se vislumbra el desarrollo del fanatismo que Sanguinetti lo asocia con la dificultad de la lentitud de las categorías mentales asociadas con nuestra cultura.

 

Nos habló de nuestras democracias que sin bien se han ampliado y mantenido todavía hoy no nos han permitido la conquista de la prosperidad.

Un paradigma que destacó Sanguinetti es el populismo en la región que reaparece a partir del uso de los recursos públicos de manera abusiva y el apoyo que logran de las masas a la sazón de la plaza pública y las movilizaciones más allá de los congresos que están siendo sustituidos por la actividad callejera, tomando el ejemplo -in extremis- de Venezuela.

 

Insistió en afirmar que el populismo se dedicó a distribuir dinero pero no aprovechó las excelentes oportunidades para innovar, despreciando a la prensa y a la justicia.

 

En otro orden nos recordó que las constituciones nos dieron un sinnúmero de derechos pero hemos retrasado en ellos a la conciencia cívica. Enfáticamente demostró que a través del modo en que está educado el ciudadano implica el cómo actuará en la democracia. Y ese un desafío que hay que jerarquizar en donde la democracia sea un hábito, una cultura en donde las leyes se cumplan y los derechos humanos se respeten.

 

Fuente: Libertad y Progreso

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