“La estrategia correcta”
Por Dr. Enrique S. Mantilla, Presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA).
Argentina, como la mayoría de los países de América Latina y en desarrollo, tiene una restricción externa estructural que limita su crecimiento. En este sentido, las elasticidades (ingreso y precio) del comercio exterior juegan un papel decisivo en dicha vulnerabilidad: en general, estos países tienen una elasticidad ingreso de las importaciones sustancialmente superior al de las exportaciones, produciendo un déficit comercial crónico que condiciona su crecimiento. Asimismo, la elasticidad precio de las exportaciones y de las importaciones no son lo suficientemente elevadas como para compensar este desequilibro vía aumentos del tipo de cambio.
Esta restricción externa estructural no es algo nuevo. Díaz Alejandro (1970) fue uno de los primeros en dar cuenta de esta diferencia de elasticidades que condicionaba el desarrollo argentino. En la misma línea, Zack & Dalle (2014) muestran que este problema sigue estando presente al día de hoy.
Por eso es clave para Argentina adoptar una Estrategia Nacional Exportadora como base del Desarrollo Sostenible.
El antiguo Ministerio de la Producción había solicitado una asesoría del Banco Mundial que fue publicado como informe en marzo de 2018 en inglés con el título “Fortaleciendo la Integración de la Argentina en la Economía Global”.
La CERA fue consultada por el equipo redactor. Lo que llama la atención del informe, publicado antes de las recientes medidas del gobierno de poner derechos de exportación y recortar los reintegros, es la omisión o tratamiento incompleto de políticas relevantes para las exportaciones.
En un análisis del informe que realizó el Instituto de Estrategia Internacional de la CERA, los autores Juan J. Llach y Ricardo Rozemberg, señalan, entre otros puntos:
- El aislamiento comercial de la Argentina. El informe destaca correctamente una seria limitación de la Argentina respecto de países competidores. Se trata del hecho de participar en sólo un acuerdo de libre comercio de magnitud significativa, el Mercosur, cuya apertura es limitada y bastante discrecionalmente regulada. Pero nada dice sobre la necesidad de perfeccionar la unión aduanera a los efectos de poder aprovechar en mayor medida los beneficios del proceso integrador, en términos de especialización y complementación productiva, por ejemplo. O sobre los riesgos de su dilución, si no se avanza en dicho sentido.
- Medidas de impactos directos e indirectos. El informe debería haber distinguido -y más sistemáticamente- entre medidas de impacto directo y rápido en las exportaciones, medidas de impacto indirecto y más lento, y medidas unilaterales sin beneficios tangibles, o sólo en el muy largo plazo.
- Macroeconomía y tipo de cambio. Algunas referencias a esta cuestión pueden encontrarse en el Anexo B del trabajo de la CERA, referido a los vínculos entre las políticas macroeconómicas y de los mercados de factores y, por otro lado, la integración global de la economía argentina. Dentro de la política macro debería haberse hecho alguna mención específica a la política cambiaria, más aún al estarse tratando el caso de la Argentina, única economía plenamente bimonetaria del mundo, lo que conlleva a una significativa volatilidad del tipo de cambio que puede ser particularmente dañina para un crecimiento sostenido de las exportaciones, por ejemplo, por su impacto de subinversión en los sectores con mayor potencial exportador.
- La apertura importadora y las exportaciones. Tampoco se analiza qué tipo de apertura comercial favorecería más a las exportaciones, ya sea en términos de partidas arancelarias, sectores productivos u orientaciones geográficas.
- Logística. Aunque presente, también es escaso el análisis de los cruciales aspectos logísticos de las exportaciones, tales como transporte vial o ferroviario, incluidos los bitrenes, puertos y aeropuertos, estructuras de comercialización, etc.
- Políticas “blandas”. Finalmente, el informe del Banco Mundial omite casi por completo las políticas blandas, tales como inversión cuantitativa y cualitativa en educación o I&D, incentivos al desarrollo de proveedores, políticas de desarrollo regional, apoyo a las pymes, estímulos a la automatización y digitalización, etcétera. Sus respectivas mejoras pueden jugar papeles decisivos en la eventual respuesta a uno de los principales desafíos de la exportación argentina, cual es la agregación de valor, y sobre todo “aguas abajo” de las materias primas.
Por eso, la decisión del actual Ministerio de Producción y Trabajo de promover la iniciativa Argentina Exporta es acertada, aunque enfrenta fuertes restricciones producto de la nueva política impositiva.
Las oportunidades derivan de la reducción de los costos del comercio exterior con una mejor gestión de puertos y aduanas, mejora de la infraestructura, mercados abiertos y competitivos en los sectores logísticos y de servicios, y estándares regionales armonizados.
Una acción consistente en dichas áreas mejorará la competitividad de las empresas favoreciendo su desempeño exportador, lo que permitiría una mayor creación de empleo y el ingreso de divisas, brindándole solidez al crecimiento económico y creando un marco propicio para la reducción de la pobreza.
En este sentido, la CERA sostiene que la exportación y la reducción de la pobreza están indisolublemente unidas; de allí las expectativas que crea la Iniciativa Argentina Exporta que está en sus primeros pasos. Lo positivo es que se ha reconocido que no basta desear un futuro, sino que hay que hacerlo posible y que las exportaciones cumplen un papel esencial.
Fuente: www.NetNews.com.ar
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