“Un nuevo rumbo”
Por Enrique S. Mantilla. Titular de la Cámara de Exportadores de la república Argentina (CERA).
En materia de comercio exterior el gobierno anunció un giro estratégico. Hay un nuevo rumbo, pero la implementación se va realizando de manera secuencial mientras se va desarmando un sistema de normatividad compleja basada en tres pilares: el comercio administrado, el “cepo cambiario” y el decisionismo en materia de relaciones comerciales internacionales.
No es una tarea fácil y requiere ir adecuándose a estándares más o menos satisfactorios que permitan solucionar los problemas más agudos aunque no sea la solución óptima que se irá logrando en el tiempo mediante un proceso de optimización que requiere mucha interlocución público-privada.
Una evaluación correcta requiere comprender el punto de partida. Hay cuestiones como la destrucción de la información del INDEC que requerirán tiempo ?aunque se ha dado un paso muy positivo al sincerar y publicar las estadísticas de comercio exterior? hasta otros que se han solucionado rápidamente, como la derogación de la Resolución que impedía los transbordos de cargas por puertos uruguayos que han sido rápidamente solucionada.
Detengámonos en la cuestión de las condiciones del punto de partida:
Cuando en su Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero, J.M. Keynes afirmaba que “una política de restricciones comerciales es un instrumento alevoso aún para conseguir su fin ostensible, ya que el interés privado, la incompetencia administrativa y la dificultad intrínseca de la tarea pueden desviarla hasta producir resultados directamente contrarios a los propuestos”, no se imaginaba que presuntos especialistas en Keynesianismo aplicarían el comercio administrado en la Argentina entre 2011?2015.
“El punto de partida es extremadamente difícil y los
problemas de coordinación, relevantes; pero el rumbo es correcto”
Y que el concepto de “alevosía” se podría extender a la administración del tipo de cambio real y la política de aplicar derechos de exportación en un país en donde la elasticidad de las importaciones es mayor a la de las exportaciones y que, por lo tanto, la oferta adecuada de dólares es una restricción al crecimiento. Ni tampoco que al 30.11.2015 la deuda del gobierno con el sector exportador alcanzaría a $ 13.000 millones, como se reconoció en ese momento. Y lo que ha quedado claro es que en el 2015 hubo déficit comercial.
El gobierno ha comenzado a realizar un giro estratégico al anunciar medidas como la supresión de los derechos de exportación para todos los sectores y una reducción a 30% del derecho de exportación a la soja. Asimismo, cumplió con lo resuelto en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en relación al férreo control de las importaciones (DJAIS) y reemplazó el sistema con un mecanismo de licencias no automáticas y licencias automáticas. Se levantó el cepo cambiario y lo sustituyó por un sistema de flotación de la paridad cambiaria “sucia”. También anunció que normalizará las relaciones económicas internacionales.
El punto de partida es extremadamente difícil y los problemas de coordinación, relevantes; pero el rumbo es correcto.
Es obvio, en este cuadro de situación, es necesario implementar una Estrategia Nacional Exportadora como base del Desarrollo Sostenible. Y este giro estratégico requiere aumentar la competitividad que es una conjunción entre productividad y costos internos, a lo que hay que agregar la consolidación de acceso a los mercados con negociaciones comerciales y técnicas de alta calidad.
Una dificultad central es que el sendero que lleva a una situación de baja competitividad con exclusión a otra en que es posible explotar las complementariedades entre productividad y competitividad no es fácil de transitar desde el punto de vista político, sobre todo si es capital institucional es escaso.
Una forma de conseguir credibilidad en un contexto de este tipo es mostrando resultados. Es mostrando que la estrategia que se sigue es viable. Y la creación de empleo es la base de la sostenibilidad política, en este sentido es clave aumentar el nivel de inversión.
Pero es sabido que la mejor política económica y social es inoperante si la mayoría no la respalda, ya que es imposible tener éxito en desacuerdo con la opinión pública. Se requieren nuevos consensos y esto requiere operar en el tiempo. Tiempo de comunicación, tiempo de interpretación, tiempo de ejecución, tiempo de evaluación.
“Es necesario implementar una Estrategia Nacional Exportadora
como base del Desarrollo Sostenible”
Por eso es fundamental el diálogo político?público?privado, ya que la promoción de la competitividad y del fortalecimiento del marco institucional no es tarea de un solo segmento de la sociedad.
Para 2016, los riesgos para el crecimiento de las exportaciones están sesgados a la baja. Por una parte, no se vislumbran indicios de una reversión de la fase bajista de las cotizaciones de las commodities. Por la otra, el modesto crecimiento de Estados Unidos y la Unión Europea ahora se conjuga con una desaceleración de la economía de China y con una erosión del mercado de Latinoamérica, en especial, Venezuela y Brasil, todo lo cual resta impulso a la demanda real para las exportaciones.
Finalmente, la divergencia en las políticas monetarias en los Estados Unidos y en la zona del euro apuntala una sostenida apreciación del dólar que podría acentuar las presiones deflacionarias.
En esta coyuntura, además de reordenar variables claves, se necesita con urgencia implementar políticas de promoción y facilitación comercial que contribuyan a revertir la tendencia y a impulsar la diversificación comercial y definir una Estrategia Nacional Exportadora.
En relación al pronóstico de las exportaciones, los puntos positivos surgen del stock de cosecha que se comercializaría en el nuevo marco generado y la mejora de competitividad que se logre. Un número muy preliminar es de exportaciones superiores a USD 61,5 mil millones en el escenario optimista.
Hay mucho trabajo que realizar, pero el nuevo rumbo es correcto.
Fuente: Revista Desafío Exportar
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