La imagen de Santa Cruz es la muestra indiscutible de cómo iba a terminar la sociedad toda
Por Julio Bárbaro. Dirigente histórico del PJ.
Pertenezco a los que votamos a Macri convencido de evitar de ese modo un camino al suicidio como hoy vemos que pasa en Venezuela. Agrego que ese solo hecho no alcanza para sentirnos en el seno de una democracia. Avanzamos y mucho, superamos el peor de los riesgos que es el del enfrentamiento entre hermanos, vemos como el espacio de los fanáticos se achica, el poseer el poder los animaba demasiado. La imagen de Santa Cruz es la muestra indiscutible de cómo iba a terminar la sociedad toda. Allá es donde ensayaron el proyecto de corrupción con dependencia, de autoritarismo con disfraces de propuestas políticas. Nada nuevo, Hitler y Stalin estaban en los extremos de las ideas, pero en esencia eran lo mismo, una voluntad de poder destruyendo todo signo de libertad y dignidad. Un espíritu tardío de revoluciones fracasadas, de demencias que nos llevaron a entregar miles de vidas sin obtener siquiera una mejora de la sociedad.
Voté a Macri y quiero que su gobierno sea exitoso, no imagino otro camino que la democracia, ni se me ocurre que los que la cuestionan tengan siquiera vigencia histórica. Luego, aclaro que me llenan de asombro algunos personajes que ensayan algo parecido a un macrismo kirchnerista, o sea que actúan con la misma agresividad y soberbia que la que intentamos superar para siempre. El populismo es un comodín intelectual cuya mero uso expresa mediocridad en sus pensadores de turno. Una caterva de simplificadores se lanzó a la arena a explicar la realidad y en alguna medida intentan demoler el pasado que desconocen como forma de imponer un presente que no saben adónde va. Tanto criticar a un teórico como Ernesto Laclau para terminar enamorados de otro parecido, pero de signo contrario, como este mediocre personaje de Loris Zanatta. Los pensadores de un bando o del otro son tan solo asesores de la confrontación. El tema esencial es salir de la grieta, tomar los elementos que nos ayuden a superarla.
El peronismo transitó varias etapas, elegir al último Perón y su abrazo con Balbín ensaya un camino, no se puede ignorar que Menem fue una oscura etapa liberal como los Kirchner absurdas reivindicaciones de superadas izquierdas. Esa comprensión sirve para no caer en simplificaciones que nos impidan crecer. Muchas, demasiadas de las líneas económicas actuales son un retorno a los tiempos de Cavallo y Menem, expresar que con ellas superamos décadas de populismo suena más a grotesco que a definición de proyecto. Y asumir que no hay nada más viejo que pensar que uno es lo nuevo, de solo expresarlo quien lo hace se vuelve anacrónico.
“Mientras la riqueza no tenga límites tampoco los tendrá la miseria”
Hubo un tiempo donde las consignas eran “patria o colonia”, y en rigor ese dilema sigue sin resolver. Cuando uno observa a los países hermanos, Uruguay o Chile, Brasil con su tremenda crisis, uno encuentra que la idea de proyecto común compartido está por encima de cualquier división ideológica. Nosotros no llegamos a esa síntesis. No escuche chileno o brasilero, pobre o rico que no expresara amor por su país. Me canso de escuchar a personajes de todo pensamiento y calaña que se llenan la boca hablando mal de nuestra sociedad. Ni siquiera existe un grupo de empresarios que sean conscientes de que no da lo mismo que una empresa sea nacional o extranjera, que no sepan de la importancia de defender lo propio.
Se habla del pasado para utilizarlo al servicio de cualquier causa. Yo viví en tiempos donde no había un índice exagerado de pobreza, fui diputado en el setenta y tres y no era común que nos pidieran trabajo, lo había y en abundancia. La deuda externa no era un problema, con el golpe no llegaba a seis mil millones ni la pobreza alcanzaba el cinco por ciento. Antes de Perón, que yo sepa, imperaba la década infame, y después vinieron los golpes y los muy dignos gobiernos de Arturo Illia y Arturo Frondizi. Ni la mediocridad de Onganía dañó una sociedad integrada. La miseria que hoy vivimos fue generada por Martinez de Hoz y por Domingo Cavallo, uno en nombre de la dictadura y el otro en nombre del peronismo, pero no hay índices que puedan marcar otra cosa.
Por eso me asusta tanto grito en contra del supuesto mal de populismo cuando la historia marca en forma indudable que también fueron otros los responsables de la miseria. De Menem para aquí las cosas se degradaron sin rumbo ni sentido. Fueron las privatizaciones, ese reparto de riquezas del estado a grupos privados que luego crecieron a la par de la miseria que generaban. Lejos estoy de ser socialista, ni siquiera de soportar al kirchnerismo, pero seamos serios, fueron los liberales los gestores de la miseria, claro que luego los Kirchner lanzaron el festival de subsidios y de empleados públicos. Y ahora, el gobierno no se anima a detener la voracidad de los grandes grupos y exige en demasía de los aportes ciudadanos.
“El problema de nuestra sociedad no está en los ciudadanos que no aportan sino en los grandes grupos que los saquean”
Qué inversor extranjero puede venir a una sociedad donde ningún ahorrista, cualquiera sea su nivel, sabe que puede hacer con su dinero. El problema no es el populismo ni el peronismo ni el kirchnerismo, el conflicto solo se resuelve con una síntesis superadora que integre a los sectores y deje de parasitar las diferencias. Enfrentar al peronismo y hasta al mismo Papa, como está de moda en mediocres de toda laya, ese camino absurdo de los individualistas extremos, solo nos conduce a una confrontación sin sentido y a una frustración inevitable.
Mientras la riqueza no tenga límites tampoco los tendrá la miseria. Y el problema de nuestra sociedad no está en los ciudadanos que no aportan sino en los grandes grupos que los saquean. El capitalismo es otra cosa, lo nuestro es corrupción política y empresarial, y eso nunca puede terminar bien.
Revista Desafió Exportar (leer)
Fuente: www.NetNews.com.ar
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