Martes, 14 de Octubre de 2025 | 02:40

La recuperación de la República

Por Agustín Laje, Director del Centro de Estudios LIBRE.

Si el 10 de diciembre de 1983 pasó a la historia como el día de la vuelta de la democracia a la Argentina, el 10 de diciembre de 2015 puede instalarse en la conciencia colectiva como el día en que se recuperó la República tras doce años ininterrumpidos de populismo.

El origen de la idea de República suele ubicarse en la Roma antigua, esa que fascinó al historiador griego Polibio que, retenido allí durante diecisiete años, halló la explicación de su grandeza en la forma mixta de su gobierno y en el hecho de que los poderes (cónsules, senado y asambleas populares) se frenaban recíprocamente; esa de cuya entraña salieron hombres como Cicerón que, precisamente en su libro “La República”, dirá que ésta es la “cosa pública”, siendo el público no mera multitud, sino “grupo de hombres asociados unos con otros por su adhesión a una misma ley y por cierta comunidad de intereses”.

Diversos poderes frenándose unos a otros, y un Estado regido por la ley, estaban ya en el origen mismo de la idea republicana, la cual será apuntalada en el mundo moderno por pensadores como Montesquieu y John Locke, quienes pusieron los valores de la libertad que emanaba de un gobierno sometido al imperio del derecho y a la división de poderes, frente al absolutismo de su época.

 “Todo estaría perdido si el mismo hombre, el mismo cuerpo de personas principales (…) ejerciera los tres poderes”, escribió Montesquieu en “El espíritu de las leyes”.

Y es por ello, precisamente, que en el populismo “todo está perdido” y todo se pierde. Porque la exaltación caudillista de un líder mesiánico que encarna los más inescrutables intereses del “pueblo”, trae a nuestro siglo una versión aggiornada y disimulada del absolutismo de otrora, donde los poderes tienden a ser concentrados en una o pocas manos; porque la centralidad de la soberanía de la ley es desplazada por la soberanía del líder y el movimiento; porque el Estado como “cosa pública”, como cosa de todos, se privatiza en favor del partido gobernante y de su líder.

Así hemos vivido, pues, a lo largo del ciclo que el pasado 22 de noviembre se le puso fin; así hemos vivido, pues, perdiendo poco a poco la sustancia de nuestras instituciones republicanas.

¿Pero cuándo fue, en concreto, que perdimos la República?

La República se perdió en la colonización de importantes sectores de la Justicia, que sirvieron no al derecho sino a sus amos políticos, dejándonos en los últimos puestos de los rankings internacionales sobre independencia del Poder Judicial (lugar 132 sobre 148 países del Ranking de Independencia Judicial del Foro Económico Mundial).

La República se perdió en la devaluación del Estado de derecho, que siguió al olvido del principio constitucional de que todos somos iguales ante la ley, cuando aparecieron los “intocables”, esos personajes inmunes a la ley en virtud de su capital político.

La República se perdió con la escandalosa corrupción y su consabida impunidad: Skanska, el tráfico de cocaína a través de Southern Winds, la valija de Antonini Wilson, la compra de dólares de Néstor Kirchner usando información reservada del Banco Central, el caso de la aerolínea española AirPampas,  las casas de “Sueños Compartidos”, el caso Ciccone o la “máquina de imprimir billetes”, las causas de Jaime, los incontables casos de nepotismo, el presunto lavado de dinero que involucra a Leo Fariña y Lázaro Báez, las coimas detrás del desfinanciamiento de los trenes que produjo la tragedia de Once, las irregularidades fiscales de Hotesur S.A., y un interminable etcétera.

La República se perdió cuando el Congreso se convirtió en una escribanía del Poder Ejecutivo, y cuando la administración pública fue inundada de militantes políticos a los que, como botín de guerra, se les regalaba un carguito en la elefantiásica burocracia estatal financiada por todos y todas.

La República se perdió cuando el kirchnerismo también quiso poner bajo su dominio el llamado “cuarto poder”, y se lanzó por un lado a perseguir y denostar a periodistas no adictos, y por el otro a construir un monumental aparato de comunicación y adoctrinamiento oficialista que supuso el más alto gasto estatal en medios en toda la historia argentina.

La República se perdió en la prepotencia diaria de un gobierno que usó la división social –la “griega”– como fundamento de su definición excluyente de lo “popular”, y en el monólogo de quienes detestaron durante doce años el diálogo.

La República se perdió cuando Jueces valientes pretendieron investigar al poder y terminaron desplazados, y cuando un valiente fiscal como Alberto Nisman se atrevió a imputar a la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner y acabó muerto.  

En efecto, la República no se perdió en un instante dado. Se trató de un proceso sin prisa pero sin pausa.

La buena nueva es que la democracia esta vez le ha dicho sí a la República y no al populismo. Quedará en el Presidente electo Mauricio Macri colmar las expectativas de quienes lo votaron.

¿Será el próximo 10 de diciembre el día en que recuperamos la República en la Argentina?

 

 

Fuente: NetNews

DEJE SU
COMENTARIO

0 comentarios

IMPORTANTE: Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellas pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Aquel usuario que incluya en sus mensajes algun comentario violatorio del reglamento será eliminado e inhabilitado para volver a comentar.

campos obligatorios

ECONOMÍA | 26.09.2025

Explicación sencilla sobre el dinero enviado a la Argentina

Explicación sencilla sobre el dinero enviado a la Argentina
COMENTAR
COMPARTIR

El economista Aldo Abram, director ejecutivo de la Fundación Libertad y Progreso, explicó en detalle el alcance del préstamo que consiguió Javier Milei con aval de Estados Unidos. Según remarcó, la clave está en diferenciar al Banco Central del Tesoro: ya no se trata de un saqueo de reservas con “papelitos intransferibles”, sino de un esquema en el que cada uno se financia por su cuenta. Así, el crédito externo no implica un aumento de deuda, sino un cambio de acreedor y un respaldo contingente para garantizar pagos sin comprometer las reservas.

El Puerto de Buenos Aires a la Luz del Dto. 602/25

El Puerto de Buenos Aires a la Luz del Dto. 602/25
COMENTAR
COMPARTIR

Recientemente se conoció el Decreto 602/2025, por el cual el Gobierno Nacional presentó un plan para transformar Puerto Nuevo de Buenos Aires, buscando “modernizar la infraestructura y adaptarla a las necesidades actuales del comercio y el turismo”. El plan incluye una nueva terminal de cruceros, espacios turísticos, comerciales, restaurantes, hoteles y áreas de esparcimiento. El proyecto estará a cargo de la Agencia Nacional de Puertos y Navegación (ANPyN), la cual será además la concedente de los contratos de concesión, con las facultades y competencias que ello implica.

Transformarse para competir: comunicación, cultura y bienestar en empresas exportadoras

Transformarse para competir: comunicación, cultura y bienestar en empresas  exportadoras
COMENTAR
COMPARTIR

En el mundo de los negocios internacionales ya no alcanza con producir más y mejor: el verdadero diferencial está en la cultura que sostiene a cada empresa. La manera en que comunicamos, cuidamos y vinculamos a nuestros equipos define tanto la capacidad de innovar como la de competir en mercados externos. Exportar hoy implica también exportar cultura, valores y confianza.

ECONOMÍA | 09.09.2025

Argentina entre la recuperación y los desafíos fiscales y externos

Argentina entre la recuperación y los desafíos fiscales y externos
COMENTAR
COMPARTIR

Un reciente estudio publicado por el Centro de Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2025 (CEPAL) indica que la economía argentina enfrentó en 2024 una contracción significativa y entró en 2025 con señales de recuperación, pero condicionada por metas fiscales exigentes, un programa de financiamiento externo amplio y la necesidad de consolidar reservas internacionales para afrontar vencimientos de deuda. 

AGENDA