Enfrentar los desafíos con optimismo
Economista
El fin de año encuentra a los argentinos en una situación económica general más favorable de lo que fuera en igual período un año atrás. A día de hoy, el nivel de actividad se ubica por encima que en noviembre del 2023, y la inflación es varias veces menor y a la baja, con las estimaciones de pobreza moviéndose en la misma dirección, tanto de acuerdo a la Universidad Católica Argentina como a la Torcuato Di Tella; más allá de la propia del gobierno.
Con lo anterior, los salarios crecieron en términos reales durante ya siete meses consecutivos.
Diciembre del 2024 nos encuentra también expectantes, a la espera de lo que -todo apunta- será un buen próximo año para nuestro país. Si seguimos con las proyecciones, el FMI marca en su World Economic Outlook (WEO) de octubre que la Argentina crecerá un 5% en 2025. Esto es más que la misma medida para China (4,5%), Estados Unidos (2,2%), Brasil (2,2%), el conjunto de América Latina y el Caribe (2,5%) o las Economías Avanzadas (1,8%). He de admitirlo, esto por sí solo es suficiente motivo para brindar. No obstante, ¿Estamos seguros de que la suerte está completamente echada? ¿en serio hemos conseguido pasar página? ¿Podemos los economistas irnos a casa? En un país donde todo cambia tan rápido, y en un mundo donde cualquier cosa puede ocurrir, ¿creemos finalmente que estamos salvados? Lo cierto es que, si la confianza y la esperanza muchas veces juegan a favor, también pueden contribuir a bajar la guardia. Y con algunos riesgos al asomo, todavía queda mucho, mucho por hacer.
Vencimientos de deuda y refinanciamiento.
Luis Caputo, alguna vez jefe a cargo del área de Trading Latinoamérica del banco más grande de los Estados Unidos -el JP Morgan- dedicó gran parte de su vida a gestionar riesgo. Ahora, como ministro de Economía de la Nación, enfrenta un desafío similar que puede incidir en el futuro de su país. Sucede que en 2025 vencen US$24.000 millones de deuda pública en moneda extranjera para el Sector Público Consolidado -Nación más Provincias. Parte de los mismos se cuentan por compromisos con organismos internacionales de larga historia en nuestra memoria, y atender esta cuestión será uno de los puntos más importantes a resolver en vistas de mejorar la credibilidad de nuestro Estado frente al mundo, y frente a los mismos argentinos. Bonares, Globales y Bopreales, son algunos otros de los títulos públicos que implicarán desembolsos el año que viene. El misterioso Swap con China, que tanto ha dado a hablar, tendrá también un rol que jugar. Enfrentar estos pagos, la mayoría para el primer semestre, es una cuestión primordial que deberá resolverse y resolverse bien. Al mismo tiempo, será necesario conseguir refinanciación para el sector público, y una excelente noticia sería que logremos hacerlo a una tasa de interés menor que la de los compromisos actuales, ya que hacerlo significaría menos esfuerzo en el futuro en lugar de más, y todo pende ahora de un riego país que, afortunadamente, se ubica a la hora de escribir estas palabras en su nivel más bajo desde 2018.
Tipo de Cambio y presiones a la devaluación
Otro punto fuerte del año que viene gira en torno -como todos los años- al tipo cambio. Nuevamente Benjamin Franklin ocupa portadas en los diarios argentinos, pero no con nuevos titulares. Y es que muchos hablan otra vez de “atraso cambiario”, que ocurre siempre que el precio del dólar aumenta menos que la inflación, o que el nivel de precios general. ¿Son estás preocupaciones justificadas?
Yo considero que hay algunas cuestiones que se pasan por alto. La primera probablemente sea el siguiente dato: que de diciembre a noviembre la balanza comercial registró solo saldos positivos, marcando uno de los mejores primeros semestres de la historia y camino a cerrar un año récord, explicado esto por el gran aumento de las exportaciones energéticas, de productos agropecuarios y por la baja en las importaciones, que volverían el año que viene cuando aumente la actividad. Así, semejante aluvión de dólares se condice con un tipo de cambio más bajo.
"el 2025 tiene que ser también el año del despegue de la actividad. Esto permitiría aumentar el empleo, reducir la pobreza, incrementar la recaudación del gobierno y cumplir con las promesas de crecimiento económico"
El segundo punto, no menos importante, es que el IPC mide variaciones de precios, no estrictamente el valor de nuestra moneda, por lo que, si bien es una gran herramienta para seguir la inflación, es susceptible de malas interpretaciones. En la Argentina mucho tiempo se pisaron tarifas y congelaron precios, que es parte de lo que los economistas llamábamos “inflación reprimida”, es decir, inflación que ya estaba ahí pero no se veía en el IPC, mientras que el dólar paralelo, parcialmente libre, no puede ser controlado de la misma forma. Así, hoy muchos sinceramientos de tarifas y componentes regulados, que empujan el IPC al alza, no implican que nuestra moneda esté perdiendo valor frente al dólar, que es lo que sucede cuando se emite nuevo dinero de la nada, sino solamente que esa pérdida de valor anterior se sincera finalmente en los precios. Además, estábamos baratísimos en dólares, por lo que es lógico que los precios corran más deprisa que el dólar por algún tiempo, volviendo a la normalidad.
En la otra cara del debate, sí es verdad que la devaluación de Brasil, que tiene a muchos argentinos vacacionando en sus costas, supone una presión a la devaluación por cuestiones de competitividad, pero no pareciera que el gobierno apunte a resolver la cuestión por esa vía, optando antes por desregular y bajar impuestos.
Salida del cepo y credibilidad
En línea con lo anterior se encuentra la salida del cepo, el cual implica un control de cambios, y de movimientos de capital. ¿Podrá salir el gobierno sin un salto cambiario? ¿Cuánto tiempo puede mantenerse una promesa sin que nadie empiece a dudar? Sobre esto, la teoría económica es sencilla: si bien la liberación del mercado implica un aumento en la demanda de dólares, también implica un aumento de la oferta, por lo que el tipo de cambio resultante debería ser un promedio entre el tipo de cambio oficial y el paralelo. Conseguir esto depende de dos cosas: de que la brecha se mantenga en niveles bajos (hoy en torno al 15%), y de que el Banco Central tenga los dólares como para salir a defender el tipo de cambio ante cualquier eventualidad. Como evolucionen estas variables en los próximos meses será clave. Y aunque no será sencillo, si el gobierno logra salir del cepo sin temblores, habrá conseguido un paso importantísimo para normalizar el país, incluso demorando más de lo que algunos consideran conveniente.
Elecciones e institucionalidad
Un último riesgo a considerar es que el 2025 será también un año electoral, con todo lo que eso significa. ¿Acompañaran los argentinos el programa actual? ¿Volveremos a las andadas populistas? ¿Cómo reaccionaran los mercados si la población desestima el camino que seguimos? Todas estas preguntas tendrán respuesta y pueden empujarnos en una u otra dirección. Por otra parte, todos los ojos están puestos en la Corte Suprema, ¿serán finalmente Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla los elegidos del gobierno? ¿Cómo se instrumentará su designación? Estas cuestiones quedan por resolverse y pueden tener implicancias en las reglas de juego de nuestro país para los próximos años. En tanto, por mi parte dejo a los juristas y politólogos profundizar en estas cuestiones, sin dejar de reconocer que la economía puede verse afectada por lo que pase.
Consolidar el proyecto que iniciamos
Por último, el 2025 tiene que ser también el año del despegue de la actividad. Esto permitiría aumentar el empleo, reducir la pobreza, incrementar la recaudación del gobierno y cumplir con las promesas de crecimiento económico. La motosierra del gasto también deberá continuar, y las jurisdicciones subnacionales deben acompañarla, pues ahí reside todo el plan del gobierno. Mantener el plano fiscal en verde despejaría dudas sobre la necesidad de emitir para financiar el gasto, permitiría responder a las deudas desde el Tesoro en lugar de con reservas, y eso ayudaría a su vez a que el tipo de cambio se mantenga en nivel. Si existen dificultades todavía, entonces no hay que cantar victoria antes de tiempo. Lo que sí sabemos, es que, si logramos superarlas, el optimismo sobre la Argentina solo puede ser mayor.
Fuente: www.NetNews.com.ar
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