Lunes, 23 de Diciembre de 2024 | 06:19

Proteccionismo Americano: 25% para importaciones de acero, 10% para el aluminio.

Las políticas proteccionistas, prometidas por Donald Trump durante su campaña electoral, están siendo ejecutadas y abren la puerta a un debate al que Argentina necesita someterse. El problema del desempleo no discrimina naciones y las proyecciones mundiales no son prometedoras. En los próximos años el 40% del trabajo mundial será reemplazado por máquinas con inteligencia artificial.

 

Estudios llevados a cabo en los Estados Unidos indican que en los próximos siete años, solo en su país, 8 millones de conductores de micros y camiones, y 4 millones de cajeros en bares, restoranes y supermercados perderán sus empleos en manos de máquinas inteligentes.

 

Entonces, nos abrimos o nos cerramos?

Los defensores en ambos bandos sostienen con vehemencia sus posturas y remitiéndonos a los hechos, Argentina tiene las dos caras del problema en los últimos años de su historia: en los ‘90 durante el mandato de Carlos Menem, se llevó adelante una política de derecha con una apertura total de mercado, su contrapartida fue Cristina Fernández con un gobierno socialista y una economía cerrada.

Mientras que los extermos siguen defendiendo sus principios -que terminaron generando pobreza y desindustrialización- podemos avanzar hacia una solución. Ni blanco ni negro; ni derecha ni izquierda; la respuesta es difícil de llevar adelante, dado que radica en encontrar un punto de equilibrio entre ambas políticas.

No se trata de proteger porque sí, ni de abrirse indiscriminadamente. Hay que analizar dónde somos fuertes o dónde podemos ser competitivos y dar la ayuda necesaria a esos sectores, con objetivos claros y auditando los resultados.

Las inversiones que Argentina necesita, no son suficientes y el foco debería esta puesto en las llamdas cadenas globales de valor, que son relaciones entre empresas de países que se integran en alianzas para producir en conjunto. Mientras una hace la carrocería, otra hace el motor, otra los asientos y así fabrican un auto. En otro caso uno hace la batería, otro el software , otro la carcasa y juntos un celular.

La fórmula parece a simple vista, la tradicional relación cliente-proveedor, pero no es así, en una cadena de valor el proveedor es socio estratégico, generalmente de una multinacional, dónde el intercambio de tecnología y conocimiento profundiza la relación, haciéndola perdurable.

Un ejemplo de esta alianza es el de Zhou Qunfei ,  la mujer china más rica del país asiático, que fabrica el cristal para las pantallas de Apple y Samsung entre otros.

Un ejemplo argentino es el fabricante de válvulas Basso S.A. que exporta su producto de excelencia para John Deere, Harley Davidson, Polaris y Ferrari.

El secreto de la continuidad de estas sociedades es que las empresas deben ser innovadoras y estar dispuestas a abrirse a nuevos paradigmas, ya sea en su forma de producir o en los materiales que utiliza, siempre dispuestos a estar un paso adelante. 

Estas sólidas alianzas, difícilmente sean alcanzadas por políticas arancelarias o denuncias de dumping, ya que nacen a partir de acuerdos y tratados comerciales entre regiones o países.

El objetivo que tenemos que tener como Nación, sin importar el color político de turno, es continuar allanando el camino a los empresarios en el exterior y que éstos a su vez, participen activamente en los organismos vinculados al comercio exterior.

 

Fuente: www.NetNews.com.ar

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