La toma de decisiones del exportador, el atraso cambiario y cómo medirlo
Economista y Director de la Fundación “Libertad y Progreso”.
En líneas generales, para evaluar si el tipo de cambio mayorista está atrasado se le suele descontar la inflación. La realidad es que ésta no es la mejor medida de dicho atraso, que es muy importante para la toma de decisiones en la venta de exportaciones, sobre todo de las que se pueden almacenar. Un caso típico son las cosechas que pueden guardarse en silos.
Lo primero es entender que los cepos suelen ser implementados por gobiernos que pretenden que el tipo de cambio no suba, reflejando una eventual depreciación del peso que ellos mismos generan. Esta pérdida de valor de la moneda es el resultado de su producción excesiva por parte del Banco Central (BCRA) para darle recursos a la gestión de turno, lo más usual, o para comprar divisas extranjeras o aumentar artificialmente la disponibilidad de crédito interno. De esta forma, con el llamado “impuesto inflacionario”, termina quitándole a la gente parte del poder adquisitivo de sus pesos atesorados o ahorrados; lo que nos empobrece.
Como siempre que se impone un precio máximo, hay más personas que quieren comprar ese bien que está artificialmente barato; pero también habrá menos que quieran producirlo. En los supermercados observaremos que las góndolas tienden a vaciarse; pero eso no puede pasar en un mercado cambiario libre. Por ello, al principio, el BCRA intenta sostener el tipo de cambio atrasado “llenando la góndola” con sus reservas; pero eso es insostenible, porque las divisas que tiene son limitadas. Por eso, aparecen los controles de cambio o cepos. En una palabra, el BCRA hace lo mismo que un negocio al que se lo obliga a tener siempre el producto afectado por un precio controlado, raciona lo que vende por cliente (ej. Un aceite por persona). El cepo es la forma en la que se restringe la demanda de dólares en el mercado oficial para mantener un tipo de cambio máximo, dejando fuera a parte de las personas y empresas o a determinada demanda de divisas que éstas hacen. Así, al principio se logra igualar la compra de dólares con la oferta disponible dentro del mercado con control de cambio. Sin embargo, como el gobierno y el BCRA continúan depreciando la moneda para cobrar “impuesto inflacionario”, se termina incrementando el atraso cambiario; ya que no reflejan totalmente esa pérdida de valor en el “dólar cepo”. Es por esta razón que cada vez le venden menos divisas al BCRA y tiene que limitar más las compras que le hacen. Por ello, las continuas restricciones, recuperaciones parciales de reservas, nuevas caídas seguidas de mayores cerrazones del cepo, entre otras medidas. Lamentablemente, si este proceso se sostiene en el tiempo, daña la economía y termina en una crisis.
Si se fuera ordenadamente a un tipo de cambio único sin cepo, el valor del dólar sería menor al de los paralelos
Otro error normal es llamar “devaluación” a la suba del tipo de cambio oficial. En realidad, ésta es la pérdida de valor del peso que se produce por el exceso de emisión o por la caída de su demanda por parte de una población harta de que les quiten poder adquisitivo a sus pesos con “impuesto inflacionario”. Los precios de las naranjas caen cuando se producen más de lo que la gente quiere o cuando ésta decide bajar su consumo, ambas cosas están sucediendo hoy por la pérdida de confiabilidad de nuestra moneda. Cuando cualquier divisa del mundo se deprecia, eso se observa inmediatamente en un aumento de los tipos de cambios libres. En Argentina, estos son los paralelos financieros y el Blue. La mala noticia es que, con el tiempo, esa pérdida de poder adquisitivo del peso se irá reflejando en los distintos mercados de bienes y servicios, es decir en lo solemos denominar “inflación”.
Por eso, la mejor medida aproximada de la evolución del atraso cambiario, es la brecha cambiaria; porque anticipa en gran parte lo que luego se observará en los valores de los restantes bienes y servicios. Lo preferible es tomar la diferencia del “dólar cepo” contra alguna cotización libre legal, o sea algunos de los “financieros”. Sin embargo, la realidad es que generalmente se la mide contra el ilegal o Blue. Por lo tanto, para las decisiones de venta de bienes exportables que pueden stockearse, lo relevante no es el atraso cambiario medido contra la inflación, sino la brecha cambiaria. Además, ésta define cuántos dólares “de verdad” pueden adquirir con lo que le paga el BCRA a la cotización “mayorista”, artificialmente baja. Esa es la pérdida que está haciendo el productor porque no cobra el fruto de su trabajo, al valor que obtendría en un mercado unificado libre.
A igual precio internacional y retención cambiaria, el mejor momento para vender un stock de productos exportables es cuando la diferencia entre los tipos de cambios paralelos y el oficial se achica
Es cierto que, si se fuera ordenadamente a un tipo de cambio único sin cepo, el valor del dólar sería menor al de los paralelos; por lo que alguien podría decir que, al tomar dicha diferencia, estaríamos sobreestimando la pérdida del productor. Sin embargo, ante la imposibilidad de estimar dónde se ubicaría un dólar único y libre, podemos hablar de que la brecha nos da una aproximación de lo que resigna el productor.
Por lo tanto, queda claro que, a igual precio internacional y retención cambiaria, el mejor momento para vender un stock de productos exportables es cuando la diferencia entre los tipos de cambios paralelos y el oficial se achica. Por otro lado, ante la actual expectativa de una larga caída de los valores de los commodities, los únicos motivos para no vender ahora son que se espera una abrupta baja de las retenciones o de la brecha. Esto último podría suceder porque el gobierno empieza a tomar medidas que permiten recuperar cierta credibilidad o por un salto importante del tipo de cambio mayorista. La realidad es que ambos casos serían oportunidades de colocar el stock y pasarse de “dólar producto” a “dólares de verdad”; ya que las políticas que puedan implementar este gobierno no resolverán los problemas de fondo. Por lo tanto, luego de un “veranito”, volveremos a ver agrandarse la percepción de riesgo de una crisis y, por ende, la ampliación de la brecha cambiaria.
Fuente: www.NetNews.com.ar
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