Tigre se afianza como destino con características propias en el Conurbano
Tigre ofrece una amplia gama de opciones para compartir en familia o entre amigos, tales como actividades al aire libre, paseos por el Delta, excursiones, ferias de artesanías y una variada gastronomía, lo que transforma a este municipio en una alternativa para el descanso y la recreación durante todo el año.
La zona es ideal para deportes náuticos de fácil práctica para principiantes o aficionados: remo, kayak, standup, paddle y wakeboard, entre otros, son opciones que se pueden disfrutar de una manera única.
El ribereño Paseo Victorica, engalanado por la rica arquitectura de sus clubes de remo, entremezcla la actividad de estos con la de restaurantes y bares que ofrecen a los comensales la oportunidad única de almorzar, cenar o beber una copa, sin horarios estrictos, observando el paso de las embarcaciones por el río Luján.
Visitado por miles de personas, el Parque de la Costa es un centro de entretenimento de múltiples atracciones, con actividades de vértigo, entretenimiento familiar y para los más chicos, la puesta en escena de clásicos como Cenicienta y Peter Pan o el espectáculo Invasión Zombi.
El Puerto de Frutos, uno de los puntos más visitados de la ciudad, es un paseo de compras que acerca la producción de los isleños al público; a lo largo de sus dársenas, frutas, juncos, mimbre, cañas y otros productos tientan al paseante; desde allí parten, además, embarcaciones que ofrecen traslados y excursiones durante los siete días de la semana.
Al norte, la emergente zona turística de villa La Ñata, a poco más de 20 minutos del centro, ha incrementado en los últimos años su oferta gastronómica, ofreciendo al visitante la posibilidad de realizar paseos en kayak, recorriendo el canal Villanueva.
En Tigre también se disfruta de la cultura y el espectáculo; el impactante teatro Niní Marshall (Perú 1401) presenta en forma permanente comedias y musicales de producción nacional.
Por su parte, el Museo de Arte Tigre (avenida Victorica 972) propone diversas muestras y un original programa de presentaciones de todas sus obras.
Tanto Bahía Grande, como el Centro Comercial de Nordelta, constituyen dos zonas ideales para completar un paseo; con entrada libre, los complejos urbanísticos se han constituido en polos de recreación donde conviven la mejor variedad de postas de gastronomía y del entretenimiento.
Además, el complejo de cines de Nordelta invita al público a deleitarse con salas 3D, con una variada cartelera de estrenos.
En la localidad de Don Torcuato, sobre Avenida Marcelo T. de Alvear (Ruta 202) aproximadamente al 1300, hay casas de compra, venta y restauración de antigüedades, en las que se pueden apreciar desde muebles hasta únicas piezas de decoración de los más variados períodos y estilos.
La oferta de alojamiento es muy variada y cuenta con más de 2.000 plazas distribuidas entre hoteles, hosterías, cabañas y bed & breakfast, emplazados en la ciudad o en las islas.
Los diferentes atractivos de la ciudad están conectados a través del Bus Turístico, un servicio con salidas cada 30 minutos desde la estación de trenes, que permite recorrer la ciudad en un servicio con 10 paradas, en cada una de las cuales el paseante puede bajar y visitar a su amnera, retomando el paseo enotras unidades, con el mismo boleto.
En lo referente a los servicios gastronómicos, es importante destacar que desde 2009, Tigre trabaja con la población que presenta enfermedad celíaca; para ellos, llevó adelante un programa al cual se han adherido 40 restaurantes que cuentan con un menú especial para ellos.
Cabe acotar que tiempo antes de que llegaran los españoles a las orillas del Río de la Plata, las tierras del actual partido de Tigre estaban pobladas por indígena y que en las islas han sido hallados diversos túmulos o cementerios de pueblos canoeros guaraníes que vivían de la pesca y el cultivo de maíz, con una alfarería poco evolucionada.
Esta región, que primero se denominó pueblo de Las Conchas, tuvo apogeo comercial a fines del siglo XVIII para luego sufrir vaivenes y convertirse hacia 1900 en un espacio turístico donde se producían frutas y maderas, dulces, conservas, embutidos y licores, y donde proliferaban los aserraderos y talleres de carpintería. En 1916, el tren eléctrico que llegó desde Buenos Aires le dio un empujoncito.
Casi un siglo después, Tigre vuelve a erigirse como un destino cultural, turístico y comercial con marca propia y proyección internacional.
La comunidad de Tigre se propuso hace unos años quebrar la estacionalidad de la afluencia turística, que hasta ese momento se reducía al verano y las épocas más cálidas de la primavera, para convertirse en un destino de primera categoría a nivel nacional y para todo el año. Y los resultados están a la vista.
Fuente: Telam
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