Viernes, 22 de Noviembre de 2024 | 00:58
Exportaciones

Estrategia o Ruido

Fernando Landa Por Fernando Landa
Presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina C.E.R.A

Hace más de dos milenios, el gran estratega y filósofo chino Sun Tzu escribió que “las tácticas sin estrategia son el ruido antes de la derrota”. 

Desde hace tiempo ya que Argentina sufre por la ausencia de una Estrategia Nacional Exportadora y su consecuente pérdida de posicionamiento internacional

Transitamos estos años con numerosos planes de titulares fuertes, pero de corto alcance, y justificando restricciones y gravámenes que no se imponen en otros países, en base a nuestra singularidad y a múltiples criticidades de corto plazo.

 

Como resultado, hemos pasado de representar el 0,4% de las exportaciones mundiales en 2010 al 0,25% estimado para 2023, perdiendo en el camino el 30% de las empresas exportadoras del país. En particular, la participación de Argentina en las importaciones de Brasil pasó del 14% en 1996 a sólo el 5% en 2022, contracción no experimentada por el resto de los exportadores latinoamericanos.

 

El G20, foro en el cual Argentina participa activamente, ha puesto siempre en sus documentos énfasis en la relación entre el flujo de inversiones, el aumento del comercio y la generación de empleo.

 

No obstante, nuestro país tiene bajos niveles de confiabilidad, en función de su debilidad macroeconómica y volatilidad regulatoria, que se evidencia, por ejemplo, en los indicadores elaborados por aseguradoras internacionales que miden el riesgo de default de las obligaciones empresarias. En consecuencia, la inversión extranjera directa en Argentina, en términos de adquisiciones y participaciones de capital, ha caído fuertemente, llegando en 2022/2023 al valor más bajo desde 1994.

 

Argentina tiene además un importante déficit de acuerdos comerciales, lo cual estructuralmente desincentiva los flujos de inversión. En 1991, cuando se creó el Mercosur, nuestro país participaba en el 16% de los acuerdos existentes, pero en 2023 esa cifra se ha reducido a sólo el 2% de los acuerdos totales.

 

“Desde hace tiempo ya que Argentina sufre por la ausencia de una Estrategia Nacional Exportadora y su consecuente pérdida de posicionamiento internacional”

 

 

Estos factores fueron determinantes para que nuestra matriz exportadora se haya tornado menos compleja. Mientras se registra un crecimiento de las exportaciones de bienes primarios, las exportaciones de manufacturas de origen agropecuario llevan 15 años de estancamiento y las exportaciones de manufacturas de origen industrial 12 años de caídas.

 

Es importante ver estos datos también a la luz de la pobre inversión en logística. En un territorio tan extenso como el nuestro, se destaca la singular dependencia del transporte por camión (90% de las cargas) que tiene mayor costo e impacto ambiental.

 

También es notoria la pérdida de conectividad marítima externa de nuestro país que, en la última década, pasó de 21 líneas directas a tan sólo 9 líneas entre el puerto de Buenos Aires (desde donde se mueve el 80% de los contenedores del país) y los puertos internacionales de destino. Esto se retroalimenta con la pérdida de complejidad de nuestra matriz exportadora. Mientras en los últimos años el mundo multiplicó por 4 la carga contenerizada, Argentina sólo ha crecido el 40%. Así las cosas, la inversión portuaria se atrasa y el calado actual de nuestro principal puerto no permite el ingreso de la mayoría de los buques que se fabrican en el mundo. De esta manera, se consolida la tendencia a que nuestro puerto se transforme en feeder de otros de la región, lo que debilita a su vez las posibilidades de mejorar nuestro comercio.

 

Finalmente, la suma de factores (incluyendo aspectos pendientes de la facilitación del comercio) llevan a que el costo de transportar un contendor desde su lugar de producción hasta la cubierta del buque sea dos veces o más que los de Brasil, México o Chile.

 

Obviamente, es fundamental no gravar la producción exportable con impuestos que nuestra competencia internacional no tiene. En un mundo en que la seguridad de abastecimiento y la sustentabilidad se esgrime para justificar subsidios, nuestros exportadores, por el contrario, deben cargar con derechos tan elevados que sólo son superados por los de Islas Salomón, Kazajistán y Guinea.

 

Son muy pocos los países los que gravan sus exportaciones, pero incluso estos países no cargan además con la multiplicidad de impuestos que caen bajo la especie “tasas” y que no son recuperables para los exportadores.

 

Nuestros competidores en los mercados internacionales tampoco deben transitar el arduo camino para recuperar el IVA, incluyendo condicionamientos no incluidos en la ley, para finalmente obtener un monto inferior al efectivamente pagado, producto de la falta de actualización por inflación que sí está prevista en el primer párrafo del artículo 43 de dicha ley.

 

Casi hemos naturalizado que los exportadores deban liquidar mandatoriamente sus ventas de exportación. Esto es, sin embargo, una situación anómala, a punto tal que el convenio constitutivo del FMI entiende que los múltiples tipos de cambio y las restricciones cambiarias como las vigentes hoy en Argentina son perjudiciales para el flujo de inversiones a los países y la exportación. En su artículo VIII, el FMI exige el compromiso de que no sean impuestas, salvo autorización explícita por parte de esa institución.

 

“nuestro país tiene bajos niveles de confiabilidad, en función de su debilidad macroeconómica y volatilidad regulatoria”

 

 

Los pocos países que, como Argentina, han solicitado excepciones a este compromiso, tienen liquidaciones mandatorias mucho menores (Turquía 40%, Angola y Etiopía 50%, Zimbabue 30%) y entendemos que sólo Ghana tiene liquidación mandatoria al 100%.

 

En nuestro país se vincula además el incumplimiento de la liquidación de exportaciones no sólo a sanciones previstas en la Ley Penal Cambiaria sino también a la virtual prohibición temporal a la adquisición de insumos para producción mediante el sistema CEF-SIRA.

 

En suma, un exportador puede, eventualmente, por razones que escapan a su control (el incumplimiento del comprador, un siniestro parcial, etc.), ver potencialmente afectada la totalidad de su producción, riesgo que un no-exportador no tiene.

 

La compleja situación macro y cambiaria ha devenido en restricciones a la exportación de ciertos productos y sistemas de control de importaciones (SIRA) y pagos de servicios (SIRASE) que han generado incertidumbre, incumplimiento con proveedores y fuerte deuda privada, llevando inclusive a reacciones extremas como las de las compañías marítimas internacionales que dejaron de aceptar pagos en Argentina, agravando nuestro futuro logístico.

 

Exportar no es sólo obtener divisas, es generar trabajo y desarrollo inclusivo, y esa es la dimensión que debemos priorizar.

 

El complejo entorno internacional —con factores como la crisis del multilateralismo, graves tensiones geopolíticas, rebalanceo global, uso de la sostenibilidad como dimensión para restringir comercio, disrupciones tecnológicas, entre otros—, así como la multiplicidad de actores involucrados, demuestran la necesidad de coordinación y comunicación. Por lo tanto, una Estrategia Nacional Exportadora en Argentina debe ser liderada desde la máxima autoridad presidencial y debe contar con la participación sistemática del sector privado. Creemos vehementemente en la institucionalidad y en la cooperación público-privada sobre la cual tenemos excelentes ejemplos.

 

Es por eso que, analizando las mejores prácticas internacionales y con el aporte de encuestas de opinión enviadas a 6.500 exportadores desde la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA), hemos desarrollado una propuesta de Estrategia Nacional Exportadora. Partiendo del supuesto de que una macro ordenada es condición necesaria, pero no suficiente, para organizar el crecimiento desde el sector externo, hemos realizado 142 propuestas técnicas en base a 6 ejes (Relacionamiento externo, Impuestos y restricciones, Facilitación del comercio, Logística, Financiamiento e Inteligencia y promoción comercial), las cuales consideramos fundamentales para construir el país que queremos a mediano plazo.

 

Empezar por colocar a la competitividad como política de Estado será determinante para lograr un futuro sostenidamente próspero e inclusivo para nuestra nación.

 

 

 

 

 

 

Fuente: www.Netnews.com.ar

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