Políticos con ideas o más de lo mismo?
Periodista especializado
Si a nuestros gobernantes y políticos se les abonara el sueldo de acuerdo a cada buena idea que presentaran para mejorar la vida de los argentinos, estarían famélicos muertos de hambre.
Acceden al poder por el milagro de las listas sábana, y los funcionarios elegidos con grandes esperanzas resultan un fraude al gobernar.
Hambre, pobreza, pobreza extrema, derrumbes económicos azotan nuestro país. Y los gobernantes (casi todos) en lo único que piensan es en emitir y emitir dinero sin respaldo para mitigar el hambre. Dinero que sólo sirve para circulación interna porque aunque los impriman con la cara de Néstor o Cristina Kirchner, fuera de nuestras fronteras no los aceptan ni para comprar un helado.
Hay ejemplos inteligentes de cómo se podría usar ese dinero carente de valor externo resolviendo problemas de pobreza, habitacional y educación, además de poner en valor tierras improductivas. En general, mejorar la calidad de la gente y al mismo tiempo desarrollar el país en muchos sentidos. Lo que hoy carece de valor podría tener alto valor mañana.
¿Les interesa a los gobernantes qué tipo de país le dejarán a nuestros hijos y nietos? ¿Se preguntarán alguna vez qué necesita el país para elevar la calidad de vida de su gente? Son preguntas que rara vez se la hacen.
La respuesta es simple, producir más y mejor. No producir en forma desordenada sino inteligente usando los recursos naturales de cada lugar para obtener los mejores resultados.
Esta idea que voy a comentar está basada en experiencias probadamente exitosas. Tomo como ejemplo el Estado de Israel, fundado sobre arena y hoy es una potencia mundial. Israel desarrolló a lo largo y ancho de ese territorio árido la mejor forma de cooperativismo a través de los llamados kibutz. Una experiencia palpable para ser imitada. Un dirigente inteligente enviaría a Israel el mejor equipo de hombres innovadores con
sentido común, y con grandes deseos de ver a Argentina de pie en el mejor sentido de la palabra. A mi entender debieran entrevistar a los primeros colonizadores de los kibutz para conocer cómo fueron resolviendo los diferentes problemas que con seguridad se podrían ir presentando.
Argentina padece de pobreza y pobreza extrema, una enorme cantidad de territorios improductivos que languidecen a la vista de todos sin que se tomen iniciativas para cambiar esa triste realidad nacional.
Si fuera gobierno, reuniría a un grupo de idóneos en diferentes disciplinas con mentalidad de estadistas, que piensen el tipo de país que se desearían a 5, 10, 20 y 50 años. Una Argentina vivible para nuestros hijos y nietos.
Los kibutz fueron una solución primaria para Israel en su fundación. De la nada había que construir un país. Hoy con seguridad, hay elementos superadores que harían las cosas más fáciles que aquellos hombres y mujeres que dieron inicio a esa Nación. Con la tecnología actual, que mejora cada iniciativa primaria, juntamente con saber a ciencia cierta de las necesidades a nivel local y mundial para producir con orientación definida.
SI el gobierno tomara la filosofía de los kibutz y la trasladara a nuestro país, colonizando y desarrollando las zonas improductivas, al mismo tiempo que se debiera desalentar las urbanizaciones de las villas de emergencia en la capital y provincia de Buenos Aires, que sólo sirven para juntar gente que vive mal, en situaciones de hacinación y promiscuidad, y cambiarles calidad de vida. Cada kibutz o colonia funcionando tendría cómo autoabastecerse y se acabaría el hambre para quienes la conforman. Mientras los kibutz se están desarrollando podrían becar a jóvenes a desarrollarse en su estudio o profesión, en beneficio de la propia colonia y por derrame mejoraría la calidad de profesionales de todo el país.
Cada día habría menos "ni ni", y más gente preparada para enfrentar un futuro cada vez más exigente. Hoy los jóvenes carecen de estímulos toda vez que se les dificulta ver el futuro. Se sienten keplers en su propia tierra, a la mayoría le resulta muy difícil trabajar y estudiar, y en
familias de ingresos precarios apenas pueden terminar un mal secundario. Esta situación abre una grieta entre los alumnos de familias acomodadas respecto de las sumergidas. Sería la oportunidad para el presidente de pasar a la historia por transformar el país: de país mendicante a país en desarrollo. Un verdadero "cambio" no declamado sino efectivo.Un proyecto de esta naturaleza abriría la puerta a todos aquellos desocupados que hoy claman por pan y trabajo.
El dinero que hoy se invierte para mantener millones de personas improductivas variaría fundamentalmente para el gobierno ya que tendría un enorme retorno en forma de impuestos, trabajo en blanco, y por consumos en general. Menos pobreza, menos indigencia, mejor sociedad, menos delincuencia, entre tantos otros beneficios.
Al sustentarse, millones de personas dejarían de ser mantenidas por el gobierno al gozar de trabajo. Para los gobiernos, mejoraría ostensiblemente el gasto público, ya que cientos de miles de desocupados dejarían de depender de planes y subsidios. Un proyecto de esta naturaleza, con seguridad contaría con el beneplácito de los acreedores nacionales e internacionales que tendrían asegurado el cobro de sus acreencias, y es probable que podría contarse con nuevos créditos destinados a este proyecto. Obviamente no habría cabida para corruptos o vagos porque cada colonia o kibutz estaría administrada por los mismos miembros. Un Consejo de Administración tendría que rendir cuentas en forma semestrales por ventas, gastos, compras de insumos, etc. y tomaría las decisiones importantes.
Un proyecto de esta naturaleza significaría otra Argentina: De Argentina Mendiga a
Argentina Emergente.
Fuente: www.NetNews.com.ar
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