La urgencia y el rumbo
Presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina C.E.R.A
La famosa frase de Seneca, “Cuando un hombre no sabe a dónde navega, ningún viento le es favorable”, parecería incomprendida en nuestras tierras.
Un visitante con poco conocimiento de nuestro país podría concluir en base al discurso público que tenemos consenso respecto de la relevancia de las exportaciones para el crecimiento inclusivo, la necesidad de aumentar el valor agregado nacional apoyando a las pymes y el exportar conocimiento argentino en el valor agregado de nuestros bienes.
En verdad hemos hecho todo lo contrario en forma abrumadoramente consistente. Como resultado en los últimos 15 años hemos pasado de 14.500 a 9600 empresas exportadoras, decreciendo además en nuestra complejidad económica.
Entre otros factores, la integración con nuestros vecinos debiera habernos dado la oportunidad de desarrollar cadenas de valor complejas. Sin embargo, las exportaciones de nuestro país a Brasil que en 1997 representaban el 13,1 % de las importaciones de nuestro vecino, hoy representan apenas el 5,4 %.
"La destrucción de credibilidad en el sector externo, el desincentivo a la producción frente al agravamiento del riesgo e incertidumbre no son variables que pueden discutirse e ir ajustando sobre la marcha como los paliativos y ajustes coyunturales que se van acordando"
En un contexto donde las importaciones de bienes industriales del Brasil han crecido fuertemente desde la creación del Mercosur, China ha sido el gran ganador, pasando de 1,9 % de las importaciones brasileñas en 1997 al 21,7 % en 2021. Finalmente, lo que ha acontecido es un proceso de fuerte desindustrialización regional.
Entretanto desde 2012 las exportaciones mundiales han crecido sostenidamente, a tasas de entre el 2 y 2.5% anual en casi todas las regiones (China al 5%), mientras que Argentina decrecía al 1% anual, perdiendo relevancia regional e internacional
Aunque tardíamente, en 2018 ratificamos nuestra participación en el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Resulta de difícil comprensión que apenas tres años después nuestra representación nacional haya afirmado ante dicha organización que nuestro país ya ha cumplido el 97,5 % de las cláusulas de dicho convenio, particularmente si la contrastamos con la enorme dificultad para navegar entre la acelerada emisión de normativa del Banco Central de la República Argentina (BCRA) y de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y que no hemos siquiera implementado el Comité Nacional de Facilitación.
El cambio de normativas para el exportador ha sido en efecto constante y contradictoria.
Por supuesto comprendemos que parte de las nuevas directivas de política pública tienen el objetivo implícito de restringir el uso de dólares para la importación de bienes en la interpretación que esto mejorará la coyuntura de reservas internacionales del BCRA. Coyuntura que el propio informe mensual de Mercado de Cambios y Balance Cambiario de mayo 2022 del Banco Central no refleja con tal gravedad, mencionando que habían disminuido US$ 446 millones en el mes, principalmente por cancelación de capital e intereses del Gobierno Nacional para, según el informe, finalizar en un nivel de US$ 41.500 millones. Por supuesto las reservas netas son la verdadera fuente de preocupación.
Nuestro país requiere bajar la conflictividad y dejar de priorizar la búsqueda de culpables antes que soluciones.
Ante la acuciante necesidad de encontrar soluciones de caja de cortísimo plazo, sin embargo, resulta vano anteponer condicionantes “tan poco relevantes” como que estas normativas violan nuestro compromiso de tratamiento nacional a las importaciones., una obligación fundacional de nuestro país como miembro de la Organización Mundial de Comercio, aprobada bajo Ley 24425.
Es así como en enero de 2022 la AFIP decide implementar la Resolución General Conjunta N° 4368/2018 respecto a la determinación de “Capacidad Económica Financiera” de las empresas que condicionaba las importaciones y que provocó una turbulencia temporal importante en el primer trimestre.
Hace pocos días, y nuevamente sin ningún tipo de cooperación público – privada en su diseño a fin de minimizar potenciales daños a la producción y proyectos de inversión en marcha o a compromisos asumidos por los actores que generan valor económico, se introduce una destacable normativa entre las decenas de este último semestre: la Comunicación “A” 7532 del BCRA.
Esta normativa “temporal” básicamente eleva los costos de financiamiento de la operatoria productiva o a tiende a bajar el nivel de actividad mediante menor importación de insumos.
La destrucción de credibilidad en el sector externo, el desincentivo a la producción frente al agravamiento del riesgo e incertidumbre no son variables que pueden discutirse e ir ajustando sobre la marcha como los paliativos y ajustes coyunturales que se van acordando.
Es además por demás evidente que la suba de costos reales o esperados amplifiquen el gran problema inflacionario que tiene nuestra economía.
Es dramático volver a determinar que, como tantas veces, la “solución temporal” encontrada, la cual claramente descarrila la ansiada épica de los récords de exportación, está lejos de la raíz del problema y que el mismo pudo anticiparse y eventualmente mitigarse.
Basta con ver las publicaciones mensuales de la Evolución del Mercado de Cambios y Balance Cambiario emitidos por el Banco Central para entender que la exportación de bienes, favorecidos en parte por aumentos de precios de nuestra canasta de productos y por la evolución favorable de algunos sectores como el automotriz, ha sido durante todo 2022 consistentemente superavitaria.
Mas allá del contrastante déficit de la cuenta de servicios, observar los números de INDEC expone al elefante en la habitación: las importaciones de Combustibles y Lubricantes que subiendo exponencialmente: US$ 1.300 millones en mayo y 1.900 en junio, han llegado a un total acumulado en el primer semestre de2022 de US$ 6.600 millones, un 189% más que en el mismo semestre del 2021.
Sin las importaciones de Combustibles y Lubricantes el superávit comercial acumulado fue de US$ 9.700 millones, 10% superior al año anterior.
Es inevitable entonces recordar la decisión de bajar el corte de biodiesel en el gasoil, así como el devenir del gasoducto Nestor Kirchner. Argentina debiera haber estado en otra posición en este contexto dramático internacional.
Nuestro país requiere bajar la conflictividad y dejar de priorizar la búsqueda de culpables antes que soluciones. Necesitamos ser capaces de trabajar conjuntamente sector público y privado, efectuar proyecciones transparentes serias y creíbles, que permitan atravesar con anticipación las coyunturas midiendo las consecuencias, pero sin echar mano de cualquier mecanismo contrario a nuestra misión de mediano plazo.
Nuestro país ha caído sostenidamente en su competitividad, con consecuencias muy complejas de corto y mediano plazo. Es imprescindible contar con una Estrategia Nacional Exportadora basada en datos y soluciones técnicas consensuando nuestro relacionamiento externo, nuestros desafíos logísticos (como el puerto de Buenos Aires), y una estructura impositiva y de financiamiento alineadas con los objetivos de mediano plazo, frenando así nuestro devenir errático con una constante secuencia de medidas de emergencia, cuyo daño colateral finalmente es la inversión y el empleo.
artículo publicado en la revista DESAFÍO EXPORTAR de agosto
Fuente: www.NetNews.com.ar
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