Martes, 24 de Diciembre de 2024 | 14:24

Impunidad, Omnipotencia, Estupidez

Acerca de las profundidades de un audio.

 

En el viralizado audio entre Cristina Fernández de Kirchner y Oscar Parrilli quedan plasmados -al menos- dos axiomas: que la impunidad y la omnipotencia se acercan mucho a la estupidez, y que sin registro de la ética personal un simple mortal puede creerse Dios.

 

Sin embargo y a pesar de resultar conclusiones obvias buena parte de la población se pregunta aun dónde está el problema. Y el problema es que la abolición de los valores con los que fuimos concebidos como Estado nos ha corroído a través de los años oxidando hasta los cimientos de la estructura legal que nos cobija.

 

Puede decirse entonces que la corrupción es hoy una patología que nos atraviesa de diversas formas.

 

El dilema que se plantea sobre lo moral y lo ético resulta una temática relevante porque de lo que se trata es de la falta de registro social e individual acerca de qué es lo correcto y qué no, la grieta básica, la tensión entre el bien y el mal.

 

Efectivamente, no se observa un registro de los otros, ni lazos ni empatías que nos hagan ver qué significa estar del otro lado siendo “el otro”. Ese “otro” que, como yo, vive en una inmensa soledad por ausencia de un Estado que, si bien nació para protegerlo -especialmente si resulta el más indefenso y vulnerable-, en la realidad cotidiana muestra en sus formas más brutales hasta qué punto su sanción social, moral y judicial puede ser un mero adorno en el edificio sacrosanto de la ley y el orden por él creado.

 

Dia tras día nos topamos con evidencias, y aunque el  primer conocimiento resulta siempre visual (los Báez en la Rosadita, López en el convento, Cristina diciendo “hay que matarlo”), el nivel de estupidez nos hace pensar que es algo engañoso. “Cristina no quiso decirlo”, “por qué nos hicieron escuchar el audio?, Qué hay detrás?”. Las formas de negación son variadas, lo que no cambia es el acto personal y colectivo de negar.

 

Niegan la evidencia, aunque se trate de un criminal ensangrentado con guantes de latex borrando sus huellas en la escena de su crímen. Otros ciudadanos, los menos, sienten una inmensa frustración que se transforma en ira. Mientras tanto, la mínima porción saludable de la población, se preocupa de su propia moral, sin poder evitar el adoctrinamiento de los moralistas que sugieren qué se debe pensar para eludir la sanción.

 

Siento vergüenza por lo que Cristina Fernández de Kirchner nos hizo, pero mucha más vergüenza siento por lo que le dejamos hacer y le seguimos permitiendo cuando el verbo cambiar le queda grande a Cambiemos.    

 

Por Lic. Marcela Jaimes

@marceladesafio

 

 

Fuente: www.NetNews.com.ar

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