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PRODUCCIÓN 11.04.2023

El desarrollo sostenible como ventaja comparativa de las empresas.

Julián D’Angelo Por Julián D’Angelo
Director Ejecutivo Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresaria y Capital Social (UBA) Secretario Ejecutivo de la Red Iberoamericana de Universidades por la RSE (RedUniRSE)

Recientemente se acaban de cumplir tres años desde que la Organización Mundial de la Salud declarara, el 11 de marzo de 2020, como pandemia, a la epidemia de Covid-19. En estos días, el gobierno de los Estados Unidos acaba de declarar el fin de la emergencia sanitaria, y la Argentina, y otros países, avanzan también en el mismo sentido.

Pero, en ese entonces, en medio de una crisis que comenzó siendo sanitaria, pero que rápidamente se transformó en una severa crisis económica y social, desde el Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresaria y Capital Social de la Universidad de Buenos Aires, nos propusimos estudiar el comportamiento y la respuesta empresarial ante ese escenario complejo, como un reflejo lógico de su compromiso, confeccionando un Banco de Buenas Prácticas Empresarias Socialmente Responsables ante la pandemia[1].

Dicho estudio se realizó entre marzo y octubre de 2020 e involucró el análisis de un total de 891 empresas, 488 que realizaron acciones en Argentina, y otras 403 en otros 28 países del mundo.

Lo que buscamos indagar en aquel entonces era, como aquella crisis impactaba en las estrategias de las empresas, poniendo a prueba incluso sus propósitos, y que diferencial existía en algunas de ellas, que les permitía actuar como un agente positivo de cambio ante el conjunto de sus partes interesadas, incluso en tiempos tan complejos.

Evidentemente, en muchos casos, la respuesta fue más que positiva.

Tres años después de aquel estudio, la consultora Edelman, de los Estados Unidos, que cada año lleva adelante su estudio sobre el Barómetro de confianza[2], concluye que las empresas son la única institución confiable en el mundo hoy en día.

Este estudio, cuyos resultados fueron presentados hace algunas semanas, está realizado en base a unas 32.000 personas encuestadas en 28 países, y mide, entre otras cosas, la confianza de los ciudadanos en las empresas, los gobiernos, los medios de comunicaciones y las organizaciones no gubernamentales (ONG).

El 62% de la población, promedio global, confía actualmente en las empresas, mientras que ni las ONG, ni los gobiernos, ni los medios de comunicación alcanzan el umbral mínimo para estar en nivel de confianza.

Además, las empresas son las únicas organizaciones vista por los consultados como competentes y éticas. Las empresas están 53 puntos por encima del gobierno en materia de percepción de la competencia, y 29 puntos por arriba con respecto a la ética.

Particularmente, en estos últimos tres años, la percepción ética de las empresas subió casi 20 puntos, lo que, sin dudas, puede ser atribuible a sus acertadas respuestas durante la pandemia y al hecho de haber mantenido activas sus estrategias de sostenibilidad, a pesar de la crisis.

El propio estudio encabezado por el consultor Richard Edelman, sostiene que una gran ventaja comparativa de las empresas, respecto a las demás organizaciones, radica precisamente en mantener bien en alto sus acciones de sostenibilidad, gobernanza, diversidad, equidad e inclusión y una buena política de desarrollo de personal.

Una de las grandes compañías argentinas que mantuvo firme su compromiso y su estrategia de desarrollo sostenible durante la pandemia, fue la alimenticia ARCOR. Fundada en 1951 en la provincia de Córdoba, hoy cuenta con 47 plantas industriales en América Latina, emplea unas 20.000 personas, cuenta con unas 13.000 pymes proveedoras en su cadena de valor y exporta a más de 120 países.

En 2020, además de importantes donaciones de alimentos, alcohol e insumos a diferentes organizaciones, llevó adelante una sustancial inversión para apoyar la reapertura de más de 10.000 kioscos en todo el país.       

Su compromiso con su cadena de valor, tanto proveedores como distribuidores, mayoristas y minoristas, es central en su estrategia corporativa y de responsabilidad social.

Arcor cuenta con unos 400 distribuidores oficiales, más de 1.400 clientes mayoristas con una fuerza de venta de más de 7.000 colaboradores y promotores y vendedores especializados que atienden a más de 820.000 puntos de venta. De allí la importancia de programas como “Mi almacén”, que promueve el desarrollo de los comercios minoristas.

Con sus proveedores también lleva a cabo importantes acciones de desarrollo, como por ejemplo, el Programa de Agro Sustentable, que garantiza la calidad y responsabilidad ambiental y social de todas las materias primas utilizadas por la compañía.

En la producción, cuenta con 46 plantas certificadas con ISO 14001 de gestión ambiental, 50 bases operativas con la certificación ISO 9001 de calidad total, y unas 11 con certificación de gestión forestal.[3]                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             Desde el año 2009 Arcor ha cumplimentado tres ciclos de su Estrategia de Sustentabilidad, y está en marcha su cuarto Plan de sustentabilidad.

La compañía definió como su propósito “hacer accesibles las tendencias en alimentación para que todas las personas puedan vivir mejor”. Propósito que consideran fundamental ponerlo de manifiesto en cada una de las iniciativas de sustentabilidad que implementan[4]

Y como dijera en un artículo anterior[5] el propósito debe estar inescindiblemente asociado al legado que espera dejar la compañía para el mundo.

Su presidente, Luis Pagani, sostiene que “a diferencia de otros empresarios que piensan en función de la oportunidad del momento, él piensa en la trayectoria de la empresa. A largo plazo sigue proyectando lo que hay que construir y los inversores valoran eso. La cultura de una empresa se traslada a su reputación”[6]

 

Asimismo, expresa que el propósito y los valores que encarna la compañía son esenciales, y que son los jóvenes quienes, precisamente, están más pendientes del legado de la compañía: “los jóvenes miran cuál es la política de los residuos, cuál es la política de la huella de carbono”.

Este es un gran ejemplo de por qué el propósito corporativo debe ser un motivo de orgullo para los colaboradores, accionistas e inversionistas y por qué debe condicionar la estrategia empresarial, trascender a los directivos, marcar la cultura organizacional y ser perdurable en el tiempo en búsqueda del legado anhelado.

 

 

 

 

 

[1] D’Angelo J. L. (2020). “El valor estratégico del “propósito” en las empresas y emprendimientos, ante la crisis de la pandemia de covid-19”. Revista Argentina de Investigación en Negocios. Volumen 6. Número 2. Diciembre 2020- Junio 2021.   [2] Reporte Global 2023 del Barómetro de confianza de Edelman (2023). Recuperado de https://www.edelman.com/sites/g/files/aatuss191/files/2023-03/2023%20Edelman%20Trust%20Barometer%20Global%20Report%20FINAL.pdf   [3] Reporte de sustentabilidad 2021 de ARCOR. Recuperado de https://imagen.arcor.com/institucional/reporte-sustentabilidad-2021.pdf   [4] Pagani, L. (2021) El gen empresarial. Buenos Aires, Argentina: Sudamericana.   [5] D’Angelo, J.L. (Diciembre de 2022). El Propósito empresario es clave para un futuro sostenible. Revista “Desafío Exportar” (209) p. 52-53   [6] Pagani, L. (2021) El gen empresarial. Buenos Aires, Argentina: Sudamericana.

 

Publicado en DESAFÍO EXPORTAR de abril

 

 

Fuente: www.NetNews.com.ar

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