Después de la flexibilización del cepo: hacia una verdadera libertad cambiaria

CEO (CEEAXXI) Centro de Estudios Económicos ARGENTINA XXI. Eliana Scialabba Directora del CEEAXXI. Economista de Thesis Consulting
La flexibilización del cepo cambiario en abril de 2025 marcó un punto de inflexión en la política económica argentina. Después de más de una década de controles, múltiples tipos de cambio y restricciones a la compra de divisas, el país comenzó a normalizar su régimen cambiario. Sin embargo, sería un error considerar este movimiento como una meta alcanzada. Es, en todo caso, el inicio de un proceso más profundo: el camino hacia un mercado verdaderamente libre.
En la actualidad, el tipo de cambio oficial ha sido unificado, pero persisten intervenciones del Banco Central que distorsionan las señales de precios. Se logró un superávit fiscal histórico y se frenó la emisión monetaria, lo cual representa una mejora incuestionable. Pero la liberalización cambiaria sigue siendo incompleta: aún existen restricciones a la movilidad de capitales, limitaciones a la compra y giro de divisas, y barreras fiscales que castigan el uso de monedas extranjeras.
¿Hacia dónde vamos?
Desde una perspectiva liberal, la solución no pasa por replicar modelos cerrados como la dolarización total o la caja de conversión. Lo que Argentina necesita no es delegar su soberanía monetaria, sino permitir que la moneda —como cualquier otro bien— compita en libertad. Como afirmaba Friedrich Hayek en La desnacionalización del dinero (1976), “no hay ninguna razón técnica por la cual el gobierno deba tener el monopolio de la moneda”.
"Lo que Argentina necesita no es delegar su soberanía monetaria, sino permitir que la moneda —como cualquier otro bien— compita en libertad"
El objetivo debe ser claro: construir un sistema donde ciudadanos, empresas y bancos puedan operar en la moneda que elijan —ya sea el peso, el dólar, el euro o cualquier otra— sin restricciones, sin penalidades fiscales y sin discriminación regulatoria. Un sistema de libre flotación, libre competencia de monedas y libre movilidad de capitales.
Para lograrlo, se requieren reformas estructurales:
- Modificar la Carta Orgánica del Banco Central, para restringir su rol, impedir la financiación del Tesoro y eliminar su monopolio sobre la emisión de dinero.
- Eliminar todas las restricciones cambiarias, permitiendo la libre compra, venta, ahorro y transferencia de divisas.
- Garantizar la libre entrada y salida de capitales, sin controles cuantitativos ni autorizaciones discrecionales.
- Establecer la neutralidad fiscal entre monedas, evitando que el Estado premie artificialmente el uso del peso o castigue la dolarización espontánea.
Estas reformas no sólo consolidarían la estabilidad económica, sino que fortalecerían la libertad individual y limitarían el poder del Estado para degradar el valor de la moneda como vía de financiamiento encubierto.
"Si el mercado es libre solo cuando hay un presidente que cree en la libertad, entonces no es libre: es apenas tolerado"
¿Y la política?
Claro que esto no se logra solo con tecnicismos. Hace falta decisión política. Milei llegó con un mandato claro: cambiar de raíz. Si de verdad quiere dejar una huella duradera, tiene que institucionalizar esta nueva etapa. No alcanza con que hoy no haya emisión o con que el dólar se mueva libremente. Hay que hacer de esto una regla, no una excepción. Porque si el mercado es libre solo cuando hay un presidente que cree en la libertad, entonces no es libre: es apenas tolerado.
Flexibilizar el cepo fue un paso enorme, pero no podemos quedarnos ahí. La historia argentina está llena de reformas a medio camino, de avances que no se consolidaron, de oportunidades perdidas. Esta vez, el desafío es más grande: construir un sistema donde el Estado no interfiera con la moneda, donde las reglas no cambien con cada gobierno, y donde confiar en el mercado no sea un acto de fe, sino una política de Estado.
Argentina necesita, de una vez por todas, confiar en el mercado. Apostar por un régimen de verdadera libertad cambiaria y monetaria. Sin atajos, sin soluciones mágicas, sin necesidad de importar modelos ajenos. No hace falta ni una caja de conversión ni una dolarización forzada. Hace falta abrir el juego.
Nos lo debemos hace décadas.
Fuente: www.Netnews.com.ar
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