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POLITICA 07.09.2022
opinión

El desafio para el 2023 es un cambio total de modelo

Agustín Etchebarne Por Agustín Etchebarne
Director general de la Fundación Libertad y Progreso

Cuando el peronismo pierda las elecciones de 2023, recordemos la enseñanza que nos dejó el período de Cambiemos: no alcanza con cambiar de Gobierno, es necesario cambiar nuestro modelo económico, social y cultural que ha fracasado por completo.

En la segunda mitad del siglo 19, Argentina supo construir un modelo exitoso que permitió al mismo tiempo un envidiable crecimiento y el desarrollo de la sociedad. Ese modelo que no debe minimizarse como “modelo agroexportador”; fue llamado por Juan Bautista Alberdi, como el modelo de la Escuela Industrialista Escocesa de Adam Smith. Lógicamente, en un país con grandes llanuras fértiles y ríos que las cruzaban, la introducción del ferrocarril y el frigorífico y la mecanización del agro, produjo una muy rápida expansión de las exportaciones de origen agropecuario, luego de cubrir por completo las necesidades internas. Sin embargo, desde su inicio que podemos establecer en la Constitución de 1853-60, la industria creció más rápidamente que el agro y terminó por superar el PBI agrícola. Para 1932, la industria argentina, superaba a la industria de Brasil y México sumadas, a pesar de contar con un quinto de la población. Nuestros ferrocarriles superaban los 47.000 km y equivalían un décimo del total mundial. La industria se iba diversificando, partiendo de la alimenticia, los ferrocarriles, la metalmecánica, los materiales de construcción, textiles, químicos, etc y abastecía el 71% del consumo interno. Además, exportaba un 20%. Por ejemplo, desde Santiago del Estero se producían piezas para los tractores John Deere de los Estados Unidos, también exportaba carteras de cuero a ese país y sombreros a Inglaterra.

El resultado no fue que 100 familias se enriquecieron, sino que Argentina absorbía cientos de miles de inmigrantes cada año, sin generar desempleo y pagando los salarios más altos del mundo solo comparable con los 10 mejores países de la tierra, sin inflación y con bajísimos impuestos. Además, había implementado un envidiable sistema de educación pública que permitió eliminar casi por completo el analfabetismo de manera rápida y eficiente.

 

"No alcanza con cambiar de Gobierno, es necesario cambiar nuestro modelo económico, social y cultural que ha fracasado por completo"

 

Pero con el golpe de Estado de 1930, empezamos a aumentar la intervención del Estado en la economía y con el de 1943-46 se introdujo al Peronismo, llamado en ese entonces “justicialismo”. Se cambió por completo el sistema económico de la libertad y fue reemplazado por un sistema estatista, intervencionista, inflacionista: “el modelo estructuralista de sustitución de importaciones”, un modelo que protegía la industria encerrando nuestra economía. Un modelo que creyó ver en las ideas de Keynes una forma de crecimiento basado en el consumo interno exacerbado por un gasto público siempre creciente, respaldado por la expansión permanente de la cantidad de moneda y de la deuda pública. El resultado de este segundo modelo fue catastrófico, la pobreza que había bajado al 3%, escaló nuevamente hasta superar el 40% de la población. La inflación fue de 53% anual promedio desde 1935 y este año superará el 90%. En términos de PBI per cápita caímos desde los primeros (cuando) al puesto 70. Actualmente nos encontramos en el puesto148 en libertades económicas y en calidad institucional estamos por la mitad de la tabla, como muestra el Indice de Calidad Institucional de Relial que elabora la Fundación Libertad y Progreso. El modelo de “Justicia Social” que consistió durante tantas décadas en sacarle por la fuerza el excedente a quien produce para regalar a quien no produce nada, está totalmente colapsado. Se van del país muchos de los empresarios más exitosos perseguidos por los altísimos impuestos y emigran muchos jóvenes sin perspectivas de futuro. El colapso no es solo económico, nuestro sistema educativo ha caído a los peores lugares del ranking de PISA, penúltimo de América Latina y en el peor 10% mundial. En la actualidad alcanzamos el top ten en el ranking de Miseria, rodeados de Surinam y Zimbabue. La corrupción no es una excepción, sino que es parte necesaria del sistema y es imposible de erradicar sin modificarlo.   

Este modelo no admite parches o correcciones para ser enderezado, tiene que ser virtualmente reemplazado por otro. Por eso, hay que inspirarse en los países que han realizado cambios profundos, como Irlanda, Nueva Zelanda, Estonia, Lituania, Letonia, Polonia, República Checa, o hasta Botswana en África, o la revolución de Reagan y Tatcher de los 80`s, o la del partido liberal de Suecia en 1992, o Australia que hizo un gran cambio liderado por el partido socialdemócrata hace varias décadas. En Argentina, el presidente Frondizi redujo el empleo público 6% anual en sus cuatro años, y el modelo de rápidas privatizaciones de Menem y Cavallo también pueden servir de inspiración.

En concreto, el nuevo modelo tiene que tener un claro norte hacia la LIBERTAD. ¡Esa es la clave! El gasto público debe ser reducido en 15 puntos del PBI, los impuestos deben supersimplificarse y reducirse; las reglas laborales deben ser flexibles y modernas; una reforma monetaria debe devolvernos una inflación no mayor al 2% anual. Y necesitamos una mega-desregulación. Con todo eso podremos realizar una apertura de la economía a través de Tratados de Libre Comercio con todos los países de la tierra. El resultado será la reaparición del crédito para el sector privado y las inversiones; y estimamos que pueden crearse 3 millones de empleos en cuatro años. La parte gradual de los cambios será el traspaso de quienes reciben planes sociales y de quienes sobran del empleo público al sector privado productivo.

Hay que poner el país en marcha aliviando y confiando en el sector privado. Los salarios del sector público deben congelarse hasta quedar un 25% por debajo de los del sector privado en tareas equivalentes para mantener un incentivo a pasarse al sector productivo.

Además, para mantener el crecimiento tendremos que hacer una revolución en el sistema educativo, basándonos en los vouchers que permitirán la libertad de elección de los padres, que debe unirse a aumentar los grados de libertad de los alumnos; y la eliminación de la currícula oficial para liberar a directores y maestros para que ensayen innovaciones y mejoras diversas en todo el sistema. Finalmente, para que el modelo pueda preservarse en el largo plazo debemos hacer reformas para mejorar la Justicia y tratados internacionales que aseguren nuestras instituciones.

Fuente: www.NetNews.com.ar

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